Recuperar el aliento vital

Foto: Xavier Cervera

Nadie con un mínimo sentido de la historia puede esperar que el conflicto catalán se ­resuelva por medio de una derrota o por la aniquilación del catalanismo. Tampoco es probable cortar el nudo que ata Catalunya con España con una separación unilateral y completa. Por lo tanto, no queda otra salida que un acuerdo negociado y esto es lo que resulta psicológicamente más difícil.

Es una de las conclusiones a las que llega Anton Sieberer, un filólogo austriaco que en 1936 escribió un interesante libro, Catalunya contra Castella (Proa), que Jaume Vicens Vives calificó como la mejor interpretación del movimiento catalanista hasta la Guerra Civil.

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Habrá que reconducir las energías del país mientras la política busca fórmulas de convivencia y respeto

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El desencuentro viene de muy lejos. El hispanista británico John Elliott lo sitúa en la época de Felipe II cuando Castilla se queda con el dominio de la conquista de América dejando a lo que entonces era la corona de Aragón el espacio mediterráneo. Los problemas que tenían los Austrias con los catalanes se agudizaron a partir de la guerra de sucesión con la victoria militar de Felipe V, que con el decreto de Nueva Planta abolió los fueros y el derecho propio de Catalunya, Valencia y las Islas Baleares. Los aliados británicos abandonaron Catalu­nya y el archiduque Carlos huyó a Viena para ser proclamado rey de la casa de Austria. Empezaba la era borbónica con las ideas centralizadoras importadas del Versalles de Luis XIV. Pasaron las generaciones hasta que el catalanismo se convirtió en el siglo XIX en un potente motor económico, cultural y político.

Lo que provoca que el nacionalismo españolista tenga por principal adversario el catalanismo político es porque desde Barcelona se defiende una idea alternativa de España, en forma de federalismo, autonomía e independencia cultural, económica y política. La historia centenaria del nudo con España demuestra que Catalunya no ha conseguido, a partir del 2017 tampoco, la independencia, pero tiene capacidad ­suficiente para desestabilizar el Estado, como se ha demostrado en la confrontación que el independentismo ha practicado sin éxito o en la respuesta judicial que el ­gobierno de Rajoy ejecutó inútilmente.

La retórica virulenta sobre las dos visiones de España no es nueva. En las efímeras Cortes de 1851 habló el diputado y militar Joan Prim Prats, héroe de Castillejos y ­nacido en Reus, con palabras muy gruesas: “Si quereis continuar la política de Felipe V, de ominosa memoria, sea en buena hora y sea por completo… y si esto no basta, sea Catalunya talada y destruida y sembrada de sal como la ciudad maldita; porque así y solo así doblaréis nuestra cerviz…”.

En un tono más suave se expresaba Cambó en diciembre de 1935 al suspenderse el estatuto de autonomía como consecuencia del golpe de Companys contra la República, el 6 de octubre de 1934: “Porque no os hagáis ilusiones. Pasará este Parlamento, desaparecerán todos los partidos aquí representados, caerán regímenes y el hecho de Catalunya subsistirá”.

Macià, Prat de la Riba y Cambó lo expresaron desde un catalanismo de talante y cultura conservadores mientras Com­panys, Nicolau d’Olwer y el alcalde Pi Su-nyer lo formulaban desde posiciones catalanistas de centroizquierda. El austriaco Sieberer apunta también que “las auténticas causas del fracaso fueron las disensiones internas y una insólita falta de organización”. En esto no se ha avanzado mucho.

Me quedo con las palabras de Pasqual Maragall al poco de que Barcelona obtuviera los Juegos Olímpicos en 1986: “Quiero dejar una cosa muy clara: los Juegos no son una amenaza para la catalanidad de nuestro país, sino una ocasión para que nosotros pongamos a prueba la capacidad de creación que tenemos”.

Es hora, pienso, de reconducir las energías que tiene el país mientras los políticos de aquí y de allá, con ganas o sin ellas, buscan fórmulas de convivencia y respeto que se podrían resumir en la conllevancia orteguiana. No aspiro a mucho más.

Que Barcelona recupere un lugar en el podio del liderazgo de ciudad pionera en Europa, que se incentive la investigación, que la universidad no esté dirigida por cenáculos excluyentes, que la sociedad recupere el aliento vital que siempre la ha caracterizado, incluido el buen gusto, que se deje de ver enemigos en los que piensan diferente, que se construya un país más justo para contrarrestar las desigualdades rampantes que nos rodean. Que España no secuestre Catalunya, pero tampoco que la mitad de catalanes estén secuestrados por la otra mitad. Es difícil, no imposible.

Publicado en La Vanguardia el 18 de agosto de 2021

  6 comentarios por “Recuperar el aliento vital

  1. La españa vaciada, los pantanos vaciados….
    Com ho veo tot plegat Sr. Foix?
    pero per si de cas no encengui la llum!
    I ara surten amb els drets fonamentals el toc de queda i embolica que fa fort.
    Quina barra!

  2. L’ALE VITAL DE LA SOBIRANIA

    1.- Repressió, presó, exili forçat, institucions espanyoles amb adn franquista, clavegueres de l’estat, terrorisme d’estat dels GAL no resolen el conflicte històric i actual entre Catalunya i Espanya.

    2.- La resolució del conflicte passa pel diàleg… dialogant sobre tot… des de l’aeroport al dret d’autodeterminació i l’amnistia. I passa per les urnes, no per les enquestes, i el respecte als resultats electorals. A Catalunya hi ha un Govern independentista fruit d’una majoria de vots i d’escons. La minoria unionista no pot imposar-se per la força ni de forma unilateral.

    3.- L’experiència demostra que molts pobles que formaren part de la Corona espanyola s’han independitzat. Cap d’aquests pobles ha volgut tornar a dependre del règim espanyol… ni que aquest règim fos monarquia, o república, o dictadura, o democràtic, o de dretes o d’esquerres. El règim espanyol, i ara des de PSOE i Comuns fins a VOX, te que acceptar la realitat d’aquests pobles independents. Argentina, Uruguai, Paraguai, Xile, Bolivia, Perú, Colombia, Veneçuela, El Salvador, Filipines, Cuba, Mèxic… i molts altres.

    4.- El catalanisme es plural. O espanyolista. O federal, encara que és un fracàs perquè mai ha federat res ni des de l’oposició ni des del govern. O autonòmic, però que ja no dona més de si. O independentista que és tan legítim com els altres. La hipotètica meitat dels catalanes unionistes no podem ser annexionistes i segrestar a la meitat, o més de la meitat, dels catalans sobiranistes.

    5.- Tres raons, com a mínim, avalen la legitimitat de l’independentisme. Primera, si el sobiranisme és la voluntat de la ciutadania catalana expressada en les urnes. Segona, l’article 10:2 de la Constitució. “Les normes relatives als drets fonamentals i a les llibertats que la Constitució reconeix s’interpretaran de conformitat amb la Declaració Universal de Drets Humans”. Aquesta Declaració, que defensa el dret d’autodeterminació, preval sobre la Constitució espanyola”. Tercera raó, el Boletín Oficial del Estado. El BOE (1977/10733) assumeix el Pacte Internacional de Drets Civils i Polítics aprovat per Nacions Unides aprovat a Nova York. El primer punt d’aquest pacte estableix: “Tots els pobles tenen el dret d’autodeterminació”.

    6.- Els contraris a l’independentisme català intenten desqualificar-lo. Parlen de separatisme insolidari i d’una reivindicació que avui no te sentit. Però cap poble independent renuncia a la seva sobirania en ple segle XXI. Els països semblants a Catalunya en extensió i en població, a més, figuren entre els mes civilitzats en tots els sentits. L’independentisme català defensa els drets i les llibertats de Catalunya. No va contra Espanya ni contra els espanyols. L’alè vital de l’independentisme consisteix en proposar que entre Catalunya i Espanya hi hagi una relació basada en la democràcia, la llibertat, la solidaritat i el respecte mutu a la sobirania d’ambdós pobles.

  3. Junts pel sou, esquerda i bon cup de falç forman una nueva capa funcionarial y refractaria a la realidad del comun de la ciudadania.
    Los que no somos de este aplec con virolai de fondo no nos sentimos representados.
    Hasta que se nos colo la Colau ser y sentirse barceloni era un refugio. Ahora ni eso.
    No se pas on anirem a parar Sr. Foix!

  4. Bon artícle Lluís! Insisteixo, les minories necessiten contrapoders que les defensin i la meitat de catalunya de la que et queixes ja té qui la defensa.

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