Recuerdos lejanos de Botswana

La terminal de Air Botswana en Gaborone en 1976 (Fotos Ll.Foix)

Botswana me resulta familiar. Pasé unos días en el Holiday Inn de Gaborone después de ser expulsado de África del Sur tras los sucesos de Soweto en junio de 1976. El régimen del apartheid estaba en pleno apogeo, Mandela se encontraba en la cárcel, el obispo y premio Nobel de la Paz, Desmond Tutu, recibía a periodistas extranjeros en un despacho de la catedral anglicana de Johannesburgo y la separación racial era absoluta en los parques, los trenes, los barrios y las tiendas.

La policía blanca me detuvo en la ciudad suburbio de Soweto tomando fotos y circulando con un coche alquilado. Había carteles bien explícitos que no se podía entrar en aquella ciudad de un millón de habitantes. Una revuelta de destrucción se había cobrado centenares de muertos. El régimen no podía ni quería que se supiera lo que había ocurrido.

Pasé dos noches en la comisaría central de Johannesburgo, me interrogaron muchas horas y acabaron declarándome persona non grata invitándome a que abandonara el país en 24 horas. Repuesto de la detención, me trasladé a la estación para subir a un tren con destino a Gaborone, capital de Botswana, a pocos kilómetros de la frontera con África del Sur.

El Grand Hotel de Francistown

Descansaba en la piscina del hotel cuando la BBC abría sus informativos con la noticia de que unos guerrilleros katangueños habían entrado en Kolwezi, en el Congo, y estaban causando estragos. Gaborone era una ciudad quieta, medio muerta, con pocos habitantes pero con grandes edificios en los que se levantaban las embajadas de Estados Unidos, la Unión Soviética y China. Era como un mirador privilegiado sobre lo que podía ocurrir en África del Sur. Una capital cosida de espías de medio mundo. Eran tiempos de la guerra fría, de los movimientos de liberación en toda África y en los procesos de independencia que estaban en marcha. Rhodesia era una piedra en el zapato de la diplomacia británica.

El tren salía de Gaborone y bordeaba el desierto de Kalahari que ocupa un 75 por ciento del territorio nacional. Botswana tiene el privilegio de ser uno de los pocos países africanos que no ha sufrido nunca un golpe de estado. Era un tren rhodesiano que llegaba a Bulawayo, Salisbury y luego se desviaba hacia las cataratas Victoria o bien hacia la capital zambia de Lusaka.

El tren rhodesiano con primera, segunda, tercera y cuarta clase que cruzaba Botswana

Se viajaba en primera, segunda, tercera y cuarta. En primera se iba muy cómodo en aquellos vagones británicos de antes de la Guerra Mundial. Decidí hacer parada y fonda en Francistown, un a ciudad plagada de guerrilleros y agentes de inteligencia rhodesianos. Podía escoger entre el Gran Hotel o el Francis Hotel.

Daba lo mismo. Se trataba de chozas con una cama, una ducha, una mesa grasienta y una silla inestable. Fui a ver el gobernador para darle cuenta de que pasaba por allí. No se quede mucho, me dijo, porque es blanco y sospechoso de ser espía o agente rhodesiano.

Un rinoceronte a la vera de la vía del tren cerrca de la frontera con Rhodesia

Al día siguiente cogí el próximo tren que pasaba a la misma hora. El clima era grato y el verdor ambiental lo invadía todo. Sobre todo la vega de la derecha mientras que el desierto de Kalahari se abría inmenso si salías al pasillo de ferrocarril y mirabas hacia el horizonte occidental. El ferrocarril se detenía en un descampado y cientos de hombres, mujeres y niños salían de las matas para ofrecer piezas de madera artesanales, pieles de animales mal tratadas, cerámica muy primitiva a cambio de un dólar.

Las jirafas estiraban sus cuellos en el horizonte, los rinocerontes dormían ajenos al paso del tren, había pisadas de elefantes a la vera de las vías, chavales con flechas corrían junto al tren que transitaba muy lentamente.

Paramos antes de cruzar la frontera con Rhodesia. Una carretera conducía hacia el parque en el que ha cazado el Rey de España y otros acaudalados personajes de Occidente. Decidí cruzar la frontera y acercarme al aeropuerto de Salisbury, hoy Harare, para volar hacia Lusaka y acercarme al sur del Congo donde los katangueños estaban haciendo estragos. Los ejércitos franceses y belgas consiguieron frenar a los invasores. Volví a Zambia y luego pasé unos días en Nairobi, Kenia, antes de regresar a Londres. Hace más de 35 años.

  20 comentarios por “Recuerdos lejanos de Botswana

  1. En LV digital ahora mismo podemos dejar comentario de cualquier tema de portada, menos de cuatro que tambien estan en portada: no podemos opinar sobre la griega, sobre el borbon, sobre froilan ni sobre felipe.
    Esto es anacronico, carcamal, papanatas y cutre.

  2. Sr. Foix,
    magnificos recuerdos, seguro que tiene muchos como ese, no hace falta que sea actualidad para sacarlos,seria un capitulo de ese gran libro que publicara algun dia y que espero con deleite

  3. Està molt bé aquest article sobre les vivències de llavors. És el tipus de cròniques que només poden fer els corresponsals que formen part d’una bona escola de periodisme. En Tomàs Alcoverro és un dels qui ho fan de manera també excel·lent. Les referències històriques sobre les caceres borbòniques de l’anterior post són, a més, divertidíssimes. Això del Rien de Lluís XVI és veritat, i és molt il·lustratiu del que passa quan es perd el contacte amb la realitat (que és el que ha passat a Botswana ara).

    Pep Martí

  4. Molt interessant i agradable el seu relat Sr Foix, vosté si que s’ho ha currat i segueix fent-ho, i sap tantes coses perquè s’ha documentat i les ha viscut de ben a prop. Jo , quan el sento pels medis o el llegeixo,si més no em fa passar una estona agradable intentant buscar el sentit comú com a forma de solucionar els problemes com a contrapartida de tants inputs negatius i desagradables que tant sovint t’agrien la majoria d’hore del dia.

  5. Sr. Foix: Me quedo con el último parrafo por lo de «acaudalados personajes». Mientras el paro sigue. ¡ No comment !

  6. Sr.Foix: Por curiosidad… y aunque hace más de 35 años que estuvo Vd en Botswuana…¿ Sabe si ya estaba roto entonces el escalón del hotel con el que se ha tropezado nuestro monarca…?

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