La facultad apocalíptica de pitar el final

Una revolución no se hace sobre el precio de las sandías. Así lo manifestó un día el ayatollah Jomeiny. Lenin, creo recordar, dijo aquello de que no puede hacerse una tortilla sin romper algunos huevos. El argumento de la violencia política o militar ha justificado muchos cambios dramáticos en toda la historia.

La Revolución Francesa pasó por la guillotina a muchas cabezas. Se cuenta que Robespierre ejecutó a una media de siete franceses diarios en los aproximadamente dos años que estuvo al frente del Comité de Salud Pública.

Han corrido ríos de sangre en todas las revoluciones que han sido precedidas o han coincidido con guerras internas y externas. Varios líderes del estado del Israel moderno fueron terroristas contra la ocupación británica de Palestina. Mao practicó la macabra afición de eliminar a los adversarios. Stalin, Hitler y Pol Pot están a la cabeza de la clasificación de criminales del siglo pasado.

En Argelia murieron más de un millón de personas en la guerra de liberación contra Francia hasta que De Gaulle concedió la independencia al país magrebí en 1962. Los terroristas del IRA o de ETA han sembrado de muertos a Gran Bretaña y España en los últimos cuarenta años.

El relato de la violencia política se remonta a la noche de los tiempos. Homero y Heródoto nos hablan de ella. César y Augusto también. Ha sido una violencia endémica en la que hemos convivido con sufrimiento por parte de muchos. Siempre se alcanzaba un punto de acuerdo y alguien pitaba el final del partido.

El árbitro salía de los Dioses del Olimpo, de los emperadores o los Papas, de los revolucionarios que mataban por una causa. O de las superpotencias.

La inquietante realidad que vivimos pone la facultad apocalíptica de pitar el final del partido al alcance del gran público, con la aparición de la bomba atómica de bolsillo que puede llevar cualquier joven en un maletín suicidándose matando a los demás.

El terrorismo globalizado siembra la muerte indiscriminada en Iraq, ha tomado la iniciativa, juega con los nervios de las poblaciones con el fin de que ellas mismas organicen su propia perdición y, convenientemente asustadas, obliguen a sus dirigentes a ceder, marcharse o plantar cara. Soy partidario de lo último. Pero no exclusivamente con la fuerza sino también con la inteligencia y el derecho, el poder blando y no sólo el poder duro.

  10 comentarios por “La facultad apocalíptica de pitar el final

  1. Volviendo al tema, cuando estaba el Telón de Acero, EEUU combatía el comunismo en Vietnam, en Nicaragua y finalmente en Afganistán, muchas muertes para que al final el Comunismo se derrumbara por si solo, el Telón no se vino abajo por la guerra en Vietnam, sino que lo fortificaba.
    En eso quiero decir, si el Islam no quiere modernizarse ni cambiar para nada, las guerras en Iraq y Afganistán son esfuerzos inútiles, que solo consolidad a la resistencia, haciéndolos mártires y héroes.
    Mi opinión personal es dejar al mundo islámico a su aire, si se quieren pelear entre ellos, pues que lo hagan, pero no intervenir en sus países, eso si defender la cultura y valores Occidentales en casa.
    Con la excusa de la intervención, ellos se justifican cualquier acción en Europa o América, haciendo de esto una mística épica.
    Ya se que esto es difícil por los intereses económicos en la zona, pero ¿acaso no se ha hecho desde siempre comercio incluso con los enemigos ideológicos?
    En fin intervenir es justificar su ideología, ignorarlos aceleraría su desintegración, solo una revisión del Islam desde dentro puede cambiarlos, tal como el telón de acero se derrumbó desde dentro en el punto de menor oposición histórica.

  2. Las felicitaciones por que son ? yo me sumo pero no se de que va el tema , pero felicitar a Foix siempre es un acto de justicia

  3. Sr.foix: Me uno a mis compañeros de Blog y le envio mis mejores deseos.

  4. Sr Foix: Moltes felicitats.Que per moooolt de temps puguem seguir llegin els seus articles i les aportacions dels companys del blog!!! Salutacions

  5. Sr.Foix: Los pueblos que tienen una idea vaga de los derechos humanos y de la libertad son los que más justifican la existencia y el uso de la violencia.

  6. El poder del hambre. Un día escuché de alguien: "yo soy de donde me den de comer". Que gran verdad! y que fácil sería todo si así fuera.

    De todas formas no son los paises de Oriente Medio los que inventaron la "sociedad del miedo". Estados Unidos vive de ella desde que se fundó y la exportó a Europa con la OTAN y la Guerra Fría.

    Es cierto que ahora hay más intranquilidad, por no volver a decir miedo, sobretodo con Irán y el documental que visionamos ayer gracias al Canal 33… más miedo.

    Personalmente le sigo teniendo más miedo a mi propio gobierno, sobretodo al ver una noticia en el periódico que hablaba de los salarios mínimos… un 50% más bajos que los de Francia, y casi iguales que los de Grecia, realmente lamentable.

    Eso si que da miedo, y eso si que es algo de lo que hay que preocuparse. "Soy de donde me dan de comer", pero si no me dan de comer… me enfado.

    Isarn

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