Aquella cierta idea de progreso

Cuesta imaginar cómo será el estilo de vida dentro de un cuarto de siglo. No me refiero sólo a la política, sino a la mentalidad y las relaciones entre los ciudadanos planetarios. Los cambios, cuando son radicales, suelen ser rápidos y envueltos en una gran naturalidad. Sólo cuando se han producido se advierte la enorme diferencia entre los paisajes anteriores y los actuales.

Los cambios que se observan ahora son muy radicales y transcurren a gran velocidad. Alguien que viviera hace medio siglo difícilmente reconocería el funcionamiento y las prioridades de las gentes de hoy. Cuenta el historiador Paul Kennedy que nadie que viviera en 1480 podía vislumbrar el mundo de 1530, sólo medio siglo después. De repente apareció un universo de naciones estado, surgió la ruptura de la cristiandad, la expansión europea hacia Asia y las Américas, la revolución de Gutenberg en las comunicaciones y una muy considerable socialización de la cultura y el conocimiento. En Occidente se trazó la mayor línea divisoria hasta entonces conocida. Todo proceso termina en un tajo, detrás del cual la historia sigue y con frecuencia los héroes de los cambios se suelen despeñar.

Al final, los hombres y las naciones acaban haciendo lo que es más correcto después de haber agotado todas las otras posibilidades. Después de las grandes catástrofes vividas en Europa el siglo pasado, después de tantos millones de muertos en acciones de guerra, el mito o el espíritu carolingio volvió a prender en sociedades agotadas y en naciones arrasadas. Todo ello ocurrió después de muchos siglos de divisiones, guerras y cismas étnicos, religiosos y culturales. Aquella idea de ciudadanía romana, muy imperfecta pero a la vez muy práctica, se intenta ahora reconstruir con una Europa a la que le atormenta el recuerdo de las barbaridades del pasado.

El equilibrio es tan frágil que se puede romper en cualquier momento por las viejas rivalidades de los estados. En lo que se refiere a Catalunya y España, cuando se haya dilucidado democráticamente la organización territorial y política, habrá que privilegiar la educación, el estudio, la ciencia, la investigación en la universidad y la creatividad. Sin esos motores de progreso en pleno funcionamiento, estamos perdiendo el tiempo, y las oportunidades para el bienestar propio y ajeno. Se está dañando la convivencia.

Sería una lástima que en la época de mayor masa crítica de conocimientos y de oportunidades para promover una sociedad más justa se perdieran tantas energías en universos simbólicos y en voluntarismos que producen incertidumbre en los gobernantes y los gobernados. Sea cual fuere la fórmula de organización política que salga al final del proceso, será urgente recuperar aquella cierta idea de progreso que ha hecho grandes a los pueblos. El tránsito hacia la Arcadia feliz no puede ser indefinido.

Publicado en La Vanguardia el 23 de octubre de 2014

  10 comentarios por “Aquella cierta idea de progreso

  1. Ho lamento, però ho veig tot molt difícil,no crec, però si crec.Falta l’essencial, el bàsic i és que per sobre de tot estigui l’interès del país, els seus ciutadans.
    No hi ha creença democràtica, ni sentit d’estat, i per la qual cosa ni cultura política, un molt llarg temps perdut que només es podria recuperar amb altres líders polítics sans,nets, independentment de les seves filosofies polítiques

  2. Sr. Foix, la seva demanda és obvia..no ??….

    Només comentar que, per a qualsevol persona o país que volgui CREIXER i PROGRESSAR, es condició previa i imprescindible ,saber primer : «QUI ES».

    • No estoy del todo de acuerdo. No creo que el desarrollo de un país o una persona sea producto de haber encontrado su identidad. En todo caso el desarrollo y el progreso en muchos casos prefiguran esa identidad. Un niño no sabe cual será su vida ni su papel en el mundo. No tiene siquiera porque saberlo nunca. Solo hace falta observar la historia. Los países y las personas, si puede establecerse tal paralelismo, encuentran su identidad por el camino. Y a veces, se pueden sacar falsedades, como creerse el pueblo elegido o la persona imprescindible. En realidad no tiene porque gustar lo que se encuentra. Es inquietante.

      Evidentemente si por el contrario te refieres a un análisis personal de lo que uno quiere y la certeza de lo que uno quiere hacer, o si lo prefieres la voluntad de un pueblo expresada en unas votaciones, es diferente. Pero si te fijas bien se sigue cumpliendo lo que te digo en el parrafo anterior: nunca puedes tener la certeza a este tipo de preguntas existenciales, quizá pequeños engaños con los que sentirte mejor y dar sentido a tu vida. Pero llegados aquí considero más importante lo que se hace en la vida que resolver esa duda existencial, esos actos vitales son los que nos definen.

  3. Sr.Foix: Me pregunto ¿ Cuando los que medran a costa del sistema, se apoderan de la dirección del sistema para medrar aun más, que idea de progreso nos queda ó nos puede quedar a los ilusos, éticos y honrados ?

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