La guerra de los drones

Los drones están jugando un papel crucial en la guerra de Ucrania. Pilotados a distancia alcanzan objetivos muy cereca del Kremlin.

La guerra de Ucrania ha entrado en la rutina de los grandes conflictos. Todo parecía ir muy rápido cuando el 24 de febrero de 2022 Putin decidió unilateralmente invadir un país pensando que la toma de Kyiv sería cuestión de días o de semanas. No calculó las limitaciones de su propio ejército ni la resistencia de los ucranianos a defender sus fronteras.

Fue una temeridad que ha costado decenas de miles de muertos rusos y ucranianos. El presidente Zelenski se puso delante del país y ha recorrido países, parlamentos, instituciones internacionales y se ha entrevistado con prácticamente todos los líderes occidentales. Estados Unidos ha volcado cientos de millones de dólares y ayuda militar que ha permitido a los ucranianos parar la ofensiva rusa. La Unión Europea ha colaborado en el suministro de armas y en envío de millones de euros.

El conflicto no termina y la escalada aumenta. Es la primera guerra de los drones que alcanza a territorio soviético. Varios misiles de poca capacidad destructiva han atacado personas y edificios estratégicos en Moscú y otras ciudades rusas. En la Gran Guerra fueron los gases lacrimógenos y las armas químicas las que segaron millones de vidas. En la II Guerra Mundial entró en juego la aviación y la marina causando una gran mortandad. Se acabó el conflicto mundial en agosto de 1945 cuando Truman ordenó arrojar bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki. El invento de Robert Oppenheimer con su proyecto Manhattan todavía es cuestión de debate entre políticos, científicos y militares.

Las guerras de finales de siglo empezaron a librarse desde la lejanía, con misiles que eran disparados desde buques anclados a cientos de kilómetros. La infantería ha sido suplida por la tecnología militar.

Los drones están al alcance de muchos países. Para promocionar negocios pero también para conseguir información y, sobre todo, para atacar y destruir posiciones enemigas.

Poco podía pensar Putin hace quince meses que su decisión de atacar Ucrania revertiría en ataques directos y precisos a edificios moscovitas muy cercanos al Kremlin. Estas incursiones de drones a territorio ruso presagian los peores augurios porque Putin no querrá perder una guerra contra un país que había formado parte durante siglos de la gran Rusia.

No se dispone de información. Es improbable que después de destruir edificios enteros, los partes ucranianos hablen de dos o tres muertos y unos cuantos heridos. Lo mismo ocurre con las explosiones provocadas por los drones ucranianos. Las pérdidas de vidas humanas han de ser muy elevadas y solo las conoceremos cuando pase el tiempo. La primera víctima de la guerra, ya se sabe, es la verdad.

Lo cierto es que las posibilidades de que el conflicto enfrente a Rusia con la OTAN hay que contemplarlas seriamente. Muchas grandes guerras en Europa han empezado con incidentes menores y con el paso del tiempo se han convertido en conflagraciones mundiales. Hay que hacer cuanto se pueda para parar esta barbarie. Veo tres posibilidades: negociaciones después de un alto el fuego, una pérdida del poder de Putin y unas rendición de Ucrania. Por ahora no veo ninguna de las tres. Mientras tanto, la muerte, el sufrimiento y el miedo entrarán en la rutina de un verano catastrófico.

 

 

 

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