Una propuesta y tanto griterío

Empieza el griterío nacional sobre las espaldas del Estatut aprobado en Catalunya y que marcha a Madrid con una gloria incierta. El debate suscita reacciones épicas, catastróficas, trascendentales.

Es una propuesta, sólo una propuesta, y personalidades tan relevantes como el jefe del Alto Estado Mayor se creen en la obligación de pronunciarse sobre la inviolable unidad de España a la vista de la ratificación del texto por más del ochenta por ciento de las fuerzas catalanas. No ha pasado nada y parece que hayamos retrocedido cinco siglos. El pasado nos persigue, nos perturba y nos condiciona. Pero ahí está y a todos nos nubla.

Veo el ruido nacional prolongarse durante meses. Seguramente hasta las vísperas de las próximas elecciones generales en las que el Estatut de Catalunya puede convertirse en el argumento epidérmico pero eficaz para desbancar a los socialistas del poder por haberlo propiciado.Me temo que Zapatero no ha calculado bien el alcance de su talante en cuestiones que mueven pasiones de todos lados y en todas direcciones.

Volvemos a tener sobre la mesa el «problema catalán» que tantas palabras y tanta tinta derramó desde que Valentí Almirall trazó las primeras líneas de lo que sería el catalanismo político, seguido por Prat de la Riba, Francesc Cambó, Francesc Macià, Lluís Companys, Jordi Pujol y ahora Pasqual Maragall de la mano de Carod Rovira y Artur Mas. Personajes de izquierdas y de derechas, nacionalistas declarados y gentes pragmáticas y lúcidas de todas las generaciones y tendencias. En todo este proceso ahora resucitado se han cometido muchos errores, aquí y allí.

Quizás por eso el encaje definitivo de Catalunya en España se someta nuevamente a las trifulcas políticas que tienen más de partidarias que de patrióticas en el sentido más amplio del término.Los dos estatutos que salieron de Catalunya, el de 1932 y el de 1979, efectuaron el viaje a Madrid para volver severamente lesionados por no decir desfigurados. El president Macià decía que “aquest Estatut, tot i no sent el que demanavem, ens dona forces”.

El Estatut del 30 de septiembre de 2005 no ha salido todavía pero es ya amenazado por los negros nubarrones de la pasión emocional, que no de la racionalidad política. Que hay aspectos anticonstitucionales ya lo advirtió el Consell Consultiu. Y no todas las correcciones se han hecho de acuerdo a derecho sino teniendo en cuenta la táctica política, legítima por supuesto, de los principales implicados en su redacción y aprobación.

Sospecho que la aprobación del viernes llegó después de que el presidente Zapatero diera su visto bueno en conversaciones y entrevistas con Maragall y Mas. Hay que reconocer que Artur Mas ha jugado las cartas con inteligencia. Hasta ahora por lo menos.Cuantos retoques se produzcan en el Congreso de los Diputados serán cuchilladas que Mas y sus muchachos clavarán en la espalda de Maragall y muy especialmente en la de los socialistas catalanes que acabarán siendo los culpables de los retoques que en cualquier caso se habrían producido.

Habrá que mantener la cabeza fría y no dejarse llevar por el ruido nacional que cada vez será más grotesco. Pero las declaraciones de Carod Rovira el mismo día en que se aprueba el Estatut diciendo que sólo se trata de un paso intermedio hacia la independencia de Catalunya, ciertamente no ayudan al entendimiento.

Sería un error histórico que Catalunya quisiera construir su futuro de espaldas a España. Y España no puede permitirse chocar frontalmente con Catalunya. No lo entenderían en Europa ni tampoco lo aceptarían la mayoría de catalanes y españoles.Lo que más me inquieta es la posible división de la sociedad catalana.

  1 comentario por “Una propuesta y tanto griterío

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