La sangrienta batalla de Libia tiene sus orígenes inmediatos en las revueltas de Egipto y Túnez que han puesto fin a dos largas dictaduras. La cerilla que prendió la hoguerra de protestas en el mundo árabe y musulmán la encendió un estudiante tunecino que se quemó vivo en una ciudad provinciana como protesta porque las autoridades municipales le confiscaron su parada de venta de frutas.
Las revueltas no tienen padre conocido, ni líderes, ni un relato intelecualmente elaborado. Se ha dicho que las tiranías no han podido controlar la ira provocada por la pobreza, la corrupción, la falta de trabajo y la desesperanza de multitud de jóvenes que se han asomado a las televisiones globales y a las nuevas tecnologías para descubrir que podían cambiar a regímenes que se creían inmutables.
Barack Obama puede ser muy criticado en Estados Unidos que le castigaron en las elecciones legislativas del mes de noviembre. Pero vale la pena releer el discurso que pronunció en la Universidad de El Cairo el 3 de junio de 2009 para encontrar un hilo conductor del relato que ha puesto patas arriba la autoridad de muchos autócratas, dictadores y jeques millonarios. Obama afirmaba en el discurso de El Cairo que Israel tiene derecho a una existencia segura pidiendo a los gobiernos árabes que dejaran de utilizar el conflicto de Oriente Medio para incumplir sus propias obligaciones.
Aquel mensaje fue seguido por millones de árabes. También por los líderes religiosos musulmanes que escucharon de Obama que “nuestras hijas pueden contribuir tanto a la sociedad como nuestros hijos”. Estados Unidos, dijo, no está en guerra contra el Islam y no tiene sentido continuar con la hostilidad mutua de los últimos años, añadiendo que la cultura y la fe musulmanas forman parte sustancial de la historia norteamericana.
Obama dijo que ningún sistema de gobierno debe ser impuesto por una nación a otra. A continuación añadió que un gobierno transparente que no robe a su pueblo, la libertad para elegir, el respeto de las minorías, el Gobierno del pueblo para el pueblo, no son sólo ideas norteamericanas sino que tienen vigencia universal.
No es fácil cambiar las históricas relaciones de confrontación entre Occidente y el Islam. Reconozco, dijo Obama, que estos cambios no ocurrirán de la noche a la mañana y que ningún discurso puede erradicar años de desconfianza. Deshacía muchos pretextos que los dirigentes árabes y musulmanes para justificar sus regímenes autoritarios y corruptos.
Admitió que “en privado, muchos musulmanes reconocen que Israel no dejará de existir y que muchos israelíes admiten en privado la necesidad de un Estado palestino”. Es hora de que lo que se dice en privado se diga en público. El futuro está lleno de incertidumbre. Pero algo muy de fondo ha cambiado.
Publicado en La Vanguardia el 3-3-2011
Sr. Foix: He leido con atención el discurso de Barack Obama que Vd. nos indica, y me ha parecido muy lógico y lleno de grandes verdades y buenas intenciones.
Ahora solo falta que todo se vaya haciendo realidad. Y que no le metan la zancadilla sus propios conciudadanos de la oposición, ó grupos poderosos de los otros paises, ect.
Ó algún lobby ó lobbies interesados en que todo siga igual. O sea en un estado permanente de conflictos ó de guerra. Por aquello de enriquecerse a mansalva.
En fin. Ya se verá.
Pienso que la gente cansada y sin esperanzas de encontrar empleo ó trabajo remunerado e incluso sin vivienda ya se han atrevido y se han manifestado en unas revueltas pacificas pero eficaces. Han clamado por la libertad y cambio de gobierno, ect.
Pero en Libia el Hitler Muamar el Gadafi y su ejercito de mercenarios, ha contestado bombardeando a la población civil.
Los civiles y los militares de la oposición han pedido ayuda al mundo y a la ONU, para frenar las masacres y los bombardeos.
Ahora falta ver que hace el mundo civilizado con la ONU, para ayudar a esos pueblos que sufren y mueren. Solo por reclamar lo que necesitan y merecen.
Una enorme expectación se despertó a raíz del anunciado discurso de Barak Obama en la Universidad del Cairo. Un discurso dirigido a todo el mundo islámico. Lo que dos meses antes no había logrado la anunciada huelga cibernética del 6 de abril lo consiguió el nuevo presidente americano en pocas horas. Una ciudad de veinte millones de habitantes como el Cairo completamente colapsada por la visita del nuevo inquilino de la Casa Blanca. Calles cortadas, controles militares aún más excepcionales (como la imposibilidad de abrir ventanas al paso de determinados puntos) y la recomendación a miles de trabajadores de tomarse el día libre ante las innumerables restricciones que la visita comportaba. Camisetas con el lema «Obama, el nuevo Tutankhamon del Mundo» vendiéndose por las calles y, evidentemente, toda la atención mediática para un anunciado discurso que debía cambiar para siempre las relaciones entre la primera potencia mundial, Estados Unidos, y el mundo islámico. Para muchos el discurso de Obama, con visita incluida a la histórica universidad coránica de Al Azahar, ponía fin al antagonismo entre Islam y Occidente. Y a pesar de que muchos han recibido con cierto optimismo el discurso del presidente americano, especialmente desde sectores oficialistas, muchas son también las voces que se han levantado para denunciar que el discurso, paternalista y diáfano, poco o nada cambia la posición de los Estados Unidos en la zona.
A nadie se le escapa la idoneidad estratégica de la visita. Y ésta no es otra que la de reforzar alianzas contra el verdadero enemigo del momento, el Irán chíí de Ahmadinejad. Según numerosos analistas, la visita a Arabia Saudí y Egipto, aliados norteamericanos desde hace décadas, más que mostrar una apertura hacia el Islam muestra la voluntad americana de enseñar al mundo quién está del lado de quién. Y la estudiada visita a los tradicionales enemigos árabes del chiísmo iraní se vislumbra como una estrategia política de gran calibre barnizada con un supuesto nuevo mensaje. Todo adornado con estudiados comentarios en árabe, que muchos ya han ironizado, y con precisas y detalladas referencias al profeta Mahoma y El Corán. Una lavado de cara que supone un cambio en el enfoque del discurso, pero no necesariamente en el de la política. Algunos socialistas egipcios ya han destacado que el discurso de Obama no supone nada nuevo («la montaña más grande de basura que he escuchado en mi vida» en voz del blogger Hossam El Hamalawy).
Según apunta Mostafa Mahi desde el Centro de Estudios Socialistas de El Cairo el discurso de Obama, aparte de «no aportar nada nuevo», se ve forzado por las últimas victorias de la resistencia iraquí además de subrayar que el nuevo presidente ya ha firmado el incremento de tropas y el aumento de 83 millones de dólares en el presupuesto de la guerra en Afganistán. En la misma línea se expresó el movimiento libanés de Hezbollah. El diputado Hassan Fadlallah recordó que la carta de Obama «no incluye ningún cambio real» en la posición americana en Oriente Medio y, en especial, en lo que representa al caso palestino. Un tema del que numerosos activistas criticaron la ambigüedad y timidez con que el presidente americano se refirió durante el discurso, especialmente cuando el mandatario comparó el holocausto nazi con la actual guerra sionista. Por el poeta Youseef Shabaan, sin embargo, la cosa es más conceptual. Según asegura, Obama sigue tratando a los árabes con «arrogancia y prepotencia”, asegurando que el presidente americano se dirige al mundo árabe desde un pedestal cairota para darle instrucciones de cómo hacer las cosas.
Por otro lado, a pesar de que Obama se llenó la boca de derechos humanos, respeto a las mujeres o democracia, numerosas críticas le llegaron por el apoyo a regímenes políticos tan cerrados como el saudí o el egipcio. La visita del presidente americano a regímenes que ejercen con brutalidad e impunidad internacional la represión contra la disidencia política se ha visto como un apoyo a su acción misma. Y la anunciada oportunidad que podía haber supuesto la visita para censurar estas limitaciones civiles pasó de largo. Obama, que antes de ser nombrado presidente había largamente recriminado las alianzas de Bush con ambos regímenes no dudó en calificar Mubarak como un importante aliado con «décadas de experiencia» para «la estabilidad política de la zona» así como afirmó quedar «atrapado por la presencia y sabiduría» del monarca saudí. Incluso el liberal y proamericano Ayman Nour, líder del grupo de oposición El-Ghad, anunció haber echado en falta más contundencia de Obama hacia la falta de libertades en Egipto. No en vano, una manifestación de rechazo a la visita americana, organizada el día antes de la visita por el movimiento de oposición Kefaya, fue duramente controlada por las fuerzas de seguridad egipcias en la céntrica plaza cairota de Tahrir. Algunos de los organizadores fueron retenidos instantes antes de la manifestación por policías de paisano y uno de ellos fue detenido durante cerca de 4 horas y media por las fuerzas de seguridad. También la localización de la conferencia, la Universidad del Cairo, resulta paradigmática en este punto. Una simple visita a su sitio web demuestra cuál es su política cultural y social: «Proteger los estudiantes de ideas destructivas y pensamientos corruptos».
Sea como sea, en el que todos coinciden es que la visita del presidente norteamericano no ha dejado indiferente a nadie y el importante impacto mediático de la misma ha abarcado el mundo entero. Mientras unos esperan que las palabras se conviertan en hechos otros ya aseguran que esto ya se ha demostrado que no será así. Quedará para posteriores análisis saber si el discurso convertirá Obama, como rezaban las camisetas, en un verdadero Tutankhamon mundial. Y sobre cuál de las múltiples caras de un despótico emperador sobredimensionado mediáticamente puede acatar el presidente americano.
El problema creo que se debe analizar de forma global, no solo en paises arabes….el problema sigue siendo el mismo de siempre, la gran desigualdad entre los mas ricos y los mas pobres, hay que hacer disminuir «este intervalo» y solo se puede hacer de una forma, con politicas fiscales de redistribución.
Es un problema de equidad, de que las normas sean para todos las mismas, un problema de justicia, un problema de muchos paises la falta de oportunidades.
La historia es mas simple, la gente quiere un trabajo y ganarse la vida, todo lo demas son historias geoestrategicas que bien saben que no podran hacer nada.
Éste es el momento oportuno para construir sociedades justas y dejar a un lado intereses egoistas y mezquinos.
Le felicito por su artículo, Sr. Foix. Un saludo.
Ja ho diu l’Evangeli «169. Lc 12,3
Per això, tot el que heu dit en la fosca, ho sentiran a plena llum, i el que heu parlat a cau d’orella en la cambra més retirada, ho pregonaran des dels terrats. »
Crec que amb aixo es confirmen les seves paraules sobre el discurs D-OBAMA : Es hora de que lo que se dice en privado se diga en público. El futuro está lleno de incertidumbre. Pero algo muy de fondo ha cambiado.
ESPEREM QUE TOTES AQUESTES REVOLTES SERVEIXIN PER ERRADICAR TOTA LA
L-AMBICIO HUMANA, EGOISTA I DENINGRANT…Una abracada, amic Lluis. J o s e p
Sr.Foix: Leyendo el discurso del presidente Obama y reconociendo la buena voluntad que parece albergar, uno no puede olvidar que todos esos dictadores que ahora están cayendo como brevas maduras, fueron el fruto de la geopolítica estadounidense que ellos mismos defendian como vital hasta hace escasos días. Si el cambio ha sido propiciado por una población cansada de corrupción, injusticias, hambre y miseria, almacenadas durante decenios, entonces habrá que deducir que todos esos millones de personas fueron objeto de un olvido vergonzoso por parte de los intereses geopolíticos o petrolíferos. Si el cambio ha sido propiciado, dirigido o respaldado por esos mismos intereses, entonces habrá que irse peparando para un nuevo desengaño.
Bartolomé, con ironía un trabajador cairota de 67 años aseguraba en la televisión egipcia cuáles eran los cambios que había aportado Obama: «las calles están vacías, las han limpiado, han sacado las pintadas, incluso han dejado muy bonito el mural militar de la guerra del 6 de Octubre… Espero que venga cada día; gracias Obama”.
Llevamos varios días oyendo delicias y maravillas del discurso de Obama en El Cairo. Noam Chomsky nos da una lectura distinta, claro está que en su línea habitual, para decirnos que fuera de las palabras ni un solo gesto del presidente americano indica que vaya a haber un cambio en la política hacia Oriente Medio: El discurso de Obama en El Cairo.
«Obama y sus asesores son sin duda conscientes de que la Iniciativa reitera el inveterado consenso internacional llamando a un acuerdo biestatal sobre el perfil de la frontera internacional (anterior a junio de 1967), tal vez con “pequeñas y recíprocamente acordadas modificaciones”, por servirnos de la locución habitualmente empleada por los EEUU antes de apartarse radicalmente del consenso internacional en la década de los 70. Es decir, cuando los EEUU vetaron una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, respaldada por los “Estados en confrontación” árabes (Egipto, Irán, Siria) y, tácitamente, por la OLP, con un contenido substancialmente análogo al de la Iniciativa Árabe de Paz, salvo que esta última va un poco más allá, llamando a los Estados árabes a normalizar sus relaciones con Israel en el contexto de este acuerdo político.
Obama ha llamado a los Estados árabes a avanzar en la normalización, ignorando premeditadamente, sin embargo, el acuerdo político crucial que es condición necesaria de toda normalización. La iniciativa no puede ser un “comienzo”, si los EEUU siguen negándose a aceptar sus principios fundamentales, y aun a reconocerlos.
En el trasfondo está el objetivo de Obama, enunciado del modo más claro por el Senador demócrata por Massachusetts John Kerry, presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado: forjar una alianza entre Israel y los Estados árabes “moderados” contra Irán. El término “moderado” no tiene nada que ver con el carácter del Estado, sino que apunta antes bien a la disposición a amoldarse a las exigencias de los EEUU.»
Sr. Foix:
Le felicito por su valoración crítica de la revuelta del norte de África.
Además, su artículo es una premonición de lo que ha declarado después Natanyahu, que Israel debe reconocer un Estado palestino.
Agradecido por su labor, le saluda cordialmente
J. M. Caparrós Lera
Catedrático de Universidad