La Británica que me costó tanto

Una noche de verano de 1976 me encontraba en el amplio restaurante de un hotel compuesto por varias chozas en la ciudad de Francistown, un poblado de Botsuana con estación ferroviaria paralela al desierto de Kalahari. Apareció un personaje pelirrojo que resultó ser escocés y se acercó a mi mesa pidiendo compartir cena. Eran tiempos de fuertes cambios en el África austral. La revuelta de Soweto había causado cientos de muertos en aquel suburbio de Johannesburgo, la guerrilla de Mugabe se movía en el interior y exterior de la Rodesia gobernada por la minoría blanca de Ian Smith y las colonias portuguesas de Angola y Mozambique acababan de obtener la independencia después de una larga guerra. Me detuve en Francistown para hablar con líderes de la guerrilla.

Enciclopedia Británica

Bajo la gran choza restaurante le pregunté al comensal escocés qué le traía por allí. Nada, me dijo, intento vender una Enciclopedia Británica. En Chicago están empeñados en poner un señal en el mapa de Botsuana para que conste que la Enciclopedia está en todas partes del mundo. Llevaba una semana y no había conseguido vender ni una.

Ayer me impactó la noticia de que la Enciclopedia Británica va a dejar de imprimirse y sólo se podrá consultar digitalmente. Recuerdo el día en que conseguí tener en la estantería de mi casa los 32 volúmenes del compendio probablemente más riguroso del conocimiento generalista. La pagué en 24 mensualidades y la consultaba con frecuencia como fuente de referencia. Hace tiempo que permanece solitaria sin que nadie se acerque a abrir un volumen. Está disponible en el ordenador con sólo introducir una clave. Todo se encuentra más rápido.

Jorge Luis Borges cuenta que uno de sus pasatiempos habituales era leer la Británica desde el primer al último volumen. Fue publicada por primera vez en 1768 en Edimburgo y ha sido la acumulación más impresionante del saber hasta hoy. La sede central se encuentra ahora en Chicago y desde allí llega la noticia de que cuando se agoten las ediciones impresas en 2010 dejarán de editarse los 32 volúmenes perfectamente encuadernados con tapas gruesas. Más de siete millones de colecciones se han vendido en los últimos 244 años.

Es una prueba más de cómo la información, el conocimiento y la realidad transitan cada vez más por las redes virtuales que nos han facilitado las nuevas tecnologías. El editor de la Británica, Jorge Cauz, ha reconocido que el conocimiento está cambiando tan rápidamente que muchos contenidos eran ya obsoletos cuando se acababa de imprimir la última edición.

Termina una forma para acceder al conocimiento seguro y riguroso. Quizás el anuncio de que no se editará más la Británica es un paradigma del mundo nuevo en el que ya nos movemos con total normalidad.

Publicado de La Vanguardia el 15-3-2012

  6 comentarios por “La Británica que me costó tanto

  1. dear mr. foix, i think the espasa was much better for philologues and better knowledge, but i understand what you wanted to said. england made us… mad i presume… regards

  2. Sr. Foix: Hay que ver hasta donde ha llegado el ingenio creativo y la inventiva del ser humano. Poder ver, consultando a discreción y rapidamente la enciclopedia Britannica de 32 volumenes, contenida totalmente en un disco DVD, hubiera sido ciencia ficción para nuestros padres o abuelos.

    Pero también hay que ver lo rapido que nos acostumbramos a los cambios y a las nuevas tecnologías.

    De todas maneras observo que actualmente vivimos en un mundo totalmente informatizado. Donde domina y manda más lo digital y virtual que la lógica.

    Muchos adelantos, mucha informática, muchos robots que lo hacen todo pero el pan aun hay que sudarlo y que aun existen seres esclavizados. Y aun existe el sufrimiento, la esclavitud y el hambre y la sed.

    No hemos cambiado tanto. Pero si que han cambiado algunos gangs de las finanzas organizados, que se sirven de la velocidad y efectividad de la transmisión de datos y ordenes a traves de internet para desequilibrar a su favor todas las Bolsas mundiales.

    La humanida resolverá este problema. Pero de momento seguramente pasaremos un periodo tiempo necesidades, sufrimientos, dramas, ect.

    Pienso que aún no hemos digerido plenamente ni los efectos de la televisión, la informática e internet en el comportamiento del ser humano y de su mente.

    En fin. Son solo meditaciones.

  3. Durante muchos años la Britannica fue mi oscuro objeto del deseo. No es que estrictamente me fuera imposible comprarla, pero en una economía familiar uno no puede poner sus caprichos por encima de todo lo demás. Finalmente apareció la versión digital en DVD. Desde entonces ya he comprado un par de actualizaciones por precios tan razonables como 40 o 50 dólares. Y, efectivamente, pudiendo hacer una búsqueda rápida a golpe de ratón, ¿quién se encarama a un taburete para alcanzar el volumen correspondiente?

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