Europa, entre Putin y Trump

Por razones diversas y contrapuestas, una Unión Europea fuerte no interesa ni a Washington ni a Moscú

Es precipitado sentarse en un café de Viena o Lisboa para escribir el fin de una Unión Europea, cuya razón de ser principal no fue la de celebrar cumbres de cuatro días para alcanzar acuerdos económicos sino la de evitar nuevas guerras que habían enfrentado a Francia y Alemania desde 1870 provocando dos conflictos mundiales. La paz, el progreso y la libertad de los europeos son mucho más importantes que los ajustes presupuestarios entre norte y sur o entre países grandes o pequeños, ricos o pobres.

El embrión europeo que es depositado hace casi setenta años por personas que conocieron las atrocidades de las dos guerras mundiales contiene ingredientes fundamentales como la reconstrucción a través del trabajo y el esfuerzo, el perdón, la solidaridad y la ­libertad.

De la misma manera que en tiempos de la guerra fría el miedo a la destrucción mutua impedía que Brézhnev o Nixon apretaran el botón nuclear, los europeos llevamos en el subconsciente que la alternativa a una ruptura descontrolada de la UE sería una vuelta a las confrontaciones locales y globales del pasado. Europa ha pasado de ser una incubadora de guerras a convertirse en una de las zonas en las que mejor se garantizan los derechos y la dignidad de las personas.

El olvido y el perdón han sido imprescindibles para que el Rin no fuera más una frontera de odios sino un cauce por el que han discurrido los grandes proyectos que han transformado el continente.

La unidad europea soñada por Victor Hugo, por los fundadores de la UE, incluso por el mismo Winston Churchill, no se conseguirá posiblemente nunca. Pero tiene a su alcance la posibilidad real de reducir las di­visiones que nos han atormentado durante siglos. Este es cuando menos el gran éxito del que todavía hoy gozamos desde Estonia a Malta pasando por Italia, Portugal, los ­Países Bajos, Dinamarca y el resto de los 27 países de la UE, a los que añadiría Gran ­Bretaña, que no puede dejar de ser europea por el ­hecho de que sus elites hayan decidido levantar invisibles muros administrativos y políticos.

Los tiempos son complejos y peligrosos pero promover el sálvese quien pueda por equilibrar las cuentas entre los países más solventes económicamente y los que no han cumplido sus deberes presupuestarios –es el caso de España, Italia y también Francia– tendría consecuencias muy nocivas para ­todos.

Europa tiene dos amenazas tanto o más serias que las trifulcas internas como las que se han vivido en Bruselas estos días. Se mueve entre el ojo vigilante de Vladímir Putin, que se ha proclamado presidente de Rusia hasta el 2036, y el desconcertante Donald Trump, que se ha retirado de sus compromisos con las democracias europeas y ha convertido la Casa Blanca en la mansión de la “América para los americanos” regresando al aislamiento del presidente James Monroe en 1823. Las consecuencias del “América primero” tienen efectos negativos globales.

Una Europa abierta, democrática y moralmente fuerte, no conviene ni a Moscú ni a Washington. Rusia no ha digerido la desintegración de la Unión Soviética que desapareció por causas naturales. No fue invadida, como la antigua Roma, por los bárbaros o borrada del mapa como el imperio austrohúngaro después de la Gran Guerra. Ni tampoco fue arrasada por la guerra como la Alemania nazi. Cayó sin disparar un tiro y por los grotescos órganos de su estructura interna que no facilitaban lo más esencial para sus ciudadanos, ni siquiera para las elites que regentaban el partido totalitario. Como dice Amin Maalouf, el Kremlin ofrecía el patético espectáculo lanzándose ciegamente a una estrategia de conquistas mientras que su propia casa, en cuyo tejado ondeaban las banderas deslucidas del socialismo, del progresismo, del ateísmo militante y del igualitarismo, estaba ya irremisiblemente llena de grietas y a punto de desplomarse. Es curioso cómo se pretende ahora, en España concretamente, resucitar aquellas fórmulas que fueron apeadas de la historia.

Es lógico que Putin haya construido su poder autocrático con la promesa implícita de recuperar los territorios perdidos. Una Europa fuerte no le interesa y por eso cobran fuerza las informaciones sobre la ingerencia rusa en cualquier movimiento desestabilizador europeo, desde el Brexit a la causa independentista de Catalunya. No hay que olvidar que Rusia ha influido directamente en las relaciones internacionales desde la derrota de Napoleón en su campaña rusa.

La alianza con Estados Unidos no se ha quebrado por razones económicas, culturales y prácticas. Lo que se ha quebrado es la confianza entre dos universos que compartían la idea de la libertad, el libre comercio y la agenda de los grandes temas que dibujarán las batallas políticas, ideológicas y morales de este incierto siglo.

No hay que abandonar toda esperanza porque dentro de cuatro meses habrá elecciones en Estados Unidos y el recambio presidencial no es imposible. Pero el discurso de distanciamiento está en marcha y es operativo. La idea de Europa de discutirlo todo abiertamente no encaja con el proceder de dos potencias que, por motivos diversos, van a lo suyo.

Publicado en La Vanguardia el 22 de julio de 2020

  10 comentarios por “Europa, entre Putin y Trump

  1. Sr. Foix y compañeros/as del blog: He leido y reeleido su artículo de hoy, …» Europa, entre Putin y Trump » … y estoy totalmente de acuerdo en todo lo expuesto y razonado en el. Porque está construido relatado con lógica y realidad del pasado histórico, del actual presente e incluso con una cierta intuición del próximo futuro, que ya está viniendo.

    Como todo ello se adapta a mi mentalidad, por lo que me sumo a lo expresado por Vd., en su citado artículo.

    También he leido y reeleido las respuestas de los/as compañeros/as del blog y me sumo a todos, porque tienen lógica todas las opiniones.

    La suma de la opinión de todos/as, es la verdadera realidad y cuantos/as mas se sumen ,… mas realidad será.

  2. CATALUNYA ES COM LA MAJORIA DE NACIONS DE LA UE

    1. Europa entre Putin i Trump… En aquesta Europa, Catalunya és com la majoria de nacions de la Unió Europea en aspectes claus. Aspectes com la demografia i la voluntat d’amplis sectors de la ciutadania en ser república.

    2. De les 27 nacions que actualment configuren la Unió Europea, 21 nacions tenen menys de 12 milions d’habitants. Bèlgica (11.459.000), Grècia (11.314.000), República Checa (10.640.000), Portugal (10.252.000), Suècia (10.236.000), Hongria (9.759.000), Àustria (8.875.000), Bulgària (7.004.000), Dinamarca (5.814.000), Finlàndia (5.523,000), Eslovàquia (5.449.000), Irlanda (4.902.000), Croàcia (4.080.000), Lituània (2.792.000), Eslovènia (2.071.000), Letònia (1.920.000), Estònia (1.323.000), Xipre (872.000), Luxemburg (615.000), Malta (492.000).

    3. De les 27 nacions de la UE, 21 son repúbliques. Alemanya, França, Itàlia, Polònia, Romania, Grècia, República Txeca, Portugal, Hongria, Àustria, Bulgària, Finlàndia, Eslovàquia, Irlanda, Croàcia, Lituània, Eslovènia, Letònia, Estònia, Xipre, Malta.

    4. Només hi ha sis monarquies a la UE. Països Baixos, Bèlgica, Suècia, Dinamarca, Luxemburg, Espanya.

    5. El cas de la monarquia espanyola pateix una crisis accelerada i de projecció internacional. Juan Carlos I, pare de Felipe VI i avi de Eleonor i Sofia, està implicat en obscurs afers econòmics i de faldilles. El pecat original consisteix en el fet que Juan Carlos fou imposat com a rei pel dictador Francisco Franco, i va jurar fidelitat al dictador i als Principios del Movimiento Nacional. Tot plegat afecta de ple i a fons en la institució monàrquica. La majoria dels partits estan descol·locats. El PSOE governant ja no és partit republicà i federal, si es que ho ha estat alguna vegada, i s’ha convertit en partit monàrquic, centralista i autoritari. Fins i tot es nega a investigar el tripijocs de Juan Carlos i la seva incidència en la família borbònica. Mentre, els partits sobiranistes, que propugnen la república catalana, son alhora un factor dinamitzador i de renovació de la democràcia espanyola.

    • Dubte de qui no dubta.
      Desconfia d’aquell que tot ho té claríssim.
      Dubta de qui considera l’lautocrítica un senyal de feblesa.
      Mai ho creguis tot, abans analitza el per qué i el seu autor.
      Defuig de les banderes, fan mal.

  3. Sin disimulo! Putin hasta 2036 (minimo)
    Es una manera de no distraerse ni detraer recursos al pais con elecciones de carton piedra cada dos por tres como sucede en las españas en donde segun el Sr. Foix se trata de implementar sistemas caducos.
    No se preocupe nuestro anfitrion, Pablo Iglesias y señora y todo el clan podemita esta desactivado y debidamente abrevado. Tambien ha resultado tot plegat un trampantojo.
    Tampoco disimulan.

  4. Esta crisis sanitaria, dejara tocada a todos, desde China, a EEUU , a Europa y a mas paises, quizas este toque sirva para que algunos se unan con unfrente común.

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