Zapatero y el pañuelo palestino

Los españoles inventamos poco. Miguel de Unamuno lo resumió en un famoso artículo publicado en 1913 en el que afirmaba la célebre frase de «que inventen ellos», refiriéndose a la sequedad creativa española a comienzos del siglo pasado en comparación con el resto de Europa.

Manuel Azaña, preso en un barco fondeado en el puerto de Barcelona en 1934 al ser acusado de inspirar el golpe de Lluís Companys a la República, escribió que «no entro en averiguaciones, pero es manifiesto que en política los españoles inventamos poco».

El invento del Movimiento Nacional que pretendía dar cobertura jurídica a la dictadura franquista acabó con la muerte en la cama del general. Y con los representantes del Movimiento Nacional aplaudiendo fervorosamente en su entierro en las Cortes.

La transición, sin embargo, fue un gran invento que se llegó a poner como ejemplo de cómo pasar de una dictadura a un sistema democrático. Pero el estado de las autonomías, el café para todos de Clavero Arévalo y Adolfo Suárez, no fue un gran invento.

Lo que tiene éxito en el universo democrático es un estado centralizado o un estado federal. El sistema de las autonomías no es homologable en Europa. Pero en este caso ha funcionado durante más de un cuarto de siglo y con bastante éxito. Pero el hecho de que se revisen ahora prácticamente todos los estatutos es una prueba que la patente sólo serviría para una generación.

Ahora asistimos con cierto asombro a lo que se podría calificar como los inventos de Zapatero. Me voy a centrar en la política exterior desarrollada en los casi tres últimos años. Es tan original Zapatero, tan seguro de sus principios y convicciones, que ha conseguido crear relaciones muy tensas con Estados Unidos, el Vaticano e Israel.

El pañuelo palestino que colgaba en el cuello de Zapatero ayer hace presumir varias cosas:

La primera es que no ha viajado ni ha leído mucho.

La segunda es que no sabe con quién se juega los cuartos.

La tercera es que los aliados de España tampoco están en Europa. Felicitó a Schröder por pensar que había ganado las elecciones y ahora se las tiene que ver con Ángela Merkel que es la canciller. No ha establecido relaciones fluidas con Blair. Con la Francia de Chirac, agotada y perdida, mejor no fomentar alianzas. Italia está partida y Prodi tiene muchos problemas en el interior hasta que pueda construir la telaraña de alianzas en Europa y el mundo.

La cuarta es que Chaves y Morales, en Venezuela y Bolívia, han cultivado el populismo que es un peligro para las libertades de todos. Los dos caudillos han visitado Madrid, se han abrazado con Zapatero, y han exhibido su alianza con España con la sombra de Fidel Castro al fondo.

Es el cuadro de la política exterior española en estos momentos. Estoy simplificando mucho pero Zapatero ni siquiera es un socialdemócrata a la usanza europea. Es un radical que pretende ser una referencia en el mundo. Un nuevo invento que no dará resultados positivos para los españoles. Al tiempo.