La peligrosa guerra de desgaste

El factor humano está ausente y solo conocemos la magnitud del desastre por los testimonios de heridos, familiares, desertores o fotografías de camposantos improvisados en tierras sembradas de tumbas. Es la guerra de los drones que acaba matando a miles de personas.

Por mucho que se pretenda presentar la guerra en Ucrania como un conflicto tecnológico, con sus drones, sus aparatos de precisión para destruir objetivos del enemigo, algoritmos generados por la inteligencia artificial para guiar los proyectiles lanzados desde los tanques, móviles cargados de información… lo cierto es que la tragedia humana de los que sufren permanece escondida.

Seguimos la guerra por las redes sociales sin disponer de información fiable y sometidos a la propaganda de gobiernos y estados mayores. Hemos visto cómo los rusos destruían edificios enteros de ciudades del Donbass y los partes hablan de uno o dos muertos y varios heridos. El factor humano está ausente y solo conocemos la magnitud del desastre por los testimonios de heridos, familiares, desertores o fotografías de camposantos improvisados en tierras sembradas de tumbas.

No hay guerras modernas, todas son muy viejas, por el hecho de utilizar armas destructivas que aparentemente no causan daños a quienes las emplean. Tampoco las planificaciones de los estados mayores se cumplen porque todo conflicto comporta improvisaciones y contratiempos inesperados.

La guerra de Ucrania se ha estabilizado en la destrucción y la muerte, el desgaste humano, la lucha por conquistar una ciudad o por detener el avance del enemigo como ocurrió en Verdún y el Somme en la Gran Guerra de 1914. Bajmut, esa estampa de devastación de barrios arrasados y calcinados, es la imagen siniestra de la guerra de todos los tiempos. Por muy modernas que sean las armas siempre se utilizan para matar a otros. La película Oppenheimer de Christopher Nolan muestra el dilema moral entre el avance de la ciencia y la fabricación de armas que un día segarán la vida de otras personas.

Los muertos rusos y ucranianos se cuentan por millares, según las estimaciones más conservadoras. The Wall Street Journal se aventuró a cifrar en más de veinte mil los ucranianos mutilados por acciones de guerra desde el comienzo de la invasión. Nadie se atreve a dar el parte fatídico del número de víctimas rusas. Putin diseñó una operación rápida invadiendo Ucrania para imponer un gobierno sometido al Kremlin y se encontró con una resistencia inesperada de un pueblo que envía a sus hijos a la muerte para defender su soberanía y su libertad.

Zelenski ha demostrado un valor y un liderazgo inesperado plantando cara militarmente a un invasor que ha demostrado no tener ningún respeto por la vida de los rusos y mucho menos de los ucra­nianos.

La historiadora Margaret MacMillan, la más reconocida especialista en la Gran Guerra, dibuja el estado de ánimo de los estados mayores alemanes y franceses que enviaban a miles de soldados a morir en Verdún porque no se atrevían a plantear un armisticio o un alto el fuego. Aquella guerra de desgaste se reproduce más de un siglo después con el estancamiento de dos ejércitos que avanzan o retroceden unos kilómetros en el frente ucraniano con grandes dificultades y con muchas bajas.

Putin envía señales hostiles a la OTAN con vuelos de cazas militares penetrando en el espacio aéreo danés o británico, una provocación que puede ampliar el conflicto a una escala destructiva mundial. Estados Unidos y Europa siguen suministrando armas a Ucrania para resistir una invasión injustificada que equivale a una anexión.

La contraofensiva ucraniana está siendo lenta y tropieza con dificultades inesperadas. Todas las guerras se ganan o se pierden en el cuerpo a cuerpo y en la ocupación de un territorio en disputa. Zelenski acaba de destituir a todos los res­ponsables de los centros de reclutamiento ucranianos acusándolos de corrupción. El miedo es a veces más poderoso que el patriotismo.

El momento es más dramático de lo que pueda parecer. No solo porque la guerra encarece los alimentos básicos para cientos de millones de personas que recibían grano de Ucrania y energía de Rusia, sino porque las posiciones son tan rígidas como intransigentes. Es Putin quien ha invadido Ucrania y el que ha causado las desgracias que solo conocemos en parte. Ucrania se defiende y Occidente la apoya. Si Putin se sale con la suya, el futuro de Europa correrá peligro. Cuanto más tiempo dure el conflicto mayor es el riesgo de una guerra que altere o destruya la relativa estabilidad de las democracias occidentales.

Publicado en La Vanguardia el 23 de agosto de 2023

  8 comentarios por “La peligrosa guerra de desgaste

  1. I els herois que van possar xinxetas i claus a la carretera per la Vuelta, amnistiats tambe?. I tant!
    I Barcelona a media luz en la primera etapa de la Vuelta. I tant!
    Quina colla de carcas, uns i altres!

  2. Ja esta be de bridge i migdiada Sr. Foix!

    Aqui tenim temes cabdals que necessiten la seva reflexio:

    La mili de la Leonor.
    La tocada de webs i pìquito del Rubi.
    El catala al congres i a Europa (oh Europa!)
    El prestec de diputats aspañols a partits de casa nostra. Tot per Catalunya!
    El accident del wagneria en cap.
    Repeticio de les generals, si-no?

    Per triar i remenar. Inclus i poden haber temas seriosos.

    Somhi!

  3. Se ha caido un vion en el que iba Progozhin, mandamas del grupo Wagner, y ha fallecido.
    Roma no paga a los traidores.
    Si le das a un jabali, no lo dejes herido.

    • poesía para blanquear a un genocida… el derribo del avión ha sido un genocida matando a otro genocida, sin más… comparar con un jabalí es un insulto tanto para el jabalí como para quien lo hace.

        • Que casual que el accidente coincide con la destitucion del general Surovikin que se tomo unas jornadas de reflexion.

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