Martínez Fraile, un «pallaquista» inquieto

Raimon Martínez Fraile

Raimon Martínez Fraile

La historia del socialismo catalán no puede completarse sin la figura de Raimon Martínez Fraile, fallecido el lunes a los 68 años. Hasta el último momento luchó contra la enfermedad con la convicción de que la podía vencer. Hizo compatible el dolor con la inquietud por la política, la cultura y la conversación con cuantos debatía y compartía sus ideas y sus proyectos.
Ejercía de leonés, nacido en San Criastóbal de la Polantera, pero fue uno de los pioneros del catalanismo político forjado en aquella inmigración masiva de los años cincuenta. Contaba que al poco de llegar a Catalunya pasó fugazmente por un seminario del Maresme. Allí se pasaba las noches leyendo literatura y libros de ensayo. Sus inquietudes sociales le situarían pronto en los movimientos católicos de los años sesenta que se formaron en Sants y Les Corts. Muchos de aquellos jóvenes habían colaborado con Jordi Pujol en las campañas catalanistas y en la organización de una oposición clandestina al régimen de Franco.
Varios de aquellos jóvenes se orientaron hacia el socialismo a mediados de los años setenta en una Barcelona en la que se dibujaban las corrientes políticas que luego cristalizarían durante la transición. En aquel grupo frecuentado por Raimon Martínez Fraile estaban también Joaquim Ferrer, Lluís Maria Sunyer, Joan Majó, Francesc Esteve, Josep Verde Aldea y otros jóvenes activistas que acabaron formando uno de los embriones principales del Reagrupament Socialista i Democràtic de Catalunya, que más tarde pasaría a ser el PSC-Reagrupament.
La figura central de aquel movimiento era Josep Pallach, dirigente histórico del Moviment Socialista de Catalunya, y en el que también participó, durante la etapa final del franquismo, el líder de Esquerra Republicana, Heribert Barrera. Uno de los jóvenes que colaboraron activamente con Pallach fue Joan Tapia que, muchos años después, dirigió este diario durante casi catorce años.
Martínez Fraile era en esos tiempos incipientes del PSC-Reagrupament uno de los más activos. Fue elegido miembro de la ejecutiva del partido a primeros de enero de 1977, pocos días antes del fallecimiento súbito, a los 57 años, de Josep Pallach cuando estaba dibujando lo que sería la socialdemocracia catalana. Raimon siempre se definió políticamente como un “pallaquista”, un socialdemócrata que no dudó en criticar abiertamente el comunismo cuando el leninismo todavía estaba de moda en la universidad y en los ambientes políticos de la izquierda barcelonesa.
Una de las aspiraciones de Martínez Fraile era dotar de una personalidad propia al socialismo catalán, una de las batallas que ha perdurado hasta nuestros días.
En las primeras elecciones de 1977 el PSC-Reagrupament fue en las listas del Pacte Democràtic per Catalunya con la CDC de Jordi Pujol y la Esquerra Democràtica de Trias Fargas. Pero, poco después, la mayoría del Reagrupament, Martínez Fraile entre ellos, concurrió a la fundación del PSC-PSOE, en el que se integró también la federación catalana del PSOE que había ganado en coalición las elecciones generales de aquel 15 de junio de 1977.
Fue elegido concejal en las primeras elecciones municipales que ganó Narcís Serra en Barcelona. Al ser nombrado ministro de Defensa tras las elecciones de octubre de 1982, Martínez Fraile pasó a ser teniente de alcalde con Pasqual Maragall. Raimon fue siempre fiel a sus principios “pallaquistas” militando en el PSC en todas las temporadas y en todas las circunstancias dejando oír su voz, muchas veces incómoda y valiente, en la política catalana. Fue Pasqual Maragall quien le nombró presidente del Patronato de Turismo de Barcelona.
Supo proyectar al mundo el gran éxito de los Juegos Olímpicos que constituyeron un antes y un después de la posición de Barcelona como referencia mundial del Turismo. Maragall y Martínez Fraile tenían personalidades demasiado vivas para trabajar juntos y acabó dejando el Ayuntamiento cuando Mercè Sala, presidenta de Renfe, le llamó para estar en la cúpula de la compañía que se quería modernizar en los tiempos en los que el AVE era sólo un proyecto ejecutado desde Madrid a Sevilla.
La presentación de su libro “Gran Turismo. Mitos y verdades de uno de los motores de la economía” se realizó en el remodelado recinto de Las Arenas en 2013. Estaba satisfecho de su colaboración en convertir Barcelona en una referencia internacional. En el año 2000 fue elegido diputado socialista por Barcelona en la legislatura que José María Aznar obtenía una holgada mayoría absoluta. Pero dimitió pronto. La disciplina del grupo socialista en el Congreso, dirigido entonces por el joven Rodríguez Zapatero, se le quedó estrecha y dimitió para integrarse en el grupo hotelero de Joan Gaspart.
El salto de la gestión pública a la actividad privada y al revés fue constante en su larga trayectoria. Entre 2004 y 2007 volvió a la administración como secretario general de Turismo del primer gobierno de Rodríguez Zapatero. Y cuando José Montilla fue elegido presidente de la Generalitat en 2006 pasó a ser delegado de la Generalitat en Madrid. Desplegó una gran actividad pero acabó dimitiendo por un exceso de franqueza en una entrevista radiofónica. Pasqual Maragall había declarado que el esfuerzo por el Estatut no había valido la pena y Martínez Fraile le contestó aludiendo a las facultades del ex president. José Montilla le pidió que rectificase y Martínez Fraile se disculpó pero dimitió a las pocas horas. Unos meses después, en octubre de 2007, Pasqual Maragall anunció que padecía Alzheimer y que se disponía a luchar contra la enfermedad.
Desde entonces se dedicaba a la actividad privada en el sector turístico asesorando a empresas hoteleras españolas e internacionales. Le conocía desde el periodismo y desde la amistad. Entre sus actividades más personales está el impulso de un encuentro mensual, los últimos viernes de cada mes, de un grupo de doce catalanes con inquietudes en el que sólo se entraba por fallecimiento o cambio de residencia de uno de los miembros que habían sido presentados por Martínez Fraile. Al morir Joan Solà en 2010, el gran lingüista catalán, cuñado de Raimon, me propuso sustituirle en el almuerzo que cada último viernes de mes celebramos con un grupo con el que nos unen afinidades diversas. Fue un honor. La amistad y el humanismo de Raimon ha hecho que este encuentro perdurara.

 

 

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