Consensos y grietas en la UE

La Unión Europea pugna contra la intervención directa de Putin para su disgregación y con el enfriamiento de la alianza con la América de Trump

Uno de los logros de la Unión Europea ha sido la práctica del consenso entre países que compartían principios democráticos. Sigue siendo así, como hemos comprobado en la costosa elaboración de una declaración sobre la grave situación en Venezuela. Pero el consenso es cada vez más difícil porque los intereses nacionales de los estados quieren recuperar competencias que han sido traspasadas a las instituciones europeas.

El Brexit y la crisis que ha ocasionado en Gran Bretaña son una consecuencia de la corriente disgregadora que los partidos euroescépticos han introducido en prácticamente todos los países de la Unión. La extrema derecha avanza en toda Europa y las elecciones de mayo pueden dibujar un Parlamento en el que las dos grandes familias políticas europeas –conservadores y socialdemócratas– tengan que aliarse para defender cuestiones básicas irrenunciables como el respeto a la justicia y la defensa de las minorías.

La batalla ya no se presenta en términos de destrucción de la Unión Europea sino de cambiarla introduciendo nuevos consensos disgre­gadores. ¿A quién le interesa debilitar a la UE como entidad con prestigio y atractivo económico, político y cultural? A la Rusia de Putin y a los Estados Unidos de Donald Trump. Por razones distintas pero dentro del campo de la geoestrategia. Una Europa fuerte inquieta a las que fueron las potencias de la guerra fría. A China, en todo caso, le interesaría comprarla, lo cual es imposible porque no tiene precio ni está en el mercado.

Con la incorporación de Croacia en el 2013 la economía de la UE era mayor que la de Estados Unidos y que la de China. Superaba ocho veces a la de Rusia y con sus procedimientos democráticos y sus políticas sociales ofrecía una alternativa suave a las fuertes desigualdades de Rusia, China y Estados Unidos.

La campaña de los próximos meses se va a librar en si se quiere mantener el modelo de los consensos o bien se abren grietas que ­debiliten los avances en la unidad fiscal, ­financiera, diplomática y la libre circula- ción de personas y bienes levantando viejas ­fronteras.

El presidente Trump ha tuiteado contra la baja aportación de los países europeos a la OTAN en comparación con la contribución de Estados Unidos. Ha dicho que la Alianza Atlántica es obsoleta y ha levantado las alarmas en los países de la Unión en los que se ­teme que la seguridad colectiva sea susti­tuida por ejércitos nacionales para defen- der sus fronteras reales y simbólicas, con el peligro de que las guerras del pasado en Europa vuelvan a ser una posibilidad. Los intereses compartidos entre Estados Unidos y Europa permiten presagiar que el concepto de “América primero” implantado por Trump sea un fenómeno pasajero y, en todo caso, siempre estará sometido a los con- ­trapesos propios de la tradición política norteame­ricana.

El factor Putin es mucho más inquietante y peligroso porque forma parte de una política a muy largo plazo que ha tenido ya sus efectos en la elección de Donald Trump en el 2016, en el Brexit del mismo año y en los movimientos populistas y nacionalistas que han impuesto sus discursos en sectores cada vez más amplios de las sociedades europeas.

Timothy Snyder lo cuenta con mucho detalle en su libro El camino hacia la no libertad, en el que afirma que a los europeos nunca se les había ocurrido preguntarse si los debates en internet estaban manipulados desde ­fuera con intenciones hostiles. En Estados Unidos el fiscal Mueller está llegando a conclusiones alarmantes sobre la intervención de Rusia en el resultado de la campaña de Trump.

Snyder asegura que la política rusa para destruir la Unión Europea adoptó varias formas como “el reclutamiento de dirigentes y partidos europeos para que representaran los intereses rusos en la desintegración de Europa; la penetración digital y televisiva del discurso público para sembrar la desconfianza respecto a la Unión; la captación de extremistas y fascistas para la promoción pública de Eurasia, y el apoyo de todo tipo de separatismos”.

El ascenso del populismo, el Brexit y la elección de Donald Trump eran objetivos de la política de Putin a partir del 2010, asegura Snyder. Pero el hecho de que alcanzara estas metas pone al descubierto la vulnerabilidad de las sociedades democráticas.

Los casos de revelación de secretos por el soldado Manning, Julian Assange y Edward Snowden han evidenciado la fragilidad de los sistemas de seguridad occidentales. Los secretos han dejado de serlo y están al al­cance de muchos gobiernos que quieran ­hacer uso de ellos. La democracia y el principio de legalidad están en peligro. Y Europa también.

Publicado en La Vanguardia el 30 de enero de 2019

  5 comentarios por “Consensos y grietas en la UE

  1. Ahora va a resultar que el señor que esta en el centro de la foto que ilustra este articulo va a ser culpable hasta de la muerte de Manolete.
    El susodicho esta flanqueado por dos especimenes francamente grotescos y que representan a un Occidente decadente y en caida libre.
    Resulta que Putin, segun el Sr. Foix es el unico que ha logrado alcanzar sus objetivos. Que verguenza, que pena y que oprobio no?
    El articulo de hoy de nuestro querido anfitrion al que tanto admiro, roza el panfletismo. Hablar de planes trazados en el 2010 para desestabilizar la UE y demas occidentalidades suenaun poco a protocolos de sabios ful.

  2. Contra las grietas mas importantes: EEUU,Brexit,china,Rusia, Venezuela, inmigracion, crisis clase media, robotización….solo hay una clave, mas union y mas federalismo en Europa

  3. Sr. Foix : Los políticos con poder decisorio y en general todos los políticos, siguen… sin vivir la realidad.

    La ética y la honradez brillan por su ausencia, deslumbradas por la codicia y la corrupción institucional del poder, en cada nación.

    Asi de facil. Es lo que se lleva ahora y siempre.

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