Desde las catedrales góticas y las amplias planicies con miles de hectáreas de trigo cosechadas día y noche hasta abatir las mieses de las fértiles mesetas del Marne, Francia ha celebrado el 14 de julio abriendo el largo periodo de las vacaciones estivales. El ambiente es pesado e incierto, de confrontación, como en toda la Europa democrática y, por extensión, también en Estados Unidos.
La Francia que se nos enseña en las grandes tardes del Tour existe, es real, mantiene su patrimonio histórico jalonado por viejos campanarios y casonas de piedra que desafían el paso de los siglos.
Los fastos de la fiesta nacional han estado precedidos por un viaje del presidente Macron al Reino Unido, la primera visita que un presidente de Francia realiza a Londres desde hace 17 años y la primera también de un líder de la Unión Europea después del fiasco que ha representado el Brexit para Inglaterra y para Europa. Los pueblos votan libremente, pero también libremente corrigen sus errores. Es imposible borrar las cicatrices que ha dejado la historia en las relaciones entre estas dos naciones, las dos únicas que disponen de armamento nuclear y que pueden ser decisivas para defender y para disuadir.
Francia y el Reino Unido son los países que pueden hacer frente con mayores capacidades en el caso de que Putin cruzara las actuales fronteras protegidas por la OTAN. Borrar las señales hostiles que dejó el Brexit es un acto inteligente que pretende contrarrestar el discurso que el miedo ha sembrado en Europa, que teme el abandono de Donald Trump.
Mientras se construyen muros internos y externos, se levantan barreras para borrar los efectos del tratado de Schengen, se trazan cientos de kilómetros de alambradas con púas para frenar el paso de extranjeros que huyen de la miseria, de la guerra, de la persecución y del fanatismo religioso, el recosido del Brexit es un signo positivo. Nadie pierde identidad, pero todos ganamos en seguridad.
El nacionalismo de los estados modernos que nace en la paz de Westfalia de 1648 tiene que ser compatible con la necesaria unidad europea para combatir las amenazas que vienen del Este, de la vertiente fanática del islam y de un Trump que piensa que Europa es un juguete roto que se puede doblegar con aranceles.
Publicado en La Vanguardia el 17 de julio de 2025




Y de golpe cuando parecia que pedrito_el_guapo estaba tocado, aparece un monton de detritus al otro lado de las barricadas. Pedrito sigue tocado pero a Albertito le ha salido un forunculo de tres pares con la eclosion del caso del vampiro_montoro.
El hedor es insoportable aqui,alla y aculla y si la alternativa es santi__pecho_lobo ja podem plegar.
Esto hace de mal recoser Sr. Foix.
Los franceses, los británicos, y también los alemanes, cuidan mucho su historia. Encabezan los países en que un historiador puede encontrar un mejor trabajo. En Francia no hay ciudad o pueblo en la que no te encuentres un pedazo del pasado en forma de iglesia, castillo, palacio, o monumento conmemorativo. Recuerdo que los dedicados a sus héroes y a sus muertos en la Gran Guerra o en la Segunda Guerra son muy significativos. Lo mismo sucede con sus museos, donde puedes repasar la historia desde antes que esta existiera -en la Edad de Piedra- hasta la integración europea. En el pueblo de Schirmeck, en medio de la cordillera de los Vosgos, podemos encontrar el Memorial de la Alsacia y la Lorena, dedicado a la historia más reciente: desde los combates en las trincheras hasta las deportaciones, las acciones de la resistencia, y luego la liberación, y más tarde el hermanamiento europeo. No falta nada y está hecho desde el rigor sin omitir nada, pero sin ira. Creo que en España haría falta algo así sobre nuestra última guerra civil, pero cómo me han comentado varias veces, este enfrentamiento sigue dividiéndonos. Es una pena porque soy de la opinión que aunque te esfuerces mucho por no buscar enfrentamientos o por no hacer daño en una herida, esta sigue supurando, y la mayoría de las veces desde la ignorancia. De ahí que frente a la ignorancia, conocimiento. Frente a la oscuridad, luz.
Mi impresión es que muchos en Europa tienen miedo. Sea al ruso, al islámico, al diferente, o a su situación económica, que en mi opinión se deja muchas veces de lado. Las dificultades son muchas y no podemos ignorarlas. Pero estoy convencido de que disponemos de mucho material valioso para dar respuesta a todo ello. La clave está, en mi opinión, en valorar lo que tenemos y no renunciar a aquello que nos hace sociedades mejores que otras, por mucho que esto pueda producir una inflamación a muchos, esto es así. Sólo de esta forma podremos afrontar los nuevos retos de la globalización, sea esta del signo que sea, y ofrecer al mundo las herramientas y recorrido que durante mucho tiempo nos han funcionado.
Buen viaje Sr. Foix. Escriba sobre lo que está visitando y viviendo que muchos le leemos con toda la atención y pasamos un buen rato.
Saludos cordiales,