Europa, una referencia en el mundo

La genialidad de los fundadores de la Unión Europea consistió en desarrollar una mano invisible que propiciase el nacimiento de una sociedad ordenada, a partir del interés nacional de cada país. Al nucleo de los primeros seis Estados que firmaron el Tratado de Roma en 1957 se fueron añadiendo progresivamente y en distintas etapas los nuevos miembros hasta llegar a la realidad de hoy.

Firma del Tratado de Roma en 1957

Somos 27 estados, con una población de 500 millones de personas, generamos un cuarto del producto bruto mundial, somos la primera potencia comercial y representamos la mitad de la ayuda al desarrollo. Es un gran club de estados que han entrado todos por propia iniciativa, han pasado las pruebas de ingreso y se han convertido en miembros de pleno derecho. El poder de persuasión de la Unión Europea consiste en que todos tienen que cumplir las mismas normas que observan el resto de miembros.

Somos una multitud de pueblos, de idiomas, de culturas y de visiones. Decía Hans Magnus Enzensberger que ése es también el encanto de Europa. En Estados Unidos viajas miles de kilómetros y la comida es la misma, las carreteras parecidas, todo es igual. Mientras que en Europa “si quiero salir de mi manicomio nacional, a una hora de vuelo estoy en otro manicomio, pero con una mentalidad diferente, con manías y obsesiones distintas”.

El objetivo principal de Europa es evitar los conflictos bélicos considerando que lo natural en el continente ha sido la guerra a lo largo de los siglos. El debate sobre si Europa ha alcanzado el techo en términos del número de estados miembro se ha planteado en las sucesivas ampliaciones. Cuando los estados que habían vivido bajo el control militar, económico y político de la Unión Soviética tuvieron la oportunidad formar parte de la UE, lo hicieron todos en bloque.

La fuerza de esta Europa a la que todavía tantos llaman a la puerta no está en su ejército, en su uniformidad o en su coerción. Hay que buscarla en que cada país persigue su interés nacional que lo puede hacer compatible con el interés general que resulta de la suma de todos los estados miembros.

Hemos sido capaces de abandonar el viejo y estéril concepto de basar nuestra seguridad en la debilidad del otro mientras que ahora sabemos que seremos fuertes y prósperos si nuestros vecinos también lo son. Europa ha pasado de ser una incubadora de guerras mundiales a convertirse en una correa de transmisión de paz y democracia en el mundo entero.

Hay que decir, sin embargo, que Europa vive en una constante interinidad que muestra su cara más frágil. Es una potencia económica mundial pero políticamente es más una referencia que un centro de poder al lado de las grandes potencias emergentes y las que están consolidadas como actores principales en el concierto de naciones. Es nuestra Europa pero también la de los otros, es la convivencia y el progreso. La incógnita es si esta realidad puede perdurar en el tiempo.

Texto para la revista El Ciervo

  5 comentarios por “Europa, una referencia en el mundo

  1. La incertesa crea inseguretat. Hem de passar de ser una referència incerta a ser testimonis segurs. Encara que la única segureta és DÉU i la seva Providència. Per això tenim tants Sants Patrons d’Europa: Sant Benet, Edit Stein…ho necessitarem tot. Una abraçada Josep

  2. A ver si dejan un país más, sería un detalle. Hace un tiempo El País hizo una serie de entrevistan sobre el tema de Europa:

    http://www.elpais.com/articulo/internacional/Entrevistas/sierve/Europa/elpepuint/20100207elpepuint_5/Tes

    En una de ellas Magris dice :

    P. ¿Y cómo ve ahora la posible utopía europea?

    R. Soy muy pesimista a medio plazo y sigo creyendo que será muy difícil llegar a una verdadera cohesión. Será necesario renunciar al principio de unanimidad porque la democracia no es unanimidad, la democracia se decide por mayoría. Sólo el totalitarismo o el fascismo suponen que todos están de acuerdo. Habrá que potenciar las autonomías, en un sentido concreto, técnico. Desafortunadamente, Europa, tras haber sido amenazada por los totalitarismos, está ahora amenazada por los particularismos. Es una postura cerrada porque se ven sólo los intereses de una pertenencia étnica. Hay que salvaguardar el particularismo. Pero no a costa de enfrentarlo. Por ejemplo, ¿por qué defender el bable frente al castellano? Se lo ofende convirtiéndolo en una bandera ideológica. Yo siempre hablo en dialecto en Triste, y lo hago de manera espontánea, no ideológica, y no lo contrapongo al italiano. Hay un delirio de la fragmentación ahora. En Italia hubo una propuesta de sustituir el himno nacional por los himnos locales. Y pensé que entonces el presidente del Consejo de Trieste sería acogido con el himno de los borrachos, «Ancora un litro de cuel bon…» [Un litro más de vino bueno…]. Esto es un veneno, porque es una manera salvaje de rechazar al otro. ¡Y si el otro empieza en la periferia de Trieste, qué no ocurrirá entre Francia, Italia o España! ¡Imagínate si a esa lista sumamos Irán!

    P. Esos particularismos son una evidencia desde hace rato en España…

    R. Lo sé. En este momento en España están emergiendo ciertos particularismos que no están bien organizados. Obviamente, no apoyo el centralismo franquista, pero la reacción actual no permite seguir adelante. Si una región mira solamente hacia dentro de sí misma, no sólo daña a España, sino que daña a toda Europa. Cada uno tiene su identidad, que puede ser triestina o aragonesa, que hay que tomar en cuenta sin ese delirio de aislamiento que va en contra de la integración y del diálogo. Yo intervengo siempre para defender a los inmigrantes, pero una vez unos padres islámicos querían clases reservadas para los estudiantes islámicos. ¡Si yo hubiera pedido clases sólo para estudiantes católicos, hasta el bedel me hubiera echado a patadas!… No quiero que se me malinterprete: yo escribí sobre muchos microcosmos, visité pueblos en los que no viven más de 800 personas. Pero hay que ponerlos en valor sin hacerlo en detrimento de otros.

    P. ¿Suponen esos particularismos un freno para el Estado europeo que usted alienta?

    R. Claro que sí. Es un freno que impide, o por lo menos hace más difícil, la gran política, los grandes diseños. Las grandes realidades políticas del pasado siempre han tenido un momento creativo. Europa, naturalmente, nace en una época democrática y por suerte no a través de conquistas, sino de pactos, gracias al espíritu de la negociación. Estamos pasando por un momento de cansancio. Pero aunque estemos dando dos pasos hacia adelante y un paso y tres cuartos hacia atrás, creo mucho en los pequeños pasos.

    ….

    Ahora hay una exposición de la Triete de Magris en el CCCB. Muy interesante.

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