Manu Leguineche, un humanista de la guerra fría

Manu Leguineche en el frente de la guerra entre Irán e Iraq en 1988

Manu Leguineche en el frente de guerra entre Irán e Iraq en 1988 (Foto Lluís Foix)

Manu Leguineche era un periodista que contaba historias sobre lo que veía. Y las escribía bien, con gracia, fijándose en los detalles que acompañan las grandes tragedias y las situaciones más ordinarias. Manu era un periodista de la guerra fría, de las confrontaciones entre dos mundos, de los conflictos que vivió el mundo desde los años sesenta.

Será uno de los últimos corresponsales que vivió la guerra de Vietnam. Llegó a Saigón cuando contaba 22 años y se estrena en un bautismo de fuego, combates, peligros y muertes. Va con los soldados, hace hablar a los paisanos de aquella larga guerra. Era en 1965. Luego vuelve en 1971 cuando Nixon ve que no puede ganar el conflicto, regresa en 1975 y visita con nostalgia el Vietnam unificado de 1980.

Manu nos ha dejado después de una larga enfermedad. Estaba callado pero todos sabíamos que estaba allí, en Brihuega, Guadalajara, leyendo y recordando. Era un hombre de mundo pero sin perder sus raíces vascas. Nació en Arrazua, Vizcaya, en 1941, muy cerca de Gernika. Había declarado recientemente que no volvía a su pueblo “para estar más cerca. Soy fuerte y débil. A veces me voy para estar más cerca de mí, y eso mismo me pasa con mi propio país”.

Tenía también la gran pasión por la literatura. Escribió libros contextualizando lo que ya había relatado en sus crónicas. Recuerdo una frase tajante que me soltó en plena batalla en el frente entre Irán e Iraq, muchos muertos tiernos y frescos, bombas, heridos, gentes atolondradas, polvareda. Le dije que no aguantaba aquello que me era imposible describir aquella dantesca situación. Me contestó que dijera lo que viera que la historia ya diría lo que estaba ocurriendo.

Escribió un libro sobre los hoteles más emblemáticos del mundo que él ha frecuentó en su larga etapa de corresponsal de guerras, cumbres y conflictos diversos. Hemos compartido con Manu esos reductos de los periodistas de la guerra fría, ya fuera para pasar un par de noches o para tomar una copa en el bar del hall. Hemos visitado el Norfolk de Nairobi, el Rafles de Singapur, el Peninsula de Hong Kong, el Miekles de la antigua Salisbury, hoy Harare; el Imperial de Delhi, el King David de Jerusalén, el Pera Palace de Estambul, La Mamounia de Marrakech…

Bueno, Manu ha visitado muchos más porque trotó más tiempo y más ampliamente por escenarios de conflicto. Cuenta cómo en el “Continental” de Saigón no consiguió una cama porque estaba abarrotado de periodistas y militares. Era el hotel en el que Graham Greene y Steinbeck pernoctaron y escribieron noveles excelentes sobre Asia.

Leí en su día su magnífico viaje por el Volga recorriendo la turbulenta Rusia del siglo pasado a bordo del Esenin, el río historia en el que se creó la nació rusa con todas sus leyendas eslavas, músicos de violín, poetas y compositores de ópera. Ni el Estambul de Pahmuk ni el Danubio de Claudio Magris añaden más literatura y más épica a la historia que atraviesa los ríos y las ciudades de la vieja civilización occidental.

Manu Leguineche era conversador y comprensivo. Hablaba mucho pero escuchaba más. Sabía muy bien las grandezas y miserias de la tribu de corresponsales de guerra que han recorrido los caminos del dolor identificándose con los que más sufren o corriendo tras los vencedores. Si tuviera que definir a Manu diría que fue un gran humanista del periodismo en los tiempos de la guerra fría del siglo XX.

 

 

  6 comentarios por “Manu Leguineche, un humanista de la guerra fría

  1. Sempre faig el mateix comentari….però és que sempre tinc el mateix sentiment….cada cop estem més sols i més orfes.

  2. Leo que en su faceta de reportero de guerra y cubriendo la de Vietnam dijo:»Estoy aquí para demostrar que todas las guerras se pierden» . Me parece que es un buen apunte para demostrar una calidad que ya echamos de menos. DEP.

  3. Sr Foix: Manu Leguineche nació en 1941 ( se le ha despistada el 1) Otra dolorosa pérdida d.e.p.

  4. En su Tejar de la Mata, en la calle de la Iglesia en Cañizar-Brihuega-Guadalajara. Alli tenia su retiro. Se cabreba acantidad si acudia algun abstemio como el que suscribe, pero transmitia humanidad, curiosidad, veterania y «buenagente» por cada uno de sus poros. Descanse en Paz.

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