El titular de Le Monde del día 12 de septiembre de 2001 resumía el sentimiento de una inmensa mayoría de ciudadanos del mundo. Se escribía en grandes caracteres y decía que Nous sommes tous Américains. La salvajada perpetrada por 19 terroristas que se inmolaron en varios aviones contra los símbolos más emblemáticos de Estados Unidos era un desafío inaceptable.
El presidente Bush movilizó la rabia de un país que había sido atacado por primera vez en su territorio y llevó a las Naciones Unidas la propuesta de atacar a Afganistán donde se presumía que el régimen de los talibanes había dado cobijo y adiestramiento a la organización Al Qaeda, fundada por Osama Bin Laden, tras haber acabado la guerra santa contra los soviéticos que ocuparon Afganistán en 1980.
La ONU aprobó el ataque para derribar el régimen de los talibanes de Kabul y tras una ofensiva aérea controlada desde la Flota americana en el Índico se derrocó el gobierno afgano con la participación de una amplia coalición internacional.
La presidencia Bush elaboró una nueva doctrina basada en las coordenadas de los ataques preventivos y la guerra internacional contra el terrorismo. Este giro en la tradición de la política exterior americana ya no fue compartida por todos, especialmente a partir de la invasión de Iraq con argumentos que resultaron ser falsos. Gran Bretaña, España y varios países de la Europa ex comunista se alinearon con Bush pero Francia, Alemania, Rusia y China se apartaron de los planteamientos de Washington por considerar que no había razones de peso para invadir un país sin pruebas ciertas.
Cuando en la madrugada del martes aparecía el presidente Obama confirmando que fuerzas especiales habían matado a Osama bin Laden en su escondite a 60 kilómetros de Islamabad, afirmó que, por fin, se había hecho justicia. No tenemos todavía detalles significativos de la operación y no se han mostrado imágenes de los restos del jefe de los terroristas de Al Qaeda. No hay una versión autorizada sobre si los ritos musulmanes que dicen habérsele practicado antes de arrojarlo al mar son preceptivos en la religión de Mahoma. El caso es que Bin Laden ha sido matado por un comando americano que disponía de la información que el gobierno de Pakistán no sabía o bien había ocultado a su aliado norteamericano.
La muerte de Bin Laden hay que enmarcarla, a mi juicio, en un acto más de la perversidad de todas las guerras en todos los tiempos. Se ha abatido a un enemigo que había sido el cerebro de miles de muertes en Estados Unidos, Indonesia, Inglaterra y en muchos países de cultura musulmana que han tenido menos repercusión. Lo que es del todo imprudente por parte de Obama es decir que se ha hecho justicia. En todo caso, se ha matado a un enemigo muy peligroso. La justicia es otra cosa.
Publicado en La Vanguardia el 5-5-2011
La justicia es otra cosa.
http://img01.lavanguardia.com/2011/05/03/Fotografia-cedida-del-presiden_54148050930_53389389549_600_396.jpg
http://www.youtube.com/watch?v=px7Z-isNx8c
Me permito sugerir escuchar viendo la foto…
En la foto, en primera fila de izquierda a derecha, el Vicepresidente Joe Biden, el Presidente Obama, el General de Brigada de Operaciones Especiales Brad Webb, el Adjunto al Asesor de Seguridad Nacional Denis McDonough, la Secretaria de Estado Hillary Clinton y el Secretario de Defensa Robert Gates. Detrás, el Almirante y Jefe del Estado Mayor Conjunto Mike Mullen, el Asesor de Seguridad Nacional Tom Donilon, el Jefe de Gabinete William Daley, el Asesor de Seguridad Nacional del Vice Presidente Tony Binken, la Directora de Contra Terrorismo Audrey Tomason, John Brennan, Asistente del Presidente en Lucha antiterrorista y James Clapper el Jefe de Inteligencia Nacional.
No creo que pueda decirse que se ha hecho justicia. Quizás se han vengado las muertes que se habían instigado. Ante este tipo de actos siempre me queda algo de confusión. Me entristece y me alivia al mismo tiempo. Seguro que no serà la solución.
«Nadie es una isla, completo en sí mismo;
cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra.
si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia.
La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad;
por consiguiente nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti».
http://www.youtube.com/watch?v=J91Uu0b18u0
Probablemente en su pueblo se les recordará
como cachorros de buenas personas,
que hurtaban flores para regalar a su mamá
y daban de comer a las palomas.
Probablemente que todo eso debe ser verdad,
aunque es más turbio cómo y de qué manera
llegaron esos individuos a ser lo que son
ni a quién sirven cuando alzan las banderas.
Hombres de paja que usan la colonia y el honor
para ocultar oscuras intenciones:
tienen doble vida, son sicarios del mal.
Entre esos tipos y yo hay algo personal.
Rodeados de protocolo, comitiva y seguridad,
viajan de incógnito en autos blindados
a sembrar calumnias, a mentir con naturalidad,
a colgar en las escuelas su retrato.
Se gastan más de lo que tienen en coleccionar
espías, listas negras y arsenales;
resulta bochornoso verles fanfarronear
a ver quién es el que la tiene más grande.
Se arman hasta los dientes en el nombre de la paz,
juegan con cosas que no tienen repuesto
y la culpa es del otro si algo les sale mal.
Entre esos tipos y yo hay algo personal.
Y como quien en la cosa, nada tiene que perder.
Pulsan la alarma y rompen las promesas
y en nombre de quien no tienen el gusto de conocer
nos ponen la pistola en la cabeza.
Se agarran de los pelos, pero para no ensuciar
van a cagar a casa de otra gente
y experimentan nuevos métodos de masacrar,
sofisticados y a la vez convincentes.
No conocen ni a su padre cuando pierden el control,
ni recuerdan que en el mundo hay niños.
Nos niegan a todos el pan y la sal.
Entre esos tipos y yo hay algo personal.
Pero, eso sí, los sicarios no pierden ocasión
de declarar públicamente su empeño
en propiciar un diálogo de franca distensión
que les permita hallar un marco previo
que garantice unas premisas mínimas
que faciliten crear los resortes
que impulsen un punto de partida sólido y capaz
de este a oeste y de sur a norte,
donde establecer las bases de un tratado de amistad
que contribuya a poner los cimientos
de una plataforma donde edificar
un hermoso futuro de amor y paz.
Serrat.
Sr.Foix: Cuando el presidente Obama enarbola la bandera de la justicia por la muerte del terrorista Bin Laden, en realidad lo que quiere es que le den la razón por lo realizado, la justicia para serlo ha de tener siempre un grado de misericordia.
Hasta la persona mas ruin, asesina debe de tener un derecho a un juicio, pero cuando se suman tantos actos terroristas de población civil inocente, el reo ya sabe que le toca…no hace falta un juicio para demostrar que es culpable cuando el mismo se culpabilizo.
Tiene que haber una diferencia entre los terroristas y la gente de bien, esa diferencia es el imperio de la ley, la aplicación de la justicia ha de estar siempre por encima de la aplicación de la venganza, por más que nos duela, por más que nos parezca una pérdida de tiempo, la justicia ha de aplicarse siguiendo unas reglas, no unos impulsos, es lo que nos diferencia de los terroristas.
Para mí el tema no es el derecho del ejecutado o asesinado , no creo que a nadie le dé pena Bin Laden sino y eso si me da pena, que otros lleguen al nivel de asesinar y celebrarlo , llegar a esa desnaturalización , es decir la capacidad de ponernos a un nivel que es el nivel que odiamos.
Bin Laden no me da ninguna pena, ni por asomo, pero el reduccionismo es algo que no soporto, hay que juzgar a los reos y aplicarles las penas que establezcan las leyes en vigor, todo lo demás es cruzar una raya peligrosa.
Si estoy de acuerdo pero la pena de muerte me sigue pareciendo asesinato, también me parece cruzar la raya por muy legal que sea.
Matar en frio o premitadamente no se puede, otra cosa es en un tiroteo en la calle, en defensa propia pero no era el caso.
No veo nada claro en todo esta movida. Si que tengo claro que esto no es justicia. Sigo teniendo claro, mas claro si cabe, de que los gobiernos norteamericanos, el de Obama con su Nobel de la Paz a cuestas incluido, son intervencionistas, sectarios, agresivos y absolutamente discrecionales con su democracia que la esgrimen cuando conviene. Son el equivalente taliban del primer mundo.