Lo saben todo de todos

Edward Snowden, fugado a Rusia tras revelar los secretos de la seguridad norteamericana, afirma en su libro Vigilancia permanente, cómo los servicios de inteligencia de las grandes potencias lo saben todo de todos.

Vivimos tiempos excepcionales porque una sensación de fragilidad atraviesa estados, fronteras, sistemas políticos y sociedades que se preguntan cómo se puede vivir en un mundo alterado por la incertidumbre global.

Una de las medidas adoptadas por el Gobierno Sánchez es la geolocalización móvil para ayudar a combatir la pandemia mediante una aplicación que permita saber dónde está cada cual en un momento determinado y así poder advertir a un ciudadano que está poniendo en riesgo su propia salud y la de su entorno.

La propuesta está en estudio porque el Gobierno no quiere dar la impresión de que esta medida pueda vulnerar los derechos individuales. El ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, insiste que en el estado de alarma no existe una devaluación del Estado de derecho. Cada prolongación de esta medida excepcional para combatir el virus tiene que aprobarse en el Congreso, según el artículo 116 de la Constitución.

Hace muy bien el Gobierno en garantizar el derecho a la intimidad de todos. Pero no hace falta. Hace ya mucho tiempo que nuestros datos personales están en poder de los gobiernos, de los servicios de inteligencia y de las operadoras de internet.

Vigilancia permanente es el título del imprescindible libro de Edward Snowden, fugado a Rusia después de revelar la información acumulada por los servicios secretos americanos, en el que explica cómo el progreso tecnológico ha permitido a Estados Unidos almacenar toda la información de todos los ciudadanos del mundo. Snowden, al igual que Julian Assange, está acusado de traición por haber descubierto los secretos más delicados de la inteligencia nortea­mericana. Snowden vive en Rusia protegido por Putin y Assange está pendiente de juicio en Londres en espera de que la justicia británica decida o no su extradición a Estados Unidos.

Snowden afirma, desde el conocimiento de las entrañas de la información superencriptada, que el papel fundamental del progreso tecnológico es que si algo puede hacerse, probablemente se hará y seguramente ya se ha hecho. Pero revela también que China lo hacía públicamente contra sus ciudadanos mientras que Estados Unidos ha podido hacerlo en secreto a todo el mundo.

Nos podemos rebelar contra gobiernos o contra las empresas que almacenan nuestros datos. En muchos casos han sido capturados por los servicios secretos, pero es habitual que todos los hayamos suministrado voluntariamente cuando una empresa nos los ha pedido. Hemos aceptado volunta­riamente tantas cláusulas sin detenernos a leer qué decían. No caben quejas.

Olvidémonos, por lo tanto, de reclamar la confidencialidad de nuestros datos, nuestras andanzas y localizaciones, nuestra privacidad. Siempre que se plantee el dilema entre seguridad y libertad serán los inte­reses de Estado los que prevalezcan, también en las democracias. Es lamentable pero es así.

La geolocalización móvil fue utilizada en el 2019 por el Instituto Nacional de Estadística para observar los movimientos pendulares de la población en el mapa. Siempre se asegura que los datos no serán utilizados para nada más de lo que se supone que fueron obtenidos. Las grandes operadoras también las emplean para ubicarnos y la industria publicitaria nos envía mensajes de acuerdo con los perfiles que tiene perfectamente elaborados de todos.

La libertad ha retrocedido y los pasos de la sociedad disciplinaria que perfila el filósofo surcoreano Byung-Chul Han, tal como exponía en un artículo en este diario el pasado sábado, avanzan hacia nuestra intimidad en nombre de la eficacia.

La pandemia del coronavirus ha acelerado abruptamente el cambio en la geopolítica que dará más oportunidad a los sistemas con autoridad fuerte, aún con el ropaje de democracias consolidadas, que a las sociedades imperfectas basadas en la libertad que, paradójicamente, son las que más perduran a medio y a largo plazo.

La sociedad disciplinaria podrá imponerse temporalmente siempre y cuando no ahogue la libertad y la capacidad de crítica que no podrán borrarse. Donald Trump y Boris Johnson pensaban hace unas semanas que era más importante reflotar la economía que contener los efectos devastadores del virus. Los muertos por la pandemia les han hecho modificar el criterio.

Lo más preocupante no es que China opere con parámetros autoritarios, sin libertad, que producen resultados óptimos reflejados en eficacia, crecimiento y aumento del bienestar. Es más inquietante que estas tesis sean asumidas por países democráticos que han conseguido objetivos semejantes sin apartarse de los inevitables debates de las sociedades libres. ¿Hay que felicitar a China, que ha exportado el virus y ahora suministra todo el material necesario para combatirlo? Como decía el lunes Angela Merkel, es hora de producir lo que necesitamos sin recurrir a los países asiáticos porque su mano de obra es más barata. Recuperar la economía social de mercado, un invento renano, puede ser un remedio.

Publicado en La Vanguardia el 8 de acbril de 2020

  8 comentarios por “Lo saben todo de todos

  1. A l’estimat Sr,Lluís Foix l’hi demano l’ anàlisi de la labor informativa de les televisions públiques, TVE i TV3, pot ser molt aclaridora.

  2. Lo saben todo. Son unos chafardas. Son peligrosos. Y nos tienen pillados por el reves y por el enves.
    No me preocupa. Supongo que alguna vez utilizaran la informacion para bien.
    Ademas se nos rien en la cara. Ahora intuyen no se cuantas recaidas del coronavirus para otoño, cuando no vieron lo que tenian en sus narices hace nonada.
    Y en el morrin, que tienen mucho.
    Ademas nos quieren asustaditos. Que no!
    Precaucion, sentido comun y… suerte. Y dieta de tele y musica maestro.

  3. Ya no hay vuelta atrás en este momento. No hace mucho la Generalitat planteó vender nuestros datos médicos para uso médico, no sé si se llevo a cabo. Los bancos poseen toda la información de nuestro uso de trajetas de créditos. Es decir no tenemos privacidad como comenta el Sr. Lluís Foix.

    Una opción, que es factible pero crítica, sería no tener smartphone, ni ningún tipo de teléfono móvil, no tener ordenador de ningún tipo, ni tablet, ni estar en ninguna plataforma audiovisual, no usar las web de bancos… Es decir ser 100% analógico. Esto es aislarse, o no, depende del estilo de vida que queramos escoger. Está más protegida una carta manuscrita que un correo electrónico.

    Ningún estado del mundo renunciará a esta información, unos lo harán a escondidas y otros dirán que es por nuestro bien. Uno de los errores iniciales fue creer que con internet se podían tener música, películas y más objetos virtuales gratis. Se ha demostrado que no es así, ahora por 10 euros al mes cualquier persona puede escuchar la música que quiera, es más la aplicación selecciona, en teoría al azar, la música que te gusta; en general, suele acertar.

    En el libro de Harari Homo deus se indica que el humanismo, para él desarrollado desde el siglo XVII, pero sobretodo desde el XVIII, es lo que generó el capitalismo, el fascismo, la democracia liberal, el nazismo, el comunismo soviético, el chino, etc… Es decir el considera que a partir de ese momento, el ser humano tomó «las riendas», la religión pasó a un segundo plano, e intentó crear el mundo ideal a partir de ideologías que hemos visto que todas han fracasado. Por ello, Harari, y otros, definen el momento actual como el fin del humanismo y el inicio del post-humanismo (inteligencia artifical, células madres para alargar la vida, interacción máquina-ser humano, uso masivo de datos inalcanzable para nuestro cerebro…)

    No sé si ocurrirá, pero probablemente como especie tenemos serios problemas. Aún necesitamos ser de una tribú, y tener otras como adversarias o enemigas, mover banderas, estar aramdos pos un si acaso, first los míos, mejor no pensar mucho, demé una idea que me programe la vida… Distraigame con videojuegos, películas, fútbol… Sabe es que prefiero no pensar.

  4. Sr. Foix : He leido y meditado su artículo de hoy y pienso que con la pandemia del covit-19, nos vamos dando cuenta que poco a poco y sutilmente, el poder invisible real, que también corrompe y nos está introduciendo sutilmente, con la escusa de la informática, la información con la excusa de que es en beneficio nuestro, repito nos ha arrastrado y cambiado a la libertad de la Democracia Parlamentaria en una Democrácia Orgánica y Dictatorial totalitaria, ect.

    En fin. No comment.

  5. GREUS SINTOMES AUTORITARIS

    1. La geolocalització mòbil de la ciutadania que prepara el Govern espanyol autodenomimat “progre” (PSOE / Podemos) és un nou síntoma de l’Espanya que prepara el règim aprofitant el coronavirus. L’establishment privilegiat i insolidari preconitza una Espanya que sigui més Espanya després de la fatal gestió de la pandèmia per part de la “autoridad única competente” (Pedro Sánchez). Espanya (des de PP, Vox, Ciudadanos a Felipe González / Iceta / Zaragoza / Granados / Colau…) vol ser el que es… segons el poderos establishment.

    2. Una Espanya més borbònica, més corinavírica, més militaritzada (amb presencia visible a rodes de premsa i al carrer), mes ultra centralista, mes autoritària, mes repressora, amb la caverna mediàtica més subvencionada, amb quintacolumnisme, amb exiliats i presos polítics que a Europa son i serien lliures, amb vulneració dels drets i les llibertats de les persones i dels pobles, sobretot del català.

    3. La resposta és més democràcia, més sobrietat en les despeses supèrflues, més llibertat, mes solidaritat, mes respectar els drets de les persones i dels pobles, mes urnes. El benestar només serà real (no reial) i sostenible si es basa en aquests valors.

    • Oriol, continues amb el teu raca raca habitual i un cert estrabisme funcional.
      Bon dia tinguis company.

  6. Luis,
    Interesante articulo. Fijaros que al final regresamos al «HOMBRE», como ser unico, individual e irrepetible, y como destinatario final de cualquier obra de gobierno o de actuacion. Gracias a Dios, segun mi humilde criterio, hemos dejado de dar valor prioritario a colectivos, y nos volvemos a centrar en el hombre.
    No se si lo dije en este foro Luis, pero hace unos años, en un foro academico, me defini como «capitalista humanista», y casi se me comen, como si hubiese dicho ina blasfemia…., caray, hoy se habla de ello como «gran novedad».
    Yo siempre he dicho que los «payeses» son los que mas «sentido comun» tienen/tenemos porque son los que mas cerca estan/mos de la Naturaleza, y esta si que tiene años de existencia…, y los humanos, que somos unos recien llegados, la queremos adaptar a nuestros caprichos…, que falta de humildad,,,
    Al final, le tendremos que dar gracias al Codiv 19, nos ha aportado un poco de algo que nos falta: HUMILDAD.
    Buena Semana Santa.
    Abrazos desde la Segarra,
    Brunet de Bellmunt

  7. El problema que hay con las empresas a las que hemos facilitado nuestros datos por Internet no es que lo hayamos hecho sin leernos las largas parrafadas de sus condiciones (que nadie lo hace, por supuesto), sino que, si no asegurar haber leído y aceptado, no puedes seguir adelante en la web para acceder a la información o al producto que nos puede interesar. Y esto es una forma sutil de coacción frente a la que los Estados deberían reaccionar.

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