Parlamentarismo de ficción

Catalunya es un insólito caso en Europa en el que se puede gobenar largo tiempo sin el apoyo del Parlamento.

Los sistemas parlamentarios tienen sus reglas y protocolos. No son perfectos, pero sirven porque son aceptados por el conjunto de fuerzas y partidos políticos. El parlamento es la representación de la soberanía nacional. Los rituales en los cambios de gobierno en el Reino Unido nacen de la Cámara de los Comunes. El primer ministro de turno acude a palacio para informar al rey o reina de que dispone de una mayoría en Westminster para formar gobierno. Lo que diga el soberano forma parte de la vetusta liturgia de la democracia británica. Lo que cuenta es que al salir de la audiencia real, el aspirante es ya primer ministro. Ni siquiera hay una votación para certificarlo.

A veces no hace falta perder la mayoría en la Cámara. Pedro Sánchez, por ejemplo, se dio cuenta del calvario que le esperaba en el Congreso hasta las previstas elecciones generales de diciembre y tomó la iniciativa de convocar elecciones anticipadas a primeras horas del lunes posterior al 28-M. Seguramente no pensó en si podía seguir gobernando, sino en las dificultades para aprobar leyes en un Congreso en el que los apoyos empezarían a flaquear, debido precisamente al batacazo electoral de su partido en las municipales y autonómicas.

Tiene una componente lógica esta inmediata y arriesgada jugada de póker. No hacía falta que analizara los resultados porque la disolución de las cámaras era una acuse de recibo de una clara derrota.

En Catalunya, de acuerdo con la Constitución y el Estatut, vivimos en un sistema parlamentario que en estos momentos es una ficción. El Govern de Pere Aragonès gobierna con 33 diputados de ERC de los 135 que tiene la Cámara. Los socios de Junts abandonaron a cajas destempladas la coalición de gobierno en octubre pasado. Y tampoco puede contar con los nueve diputados de la CUP. Aragonès gobierna en minoría y en solitario.

Para aprobar los presupuestos recibió los votos del PSC de Salvador Illa, pero los socialistas no están en la bancada de apoyo al Govern. Esta situación es insostenible. Me sorprendió Aragonès en la rueda de prensa de ayer en la que daba cuenta de una remodelación de Govern para garantizar la estabilidad hasta las elecciones, previstas para febrero del 2025, lo que equivaldría a un gobierno débil e inoperante durante 22 meses.

Sería propio en cualquier democracia sólida que el partido del Govern, Esquerra Republicana, diera explicaciones del castigo electoral recibido en las municipales del 28-M. Proporcionalmente, fueron más penalizados que el PSOE en el conjunto de España. Nada, ni una palabra. Un cambio de consellers y a seguir gobernando desde la soledad parlamentaria. La política tiene la manga ancha y todo lo admite y tolera.

Pero hay que gobernar y aprobar leyes. El despliegue de las energías renovables, por ejemplo, se está haciendo sin pasar por el Parlament y entregando a empresas multinacionales la explotación de vastas extensiones de fotovoltaicas sin apenas debates y con estudios medioambientales no conocidos por la población.

Catalunya no puede prosperar con esta precariedad parlamentaria del Govern. O ERC encuentra socios para agotar la legislatura o Aragonès se verá forzado a convocar elecciones anticipadas. No conozco una democracia parlamentaria europea en la que el gobierno no llame a las urnas si no goza del apoyo de la mayoría de la Cámara. Aquí sí. No es normal.

Publicado en La Vanguardia el 14 de junio de 2023

 

  7 comentarios por “Parlamentarismo de ficción

  1. Robert Kennedy Jr.: «La Casa Blanca es en gran medida responsable del conflicto en Ucrania»

  2. Este pais no es normal Sr. Foix. Y Vd. tambien lo sabe.
    La segunda autoridad del pais siendo el noi de Pineda la primera (!) hizo su primer acto institucional en Belgica rindiendo visita y pleitesia al valent de Girona que se escapo en el maletero de un coche, pronto hara seis años.
    I aixis anem. Para no creer!

  3. Es que el Parlament de Catalunya és un «Parlament de fireta», en paraules de persones tan políticament distants com Josep Borrell i Pilar Rahola.

    • Fora de la politica fa fred.
      Com la Borras, no surten ni em aigua calenta

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