El mal sueño de Europa

En 1940, cuando los ejércitos de Hitler avanzaban sobre Francia, John F. Kennedy publicaba su tesis doctoral en Harvard bajo el título de Por qué dormía Inglaterra. El futuro presidente había vivido en Londres donde su padre, Joseph Kennedy, sirvió como embajador de Roosevelt desde 1938 a 1940 apoyando la política de apaciguamiento con Hitler del primer ministro Chamberlain que fracasó cuando Alemania invadió Polonia y Gran Bretaña declaró la guerra a Alemania. El futuro presidente defiende la tesis políticamente incorrecta en aquellos fatídicos días diciendo que el apaciguamiento, el appeasement, fue acertado porque un enfrentamiento prematuro con Hitler habría pillado a los británicos todavía menos preparados para la guerra. En todo caso, eran reflexiones de juventud del hijo del acaudalado embajador norteamericano en Londres.

El ex primer ministro Gordon Brown

He relacionado aquel libro de Kennedy con el artículo del ex primer ministro Gordon Brown, publicado ayer en varios diarios europeos, que lleva el título ¿Por qué se durmió Europa? El resumen de las tesis de Brown, ahora víctima de los abusos periodísticos de Murdoch, es que Europa se reúne mañana, tarde y noche sin afrontar con rigor los tres problemas básicos de la crisis: los déficits estatales, la inestabilidad bancaria y la falta de un proyecto para crecer económicamente.

Es bien sencilla y clara la explicación que da el que fue más de diez años ministro de Economía con Tony Blair. Hay que abandonar el pánico que se ha introducido en las gentes, en las instituciones, en los gobiernos, en los bancos y en el ambiente en general y dejar de lamentarse. La crisis va para largo y no se aumentará sustancialmente el empleo en cuestión de meses. Pero Europa no puede dormirse lamiendo sus heridas y profetizando amargamente sobre el futuro incierto que nos espera.

Pienso que se puede vivir con menos recursos y apretarse el cinturón para las estrecheces que puedan venir. Hay que decir en público y en privado que lo más perentorio es crear puestos de trabajo, recuperar el esfuerzo y no caer en la fácil tentación de que la culpa de todo la tienen los demás, desde los políticos a los inmigrantes pasando por los banqueros.

Europa no puede quedarse dormida cuando la seguridad personal y colectivas está en peligro. No me refiero naturalmente al fantasma de una guerra que no se divisa en ningún horizonte europeo. Quiero señalar, sin embargo, que si el malestar social se extiende y llega a amplios sectores de la sociedad, se despertará el nacionalismo de los estados y podemos echar por la borda la realidad de Europa que tanto ha costado construir y que, seguramente, es la aportación más interesante y humanista que el Viejo Continente ha aportado al mundo en los últimos setenta años.

Artículo publicado en La Vanguardia el 14-7-2011

  7 comentarios por “El mal sueño de Europa

  1. Sr. Foix. Completamente de acuerdo.Hay que combatir el pánico y volver a la confianza.Hay que extender los mensajes en positivo.La globalización,irreversible a mi entender,nos esta mostrando su lado peor y hay que superarlo. Europa es una enorme mutua de seguros y pensábamos todos que estábamos asegurados a todo riesgo y eso no es así,Por lo tanto sin pasarnos al otro extremo,es decir quedarnos sin ningún tipo de seguro (recortes indiscriminados de derechos sociales,austeridad sin discriminar gasto de inversión productiva,etc..)hay que encontrar como siempre el equilibrio.Durante estos años de abundancia se han realizado avances considerables (infraestructuras,equipamientos,I+D+i,..) optimicemos su gestión.
    La comunicación es esencial para cambiar las actitudes,Vd. lo hace al menos en mi caso y el de mi familia,lo agradecemos enormemente.
    Si se acerca este verano por la Conca de Barbera (Baixa Segarra)no dude en decirmelo.Hablar con Vd. Siempre enriquece.

  2. Esto ya es una pesadilla, Europa se hunde y Alemania que lo sabe se quiere ir antes que le afecte la debacle, yo no veo que esto tenga solución, es más, veo que va para largo.

  3. Coincido con su reflexion, pero añadiria que el problema de fondo es a)la ausencia de lideres con vision de estado en toda Europa, y b) el infantilismo instalado en la sociedad, que nos lleva a ser incapaces de afrontar una situacion que nos desagrada. La suma de ambos efectos es por un lado no tomar decisiones valientes y por otro no aceptar (como ciudadanos) sacrificios que nos corresponden. Entre tanta mediocridad, los tiburones del mercado se llenan los bolsillos especulando con nuestra incapacidad de decidir y afrontar la realidad. Triste, muy triste.

  4. Sr. Foix, lleva Vd. toda la razón en sus previsiones, afirmaciones y consejos.

    Lo mismo digo para BartoloméC y para Brian.

    Son los 3 tan acertados y realistas, que en verdad, no tengo nada más que añadir.

  5. Sr.Foix: Es hora de dejar de llorar, de dejar de lamentarse, de dejar de pensar en lo que podía haber sido y no fue, hay que dejar de pensar que se puede empezar desde arriba, sin esfuerzo, hay que arremangarse y ponerse manos a la obra, pero todos, o vemos a todo el mundo dando ejemplo, o veremos como nuestra sociedad se diluirá como un azucarillo en el agua y el parto de la nueva Europa será el parto de los montes…

    • Bartolomé, esto ya es un valle de lagrimas, tengo a amigos y familiares con problemas, a compañeros de trabajo que no te dejan de contar desgracias de los suyos, a las personas que te rodean temblando por quedarse sin trabajo y no saben cómo llegar a final de mes, los únicos que rien son los políticos que la verdad, no sé de qué c… se rien.

  6. El artículo de Gordon Brown es denso y parece rebosar de sensatez: «Nuestra principal conclusión fue que dentro del euro no existía la flexibilidad suficiente para lograr una convergencia sostenible y duradera entre países» dice, entre otras cosas (entre ellas que los problemas de los países periféricos no son de liquidez sino de solvencia). Pero al hilo de su comentario sobre la tesis de JFK, me pregunto si, como entonces hizo la GB de Chamberlain, Occidente en su conjunto no lamentará en el futuro su política de appeasement con los tiburones financieros y la política de la especulación.

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