La fuerza y la fragilidad de Europa

Ursula von der Leyen, presidenta de la comisión Europea, ha conseguido una posición común respecto a la invasión de Ucrania por parte de Putin.

En el triángulo Rusia, Estados Unidos y Europa se tejen los debates ocasionados por la invasión de Ucrania, que tenía que ser una blitzkrieg por parte de Putin, pero se ha convertido en una pesadilla para un ejército ruso que se ha tropezado con una resistencia ucraniana inesperada y huye de posiciones conquistadas en los primeros meses del conflicto. El nonagenario Henry Kissinger ha dicho que con este ejército Rusia no podría ni siquiera cruzar la frontera con Polonia y tampoco llegar a cruzar el Vístula.

La situación es incierta mientras las dos partes no acuerden detener la guerra en forma de alto el fuego o armisticio. Hay una corriente de opinión bien extendida de que Europa no está a la altura del momento y que acabará otra vez en los brazos de Estados Unidos, que se aprovecha de las debilidades europeas para alimentar su industria armamentística a la vez que ahuyenta nuestros viejos fantasmas nacionales como hizo en 1916, en 1942, en los noventa en los Balcanes y ahora ayudando con armas y millones de dólares al desafiante Zelenski.

El problema es que esta Europa complaciente y moralizante es la incubadora de las mayores guerras que ha conocido la historia moderna. No se fía de sí misma, está escarmentada y recuerda con vergüenza los pactos de Munich de 1938, la Francia de Vichy, la impotencia en las guerras balcánicas y nuevamente el peligro que viene del Este.

En estos episodios de memoria reciente Estados Unidos ha desempeñado un papel clave para que Europa enterrara las hachas de guerra y construyera un proyecto que ha gozado de progreso, paz social y libertades durante casi ochenta años. Los países que cayeron del lado soviético como consecuencia de los repartos territoriales en la conferencia de Yalta están en la UE y en la OTAN. No es la paz perpetua kantiana, sino un esfuerzo constante para convivir civilizadamente dentro de las diferencias antagónicas, que no son pocas.

A pesar de ello, hay un cierto aire de desconfianza en la actual Europa que se detecta de forma más explícita en la extrema derecha y en la izquierda extrema. No es que renieguen de Europa, sino que no les gusta la que han construido las dos grandes familias políticas, la democracia cristiana y la socialdemocracia, en los últimos setenta años. La extrema izquierda critica las carencias del sistema social europeo y la derecha extrema impulsa, según vaticinaba George Steiner, “los odios étnicos, el nacionalismo chovinista y las reivindicaciones regionales que hansido la pesadilla de Europa”.

Si Europa no planta cara a las amenazas antioccidentales de Putin, con todas las privaciones que comportará, recordaremos las consecuencias del apaciguamiento de Chamberlain y Daladier en Munich. Decía Jorge Semprún que su transformación “se produce cuando me enfrento, siendo comunista, a la realidad española y descubro que es más importante la democracia, incluso con capitalismo y mercado, que los hipotéticos logros sociales de una dictadura del proletariado”.

Sería un error desvirtuar el discurso democrático occidental, europeo y norteamericano, y acoger, por temor o por convicción, el relato que se construye desde el Kremlin y todas sus terminales en Europa.Shlomo Ben Ami ha escrito que “los valores de la libertad y la dignidad humanas que impulsan la civilización occidental siguen siendo el sueño de la inmensa mayoría de la humanidad”. Es lo que está en juego en los frentes de guerra en Ucrania, anexionada parcialmente por Putin.

Publicado en La Vanguardia el 5 de octubre de 2022

  6 comentarios por “La fuerza y la fragilidad de Europa

  1. Amb el seu permís Sr. Foix:
    FUERZA Y FRAGILIDAT DE CATALUNYA.

    Ayer empezó el Juicio por HABLAR en el Parlament de Catalunya de Autodeterminación y del Rey.

    Hoy se ha sabido que de los Presupuestos del 2021, solamente se realizaron en Catalunya el 35 % de los proyectos en infraestructuras del Ministerio de Fomento.

    Lo escribo en este blog para que se enteren los votantes y los políticos catalanes.

    Gracies Sr. Foix.

  2. Lluis,,
    Fantastic article que tindrien de llegir molta gent d’arreu del mon per tenir opinio formada i fixar criteri devant dels fets, amb una visio me enlla de lo evident e inmediat…; jo amb el teu permis, el reenviare a alguns amics d’arreu del mon…, i si m’envies la traduccio ben feta al angles, encara a mes gent.
    Bon dia desde La Segarra,
    Brunet de Bellmunt

  3. Lo de nominar a Zelenski como candidato al Nobel de la Paz ya es el colmo del papanatismo global que nos asola. Claro que tambien se lo dieron a Kissinger y ya me diran Vds.
    En fin, la UE es el eterno patio trasero de Estados Unidos.

    Pero lo importante es saber que votara la «militancia» de junts (pel que faji falta) sobre si siguen tiran de beta i de mamella en el Govern o se van directamente al top manta a vender coles de Bruselas y DUIs de oferta.
    El noi de Pineda esta hecho un estadista de tomo y lomo tal y como califico Pedro Jose Ramirez Codina al susodicho.
    En las españas sens enfoten a base de be.

  4. Gracias, una vez más, por la aportación a la racionalidad.
    Alguna modesta puntualización:
    Jorge Semprun tardó algún tiempo en reconocer que «…dictaduras, ni la del proletariado». Pero cabe recordar que los logros sociales de la Europa occidental en la segunda amitad del siglo pasado se debieron no tanto a la benevolencia de los poderes reales, sino a la amenaza que representaban las divisiones del Ejército rojo al otro lado de la linea Oder-Neise.
    Que con el tiempo se haya podido constatar, ahora más en el este de Ucraina, que el Ejército rojo no es lo que se decía que era, ya empezó a ser conocido en los años 80, primero por los servicios de información y casi enseguida en los institutos de estudios estratégicos y hasta en novelas de espías y guiones cinematogràficos («La Casa Russia» de LeCarré).
    Queda la psicopatía de Putin y sus colegas y el puñetero «botón nuclear».
    Yo no estoy nada tranquilo…

  5. Europa aún está en el diván del psicólogo o de la psiquiatra. Tendríamos que incluir también el Tratado de Versailles al final de la I Guerra Mundial, con un aire de venganza contra Alemania y un trazado de nuevas fronteras discutible.

    Tanto la ultraderecha como la extrema izquierda no han aceptado lo que usted comenta, un sistema democrático liberal dentro de un estado de derecho y social que incluye un estado del bienestar. Uno de los problemas de la decadencia es que el estado de bienestar se ha debilitado por la economía neoliberal y la ausencia de regulación del mercado lo que ha devenido en una desigualdad creciente. Esto ha provocado un distanciamiento de los ciudadanos de la democracia, favoreciendo posiciones extremas. Si no hay esperanza, oportunidades o futuro potencial es fácil que aparezcan demagogos que ofrecen una solución mágica que seduce a una parte de la población.

    Es importante destacar que la idea de nación debería ser reformulada, las ideas de Habermas sobre el post-nacionalismo no se tendrían que haber dejado en un rincón.

  6. Lluis Foiz, vos teniu tota la rao. el que dieu en el vostre article es la realitat<

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