La política y la calle

Gran manifestación en las calles de Barcelona

Gran manifestación en las calles de Barcelona

Las manifestaciones se repiten en todos los países de forma casi sistemática. En regímenes totalitarios y en sistemas libres. Las he visto en muchas ciudades británicas en contra de la política de Margaret Thatcher y su pulso con los sindicatos. Las seguí muy de cerca en Buenos Aires cuando la gran mayoría de argentinos estaba a favor de la invasión de las Malvinas por la junta presidida por Leopoldo Galtieri.

Quizás, las más numerosas y generalizadas que recuerdo se registraron en París, Roma, Bonn, Amsterdam y Londres en ocasión de la instalación de misiles de crucero en Europa occidental para contrarrestar el rearme nuclear soviético en los países del Pacto de Varsovia. Era el otoño de 1983.

Cientos de miles de europeos salieron a la calle para protestar una iniciativa que fue propuesta por el socialdemócrata Helmut Schmidt en Londres en 1979 y aceptada posteriormente por Ronald Reagan, Margaret Thatcher y la mayoría de gobiernos occidentales. La presión sobre la decisión transatlántica fue masiva en las calles de Europa occidental. Pero los gobiernos siguieron adelante con su plan y todos los partidos favorables a lo que se conoció como la doble resolución revalidaron los resultados en las siguientes elecciones.

No se puede menospreciar la capacidad de la fuerza de la calle para hacer cambiar o reivindicar políticas. La calle, bien mirado, es el necesario último reducto para advertir a la política cuando no resuelve las inquietudes e intereses más perentorios de los ciudadanos. Las reivindicaciones callejeras en Barcelona han tenido aires reivindicativos, festivos o críticos contra los gobiernos. En muchas ciudades españolas se advirtió a Aznar de su desacuerdo en embarcarse en la guerra de Iraq que tantas funestas consecuencias ha tenido y tiene para los atribulados iraquíes.

El presidente del Gobierno se retrató en las Azores y nos dijo a todos aquello de que «créanme, hay armas de destrucción masiva en Iraq». No se ha disculpado de lo que resultó ser una mentira.

Muchos recordamos las manifestaciones de 1977, la de la condena a los atentados del Hipercor, la del asesinato de Ernest Lluch y las que se celebraron el 11 de septiembre del 2012 y la cadena humana que unió festivamente a cientos de miles de catalanes desde la frontera francesa hasta los límites con el País Valenciano.

La manifestación que se prepara para el próximo 11 de septiembre puede ser otro éxito de la capacidad de organización y convocatoria de la Assemblea Nacional Catalana. Las consecuencias políticas de estas manifestaciones no suelen ser unánimes, como se demostró en las elecciones del 25 de noviembre del 2012.

He releído una de las crónicas que el periodista Manuel Chaves Nogales publicó en el diario Ahora de Madrid el 3 de marzo de 1936, dando cuenta del retorno del president Lluís Companys del penal de El Puerto de Santa María. Las elecciones del 16 de febrero las ganó el Frente Popular y se borraron todos los efectos del golpe de Companys a la República Federal Española, el 6 de octubre de 1934. Un millón de personas en las calles. Ni un solo guardia. El espectáculo era bonito.

Tras este inicio de crónica, sigue Chaves: «He recorrido el trayecto que hay desde Castelldefels hasta el Palacio de la Generalidad, al costado del coche descubierto y rebosante de flores en que volvía del presidio el presidente de la Generalidad de Cataluña, el honorable don Luis Companys, un poco avejentado, embutido en un gabancito insignificante, un pañuelo de seda al cuello y sobre la testa demacrada, como la de un San Sebastián laico, una pintoresca boinita, la misma que se puso aquella madrugada en que le sacaron de Barcelona entre guardias civiles para llevarle al penal…».

Cuenta Chaves que aquella tarde, en uno de los locales en los que se reunía la burguesía barcelonesa para consumir pastelillos de nata, se decía que el desfile había sido impresionante y revelaba la gran fuerza espiritual del pueblo catalán, al que le entusiasman estas grandes paradas de la ciudadanía.

Pero acaso entre manifestación y manifestación, terminaba el periodista sevillano, «tendría alguien que preocuparse de rellenar el tiempo con una tarea que tal vez no sea del todo superflua: la de gobernar, la de administrar, la de hacer por el pueblo algo más que ofrecerle ocasión y pretexto para estos deslumbrantes espectáculos».

Seguirán las manifestaciones y podemos prepararnos a ver magníficas concentraciones en favor del derecho a decidir que no tiene paralelismos en ningún ordenamiento jurídico o político democrático. Existe el derecho de autodeterminación o de independencia, que es el objetivo buscado por las dos preguntas confusas y correlativas propuestas por el president Artur Mas.

Todo ello tiene que responder a un pacto político que puede o no ser apoyado en las calles. La política también se basa en la garantía de los actos jurídicos. Necesita nuestro tiempo, decía Isaiah Berlin, menos ardor mesiánico, más escepticismo culto, más tolerancia con las idiosincrasias, medidas ad hoc más frecuentes para lograr los objetivos en un futuro previsible, más espacio para que los individuos y las minorías cuyos gustos encuentran poca respuesta entre la mayoría logren sus fines personales. Un partido nunca tiene toda la razón, por eso es un partido.

Publicado en La Vanguardia el 18 de junio de 2014

  16 comentarios por “La política y la calle

  1. no hay que temer al pueblo en la calle manifestando sus desacuerdos. Porque si el pueblo no controla al poder y abandona el lugar comun donde confluyen los desacuerdos, la calle, pues van a ser los periodistas los que ocupen ese lugar, y, válgame Dios!, ahí si que no tenemos retorno.

  2. Y mañana la coronacion o la proclamacion o yo que se de un individuo que por la gracia de, nos dicen que sera rey. Otro momento historico.
    Estoy saturado de momentos historicos. Estoy saturado de carton piedra, de hipocresia, de falsedad y de mentira.

  3. Actualmente hay una fauna instalada que se llaman y llamamos politicos. No hacen la politica que los ciudadanos reclamamos y necesitamos. Hacen otras cosas siempre de espaldas al interes general.
    Tejen trampas a los de su misma camada, sean de su escuderia o la del otro y viven en una burbuja cada vez mas alejada de la realidad entre flashes, ruedas de prensa y tertulias variadas en las que conviven y conniven con otra fauna corresponsable del estado actual de las cosas, la clase periodistica.

  4. Sr. Foix: Veo la foto de la Gran manifestación en las calles de Barcelona, en su articulo de hoy, titulado: » La política y la calle » …y leido en una gran cartel… que dice…» PLANTEM CARA A LA CRISIS…» …y me pregunto ¿ Como le plantamos cara a la crisis del desempleo, el paro, el sin vivienda, ect.ect ?… ¡ Comprando artículos fabricados en el extranjero asiático !…En fin… el resto es de libre pensamiento…

    Esta es la política de los políticos y también de la calle. Estamos creando puestos de trabajo en el extranjero asíatico y aquí los destruimos.

    Estamos durmiendo la siesta de la falta de responsabilidad y clarividència…para no hipotecar a las generaciones presentes y a las futuras.

  5. Tenemos la propuesta Gallardón: Manifestación en sitios fuera de la ciudad, a los pocos meses se tendría que pagar entrada con variables: pin, bandera pancarta.Unos meses más tarde las teles tendrían que pagar para retransmitir y el último paso es hacerlo mal para tener un montón de manifestaciones con los consecuentes ingresos atípicos.

    • Lo del manifestódromo tipo Rua Brasileira se ve venir Francis…las retransmisiones pay per view tampoco las descartemos…

      • Si, el fútbol va delante de la sociedad veinte años, lo dijo Cruyff.

        Dentro de veinte años los países van a ser más saqueados.

    • Vaya un sujeto este Gallardón.. !!: tema indulto. tema hijo. tema manifestaciones..por no hablar de su gestión de gobierno…
      en fin….estos son los que nos gobiernan…,
      VIVIR PARA VER !!!…yo como el que escribió el famoso grafiti:
      PAREN EL MUNDO QUE ME APEO.

  6. El senyor Foix, se’l veu que no està còmode amb el dret a decidir. Va fent articles amb molt d’estil, en els que intenta desanimar als que el defensen amb tantes raons com li passen pel cap, però sempre dins de la correcció més absoluta.

    Totes las raons del senyor Foix poden tenir un punt d’encert, igual que les raons dels federalistes o les d’altres més centralistes.

    Però el cert es que es si no votem no sabrem quines d’aquestes raons, son les acceptades majoritàriament pels catalans. I d’això es tracta, de saber que vol la majoria de catalans, no pas de donar prioritat a constitucions, lleis, i normes, que han de estar al servei de la voluntat de la majoria i no al revés.

    Deixem-nos de xerrameques inútils i votem, votem d’una vegada.

    • El Sr. Foix, és un periodista i escriptor molt culte i educat, un excel.lent profesor d’ historia…..però se li veu «el plumero».

  7. Sr.Foix: lo que más me preocupa de las manifestaciones es ver como siempre hay algunos que, en el último momento y pasando por allí, se ponen al frente de ellas y sacan partido…después les basta con decir que siguen la decisión del pueblo, que son unos mandados…es algo que historicamente ya se hizo, desde la revolución francesa, hasta la revolución rusa…conviene no perder de vistas a quienes se aprovechan del descontento social en provecho propio…

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