Europa bajo presión

El italiano Matteo Salvini y la francesa Marine Le Pen comparten su anti europeísmo firmando el pacto Frente de la Libertad contra la UE

Las tendencias políticas han evolucionado sustancialmente en este ­siglo. La mayoría de los países europeos tenían un color socialdemócrata que se turnaba con los democristianos o conservadores de forma casi ritual. Hoy, cada vez que se abren las urnas, en un país tras otro, las políticas socialdemócratas van quedando relegadas de las posiciones de poder. Pierden votos hacia formaciones más a su izquierda, lo cual les obliga a formular discursos que se apartan del pensamiento que les ha permitido gobernar alternativamente en Europa después de la guerra.

La derecha sufre el mismo trastorno ­ideológico al verse obligada a virar más hacia la derecha por la irrupción de corrientes que construyen discursos más nacionalistas, ­xenófobos y populistas. La política, desde Estados Unidos a Francia pasando por Italia, Gran Bretaña y España, está cada vez más polarizada por tesis extremistas irre­­conciliables. Una política sin grises ni consensos.

Se percibe una reacción global contra las democracias representativas basadas en el debate, la discusión y el respeto al adver­sario. Un país tan estable como Suecia no tiene en estos momentos gobierno porque el socialdemócrata Stefan Löfven fue derrotado en una moción en el Parlamento y tuvo que abandonar el cargo a pesar de haber ganado con un 28% las elecciones del pasado septiembre.

El partido de derecha extrema Demócratas de Suecia, tercera fuerza con el 17,5% de votos, tiene la llave para la formación del nuevo gobierno. Su máxima exigencia es un cambio radical en la política migratoria. Los partidos xenófobos y populistas condicionan los gobiernos de Finlandia, Dinamarca, Holanda y tienen el poder en Hungría, Austria e Italia. El Brexit fue una victoria del supremacismo inglés. La aparición triunfalista de Vox en España va en esta línea.

La primera vuelta de las elecciones en Brasil dio al ultraderechista Jair Bolsonaro el 46% de los votos, muy por encima de lo que vaticinaban las encuestas. Hay que esperar a la segunda vuelta contra Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores, pero la tendencia ­está marcada. La victoria de Donald Trump en el 2016 ha acelerado los paradigmas de una nueva ­po­lítica nacionalista, proteccionista y anti­in­migratoria.

El lunes se reunieron en Roma el radical Matteo Salvini, ministro del Interior ita­liano, con la francesa Marine Le Pen para fundar una alianza en vistas a las elecciones europeas. Se llamará Frente de la Libertad y uno de sus enunciados es “combatir la estructura totalitaria de la Unión Europea”.

En todos estos dirigentes, partidos y gobiernos late un antieuropeísmo malsano, engañoso y arbitrario. Los gobiernos de Polonia, Hungría, Austria e Italia comparten con Donald Trump, Theresa May y también Vladímir Putin una animadversión hacia la sola idea de una Europa solidaria que ha conseguido en los últimos sesenta años el mayor periodo de estabilidad, progreso, libertades y seguridad de la historia moderna y contemporánea.

Colin Powell, ex secretario de Estado en los convulsos días de la guerra de Irak, decía ayer que hemos pasado del “nosotros el pueblo” que encabeza la Constitución norteamericana al “yo el presidente”.

Son muchas las causas que nos han llevado a esta situación. Hay una que me parece principal y que Madeleine Albright ­co­menta en su libro Fascismo, una adver­tencia. La exsecretaria de Estado se refiere a la ­fiabilidad de las noticias y al peligro de ­construir debates sobre hechos falsos o no contrastados. La derecha extrema se ha ­apoderado del discurso y sabe distribuirlo y manipularlo según le convenga en cada ­momento.

Las campañas de desinformación no son ninguna novedad. Las ha habido siempre, especialmente en tiempos de guerra, cuando la primera víctima es la verdad. Lo más peligroso es que la confusión está hoy al ­alcance de cualquiera y puede convertirse en global. Lo que hemos visto hasta ahora no es más que el principio, advierte Madeleine Albright. Cada año hay más es­tados que emplean batallones de formadores de opinión para inundar las páginas de internet. China, Corea del Norte, Rusia, Venezuela, Filipinas y Turquía dedican muchos recursos a esta diplomacia de distorsión y engaño. Me cuesta creer que Estados Unidos y otros países europeos no utilizan las mismas armas.

Muchos de estos agitadores generan materiales en los cuales se muestra a personas haciendo cosas que nunca hicieron y diciendo algo que nunca dijeron. Si el pueblo se traga una mentira que perjudica al adversario o al enemigo, se le suministran más fake news. Esta tendencia afecta a columnistas, tertulianos, edi­torialistas y blogueros que combaten desde trincheras periodísticas sin importarles si mani­pulan o son manipulados. Este desprecio por la verdad de los hechos pone en peligro la libertad de todos.

Publicado en La Vanguardia el 10 de octubre de 2018

  7 comentarios por “Europa bajo presión

  1. Sr.Foix : » Europa bajo presión » y el mundo entero también, incluida España.

    Por ello, continuo aun pensando, que la 3ª generación humana, desde finales de la 2ª guerra mundial, que ha vivido una época en paz, que no ha padecido necesidades ni hambre, es la que quiere gobernar para adquirir poder y riqueza unos y cambiar el mundo otros, según sus ideas y creencia de que solo ellos están en posesión de la verdad absoluta.

    Asi que empieza una vez mas la codicia, la corrupción y el robo a la caja recaudatoria del Estado y por ende al/la ciudadano/a cotizante.

    » La historia se repite » creo que decía Lenin.

    Seguramente, la 3ª generación no tiene memoria, ni experiencia vivida y vuelve a inventar y aplicar el bien y el mal.

  2. El uso de la palabra neo… es ya en si misma un engaño. Estos movimientos tienen un nombre antiguo y claro. La historia de Europa es la de una desgracia hasta que llegó el desastre de las guerras mundiales. Después hizo acto de contrición y se comportó, ahora se ha olvidado de todo el mal que extendió por el mundo y vuelve al las andadas. Sociedad primitiva que aún cree en identidades primitivas e irracionales.

  3. Ir contra la UE no es necesariamente ir contra Europa aunque se le parece mucho.
    No ser independentista (en Catalunya) no significa necesariamente ser mal catalan. Nada a ver.
    La superficialidad, el slogan facil y la brocha gruesa han globalizado la frivolidad y con ella han venido un mar de cinismo e hipocresia increibles que ya no nos permite orientarnos hacia la tierra firme de la verdad, la justicia y la solidaridad.

  4. El tema que mas molesta de la sitaución es que Europa, como victima pagara las consecuencias, mientras que los verdaderos culpables de la situación no se veran afectados. Europa debe reaccionar y unirse mas en unos estados unidos de Eruopa, aunque sea con menos paises, pero mas unidos.

  5. Esta semana en milenium, se hablo de los algortimos, y en el debate, salio el tema de las noticias falsas, es interesante ver el pgm.
    Creo que los extremismos, estan subiendo, como siempre ha pasado en la historia en epcoas de crisis, y ahora encima en epoca de transicion a nuevos modelos de produccion y laborales, ademas de las deslocalizaciones y las malas artes de paises que son productivos, competitivos a costa de unas normas laxas. En resumen, la historia nos indica que si queremos evitar la deriva hacia el caos, es necesario instituciones supranacionales que marquen las reglasde jeugo, que pongan orden, como ya paso en BW.

  6. Todos los comentaristas son tendenciosos, favoreciendo ideas preconcevidas de antemano, que no siempre se ajustan a la verdad.
    ¿No le parece Sr. Foix?

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