La política no se hace en la calle

Manifestación multitudinaria en Barcelona en la última Diada

Manifestación multitudinaria en Barcelona en la última Diada

La actividad parlamentaria es el mejor síntoma del buen funcionamiento de las instituciones democráticas. Se nota que en España llevamos más de medio año con un Congreso que trabaja de forma interina con un Gobierno en funciones sin aprobar muchas leyes. La actividad legislativa en el Parlament de Catalunya ha sido muy escasa también desde que se convocaron las elecciones del pasado 27 de septiembre.

La calle, la república de las tertulias, las redes sociales y toda la gama que ofrecen las posibilidades de debate público son instrumentos idóneos e imprescindibles en esta era de tanta masa crítica de información y opiniones compartidas. El mundo del conocimiento se ha socializado y es uno de los aspectos más positivos de la ­revolución tecnológica que beneficia por igual a cientos de millones de humanos.

Pero la política es mejor desarrollarla en el ámbito de la democracia representativa, en los parlamentos en los que se discuten los pequeños o grandes intereses contrapuestos de toda sociedad compleja.

La falta de debate en el Parlamento abre las compuertas de las calles, de los especialistas improvisados sobre cualquier tema a cualquier hora, las tertulias exprés y la retórica improvisada desde cualquier rincón del país. Tres tuits bien dirigidos a lo largo de la mañana y una tertulia por la noche son la hoja de ruta perfecta del político que se abre paso sin necesidad de una gran preparación. Si, además, se le ofrece la posibilidad de expresarse delante de un ­micrófono de una televisión o una radio, la rentabilidad política es muy alta.

Ocupar el mayor espacio de comunicación es una de las claves del éxito político. No sé si de la política. Los mítines han perdido interés e ­importancia y los espacios destinados a los discursos de campaña son cada vez más reducidos. Tampoco se practica el puerta a puerta du­rante la campaña. La petición de voto personal transitando por las calles de los barrios es ­poco habitual, por no decir ­inexistente, como lo es en In­glaterra con su célebre canvassing.

Los líderes de los partidos españoles salen ahora al encuentro del elector en actos a los que cada vez concurren menos simpatizantes. Los mensajes se transmiten a través de diarios, radios, televisiones y redes sociales.

El problema es que cuando son elegidos y se constituyen los parlamentos, siguen las mismas prácticas como si se estuviera en campaña. Uno de los errores del expresident Artur Mas fue una lectura equi­vocada de las manifestaciones que se han celebrado en las últimas cuatro Diades. Pensaba que todas aquellas multitudes, perfectamente organizadas, pacíficas y festivas, eran suyas y las urnas han demostrado que no eran de nadie y votarían en función de sus intereses y sus ambiciones personales o colectivas. Es natural.

La hoja de ruta no debería estar en las calles sino en las políticas que se debaten en el Parlament, convirtiéndose en leyes. La asamblea celebrada por la CUP este fin de semana en Esparreguera es un indicio más del carácter plebiscitario que ha adquirido la política catalana. El Govern ­depende de la voluntad de los diez diputados cuperos si quiere mantener el pacto que firmó con ellos para cumplir los tiempos y las formas del procés que en dieci­ocho meses nos tenía que poner en la pista legislativa de salida para llegar a la independencia. Lo que está en juego ahora es la aprobación de los presupuestos y la ­estabilidad del Govern presidido por Carles Puigdemont, que representa un partido enterrado democráticamente en espera de que surja una nueva formación liderada por Artur Mas. Bien curioso. Y, mientras tanto, la actividad parlamentaria se centra más en las leyes de la desconexión que en resolver, pongamos por caso, la enfermedad del enterovirus que afecta a más de 60 niños. Menos declaraciones y más comparecencias en el Parlament por parte del conseller de Salut y el personal capacitado para dar explicaciones y tranquilizar al gran público.

El Parlamento es el respiradero de la vida de toda sociedad libre. Mariano Rajoy perdió las elecciones del 20 de diciembre dejándose por el camino tres millones y medio de votos, en buena parte, porque consideró que su mayoría absoluta le permitía gobernar sin someterse a la crítica de la oposición.

Mientras reinaba esta paz triunfante en el Congreso, Podemos y Ciudadanos se paseaban por los platós de televisión y sustituían los debates por tertulias y otros programas de consumo masivo, en los que la retórica de Pablo Iglesias y su séquito o la de Albert Rivera y los suyos pegaban un mordisco a los grandes partidos llevándose un total de 119 diputados.

Una de las causas de la inoperancia política reciente es la de no haberse tomado seriamente la función del Parlamento, contribuyendo a situar las discusiones y los debates en la calle, las tertulias o las redes sociales.

Publicado en La Vanguardia el 25 de mayo de 2016

  8 comentarios por “La política no se hace en la calle

  1. Otra vez un artículo estupendo pero , por favor, no metamos en el mismo saco a Podemos y a Ciudadanos, un partido éste último q lleva 10 años trabajando en Cataluña , y q es de los pocos a los q podemos recurrir cuando la idea principal es q nuestro pais no quede desmembrado con una frivolidad exasperante. Lo demás es secundario en estos momentos. El daño de una España partida en los territorios q la integran es evidente q sería algo muy terrible, para todos.
    Hace tiempo q ignoro bastsnte los medios en Cataluña y ne siento…bien!!
    Ser bon català no vol dir ser independentista.

  2. Sr. Foix: Un article descriptiu de la realitat de la política i dels polítics d’avui día.

    Em quedo amb l’ultim paragraf, perque tambe penso aixis.

  3. Sr.Foix: la política parlamentaria ha descendido al campo de juego del Twitter, fracesitas cortas, eslogan inmediato, mensaje ocurrente y a esperar contestación en la red…si esto sigue así podemos prescindir de parlamentos y parafernalias…incluidos sueldos y dietas variadas…

  4. Es pot accedir a molta informació mijançant el mon digital (internet, bases de dades…), n’hi ha moltes xarxes socials; però no crec que això impliqui un augment del coneixement (entés com a comprensió del significat d’allò que conté la informació). Per altra banda, la cerca d’informació es centra en allò que decidim i no sempre anem a les fonts més adients, o no les podem valorar. Tenim massa informació però poca sabiesa.

  5. Estoy muy de acuerdo con lo que dice el artículo y añado: La política está para arreglar los problemas de los Estados pero ¿Quién arregla los problemas de la política? Porque la política tiene problemas… todo eso que no funciona quizás se deba a que no hacen bien su trabajo, sin duda. Hace años cuando yo iba a trabajar con el autocar de la empresa, me llamó la atención un cartel que decía » La feina ben feta no te fronteres, la feina mal feta no te futur » Ojalá que todos aquellos que no hagan las cosas bien sucumban, para dejar paso a los que se esfuerzan con honesta intención de prestar su servicio para mejorar las cosas. Para arreglar los problemas de la política hace falta voluntad de servir al bien común como principal prioridad. No dudo de que hay políticos así, y creo que como todo lo bueno han de perdurar, porque también dicen que «el mal se destruye a sí mismo». En definitiva confío en una criba natural que nos permita ir avanzando sin detenernos, como durante tantos años hemos hecho, con altibajos pero con paz en el fondo. Aquí vivimos bien, la gente que ha vivido fuera nos lo puede corroborar, sabemos disfrutar con poco o con mucho, y tenemos muchas cosas buenas que otros quisieran, por ejemplo esos países que admiramos y que apenas ven el sol. Pensemos…

  6. Estem en una època de canvis profunds i fins que això no es clarifiqui és natural que els ciutadans donin preferència als grans temes de fons que a la resolució dels problemes del dia a dia.
    A Catalunya, fins que no es resolgui el tema sobiranista és per tant natural que l’activitat parlamentària se centri sobretot en las lleis de la desconnexió, perquè així ho va decidir el poble de Catalunya en les últimes eleccions.
    Certament que aquesta situació no es pot allargar massa. Per això és urgent que per part de l’estat espanyol es faciliti ben aviat l’exercici del «dret a decidir» als ciutadans de Catalunya.

    • Això és com dir, com tinc la prespectiva de canviar de casa i estic fent plans per l’altra deixò de pagar els rebuts de la llum, el gas, i totes les despeses actuals de la casa on visc, ja que lo del trasllat m’absorbeix i he de fer tans plans que no tinc temps per administrar-me dia a dia.

      Si no són capaços de resoldre les coses del dia a dia «ara» com pensem que sabran resoldre-les en un futur???? Per donar-lis confiança caldria que demostressin que són efiços ara, llavors ja en parlaríem. Però trencar amb tot sense garanties és falta de seny. I les garanties per a mi serien que les competències que actualment te la Generalitat: Salut, etc… funcionessin!!! i no van bé, però clar… la culpa és de Madrid! Sentit comú…. perque d’il·lusió no es viu.

    • El poble de Catalunya no ha decidit res. Una part del poble (aprox. 49%). A més, en realitat, quin és el significat de poble, tant del català com de l’espnyol, de l’alemany… El que anomenen poble no té interessos comuns, uns grups de la població tenen uns interessos, altres grups completament diferents o contradictoris… La democràcia facilita el govern de la majoria però amb respecte a les minories.

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