El gran error de no reconocer un error

Decía la historiadora Barbara Tuchman en su libro The March of Folly. From Troy to Vietnam que todos los gobiernos de todos los tiempos, desde Grecia hasta hoy, sabían perfectamente lo que no debían hacer y, sin embargo, lo hacían y se estrellaban.
Los imperios cayeron todos por no disponer de la fuerza suficiente para controlar las guerras que se planteaban en sus lejanas fronteras. Felipe II no podía ganar cinco guerras paralelas que estaba librando en Europa. Napoleón sucumbió en Rusia y fracasó en España y en Europa Central, a pesar de haber llamado a filas a la población civil.
Los británicos, pueblo guerrero por excelencia, tuvieron que abandonar las colonias porque era imposible mantener la «pax britannica» en el ancho mundo desde una pequeña isla en un rincón de Europa. India en 1947, Ghana en 1960 y todas sus colonias fueron emancipándose.
La misma Unión Soviética quiso exportar la revolución a todo el planeta con un extraordinario servicio de propaganda, de espionaje y de tropas que controlaban media Europa y que se aventuraron en la operación de Afganistán que acabó convirténdose en la tumba del imperio.
Estados Unidos tenía un millón de soldados en Europa al caer el muro de Berlín. Hoy dispone de una fuerza testimonial en el continente porque está desplegando sus ejércitos en Oriente Medio.
En Iraq está prácticamente en solitario después de la retirada escalonada de tropas de varios países. Los británicos están abandonando el sur de Iraq. No puede tener una salida pactada. Habrá más atentados, más muertes, más terrorismo en y desde Iraq.
Pero el problema más serio a corto plazo es Afganistán. En los alrededores de Kabul hay unos treinta mil soldados procedentes de una docena de países de la Alianza. Seis años después de derrocar el régimen de los talibanes, las tropas de la OTAN están aisladas, inseguras, sujetas a muertes casi diarias por parte de la guerrilla, de la jihad o de los señores de la guerra.
Todos los informes oficiales o independientes indican que la guerra no se va a ganar y que la lucha va para muy largo. A pesar de ello, se piden más fuerzas, se incorporan nuevas unidades, se envían a soldados profesionales con el objetivo de retardar un fracaso.
Zapatero retiró las tropas de Iraq y a los pocos meses las enviaba a Afganistán. Todas volverán a casa sin haber conocido la victoria. Los británicos perdieron tres guerras en Afganistán en el siglo antepasado. Los soviéticos no pudieron salir vivos de Kabul. Tampoco las tropas de la OTAN impondrán la democracia.
A pesar de ello, no entra dentro del discurso político de los países que envían a sus soldados a Afganistán. Saben, sabemos, que allí se va a perder, pero, a pesar de ello, se persiste en una estrategia que es errónea.

  3 comentarios por “El gran error de no reconocer un error

  1. Sacar las tropas de malaga para meterlas en malagón, esa ha sido la decisión española, no me gustaba lode Iraq y tampoco lo de Afganistán, pero nada de nada.

    J.Vilá.

  2. Afganistán será la tumba de muchos soldados, poco a poco se está convirtiendo en un matadero, se está convirtiendo en una guerra abierta.

  3. Sr.Foix: Dicen que errar es de sabios, pero tanta sabiduria no debe servir de mucho cuando se reincide en el error y se transforma en estupidez orgullosa la reincidencia.

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