El pasado nunca pasa

Hace 80 años una redada en París confinó a 13.000 judíos en el Velódromo de Invierno que fueron conducidos a los campos de exterminio. El presidente Chirac fue el primero en responsabilizar a Francia de su colaboración con la politica de exterminio de judios de Hitler.

El pasado nunca pasa. Los hechos mandan sobre las percepciones. El filósofo francés de origen búlgaro, Tzvetan Todorov, dijo que hay que hacer una distinción imprescindible entre la recuperación del pasado y su utilización para las políticas del presente. No es lo mismo hablar de los hechos de la historia que de la memoria histórica.

Ayer se cumplieron 80 años de la redada de judíos en París que fueron confinados en el Velódromo de Invierno y entregados a los alemanes que los condujeron a la barbarie de los campos de exterminio. La primera ministra, Elisabeth Borne, escribió un tuit diciendo que “hace 80 años, 13.000 inocentes, por ser judíos, fueron entregados a la barbarie en la promiscuidad y la angustia del velódromo de Invierno. El Estado francés tiene una responsabilidad delante de la historia. La República llevará a cabo sin cesar el combate para su memoria”.

Francia tardó más de medio siglo en reconocer la responsabilidad de la República Francesa en colaborar en el Holocausto. Se consideraba por muchos que el régimen de Vichy, colaboracionista con Hitler, no era la auténtica Francia. Se sabía lo que había ocurrido pero no se asumían responsabilidades. Fue el presidente Jacques Chirac que en esa misma fecha de 1955 reconoció oficialmente que “sí, la locura criminal del ocupante fue secundada por franceses, por el Estado francés”, que entonces estaba representado por el régimen colaboracionista de Vichy. En el memorable discurso dijo también que “esas horas negras mancillan para siempre nuestra historia y son una ofensa a nuestro pasado y nuestras tradiciones. Francia, patria de la ilustración y de los derechos humanos, tierra de acogida, de asilo, cometió entonces algo irreparable: faltó a su palabra y entregó a los verdugo a sus protegidos. Con ellos mantenernos una deuda imprescriptible».

François Mitterrand, su predecesor, instauró la conmemoración del 16 de julio pero rechazó que la República Francesa aceptase la responsabilidad de la deportación de judíos ordenada por el régimen del mariscal Pétain, que abolió el sistema republicano en 1941. En Francia vivían 350.000 judíos en 1939. Fueron deportados y entregados a los nazis 76.000 y solo 2.500 regresaron.

La historia es inagotable y la última palabra siempre es la penúltima. Los periodistas hacemos relatos apresurados e imprecisos porque no disponemos de todos los datos y aspiramos a escribir los primeros borradores de los hechos vividos en directo o narrados por testigos presenciales. Luego viene el historiador y arroja nuevas luces sobre los mismos acontecimientos. Más tarde, otros historiadores recomponen la realidad con datos inéditos.

La historia no se hace sino que se rehace, decía Jaume Vicens Vives, que tanto influyó en marcar un cierto canon historiográfico en Catalu­nya y en España hasta su prematura muerte en 1960.

Viene a cuento la figura de Nelson Mandela que pasó 27 años en la cárcel. No miraba al pasado para pasar cuentas de las arbitrariedades cometidas contra él y contra la mayoría de sudafricanos. Se inclinó por la magnanimidad y el perdón cuando el viento de la historia soplaba a su favor y el régimen del apartheid había sido abolido. Impulsó la Comisión de la Verdad para averiguar lo que había ocurrido en su país durante los ignominiosos años. Saber lo que había pasado y mirar hacia el futuro. La memoria histórica es precaria cuando no se apoya en todos los datos al alcance, en bruto, enumerando lo que ha ocurrido para poder empezar a analizarlos desde el punto de vista político, social y moral.

La memoria histórica consiste en reconocer todos los hechos y los crímenes cometidos. Sin excepciones. Saberlo, que los responsables pidan perdón y mirar al futuro para que no vuelvan a ocurrir. Francia lo hizo tarde pero lo hizo. Y aunque no lo hubiera hecho, la realidad sería asumida por la historia y por generaciones venideras. Lo mismo cabe hacer mirando el pasado de las tragedias colectivas vividas por los españoles. Que sea sepa todo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

  3 comentarios por “El pasado nunca pasa

  1. Cuesta mucho pedir perdón y decir que nos hemos equivocado : la humildad y la magnanimdad son patrimonio de pocos !

  2. Cambiando de tema, aprovecho la ocación que me brinda su blog, Sr. Foix, para hablar de los fuegos generalizados por doquier.

    Estoy suscrito a el Geographic Magazine y recuerdo que hace años leí, que desde los satelites hacen unas fotos especiales, que permiten ver , fotografis con diferentes colores, de los metales situados debajo de la superficie terrestre, pero el artúculo, añadía que, los arboles y la vegetación, les impedían dicha visión de los metales.

    No comment

  3. » El pasado nunca pasa » ejemplo : La muerte por fusilamiento de Manuel Companys, ect. y otras criminalidades injustas, que nunca tendrán justificación alguna.

    Soy apolítico e imparcial. No voy a favor, ni en contra de nada, ni de nadie.

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