
Las alianzas estratégicas o ideológicas de España son improbables porque Europa hoy tiene una deriva conservadora
Pedro Sánchez ha proyectado una imagen respetada en el ámbito europeo y en el escenario global. Su desenvoltura hablando un inglés correcto le facilita el trato con sus colegas y se mueve con habilidad entre países con mayor potencial económico y peso político en el tablero internacional. A pesar de sus críticas implícitas a Trump, ha mantenido sus compromisos militares en las bases de Rota y Morón. En el reparto de los fondos Next Generation de la Unión Europea consiguió 140.000 millones de euros que no se sabe a ciencia cierta si se han distribuido todos y cómo.
Su viaje a Pekín en plena tensión arancelaria de Xi Jinping con Donald Trump fue una jugada arriesgada que no ha tenido mayor consecuencia, pero no fue del agrado de sus aliados naturales.
No se ha reparado lo suficiente en el viaje de este fin de semana a Kyiv de los cuatro líderes europeos que han tomado la iniciativa de apoyar presencialmente a Zelenski frente a los ataques rusos, que se repiten casi a diario en objetivos civiles ucranianos.
Francia, Alemania, el Reino Unido y Polonia se presentan como el núcleo duro de la resistencia europea a los embates arancelarios de Trump y también como muro de resistencia a las ambiciones territoriales de Putin. ¿Por qué no estaban en el grupo Pedro Sánchez ni Giorgia Meloni? El Gobierno español no ha dado una explicación y no me consta que el italiano lo haya hecho.
El europeísmo de Pedro Sánchez no es cuestionado, pero no tiene el peso político que exhiben Emmanuel Macron, Keir Starmer, Friedrich Merz o Donald Tusk. A pesar del error del Brexit, el Reino Unido ha regresado ya a Europa aunque formalmente tarde tiempo en reincorporarse a las instituciones de la Unión. Francia y Alemania han recuperado la fortaleza de una alianza que empezó en el tratado del Elíseo en 1963 y que ha sido uno de los motores del éxito europeo en los últimos cincuenta años. Polonia está en la frontera con Rusia y su primer ministro, Donald Tusk, sabe que si Ucrania cae totalmente del lado de la Rusia de Putin, los problemas de seguridad se trasladarán a la siempre vulnerable Polonia y a los tres países bálticos. Hungría y Eslovaquia ya tienen gobiernos que miran más al Kremlin que a Bruselas. Y hay que esperar la segunda vuelta de las elecciones en Rumanía, donde seguramente el candidato prorruso, George Simion, ganará la segunda vuelta de las elecciones.
Puede haber muchas razones por las que Pedro Sánchez no se encuentre en el grupo que está decidiendo la posición europea respecto a la hostilidad de Putin y a la cambiante y errática política de Donald Trump. Una de ellas es su fragilidad parlamentaria, que no le permite adoptar una decisión clara respecto a Rusia y tampoco en lo que se refiere a la guerra entre Israel y Hamas.
Son momentos muy complejos para todas y cada una de las naciones europeas. Es hora de sumarse al grupo que está al frente de la defensa de los estilos de vida y valores occidentales y no arrastrar los pies en la pugna por las libertades amenazadas por los populismos de derecha o por los autoritarismos de izquierda.
España e Italia no pueden quedar rezagadas en las aguas tibias meridionales pensando que Francia, Alemania, el Reino Unido y Polonia ya darán la cara cuando llegue el momento. Sería un grave error.
Otro de los problemas en ambos gobiernos es que dependen de partidos que condicionan la política exterior en unos tiempos extraordinariamente delicados. En el Gobierno de coalición español no hay una posición común respecto a las acciones de Putin y mucho menos sobre cómo hay que tratar la desproporcionada reacción israelí hacia la población de Gaza, que es golpeada sin los más elementales requisitos de la dignidad humana.
Sánchez es un actor relevante dentro del bloque progresista europeo. Pero está muy solo y no puede tejer alianzas estratégicas y mucho menos ideológicas porque prácticamente no existen gobiernos de izquierdas con la excepción del Reino Unido, donde gobierna un laborismo templado. Sánchez tendrá que pronunciarse claramente por “la coalición de voluntarios” europeos para ahuyentar los fantasmas internos que le persiguen porque su mayoría de investidura está fragmentada desde el inicio.
Publicado en La Vanguardia el 14 de mayo de 2025
Buenas noches Sr. Foix,
En mi opinión el grupo de voluntarios hacia Ucrania que componen el Reino Unido, Francia, Alemania y Polonia, no se ha diseñado para buscar necesariamente la paz, obteniendo la mejor paz para Ucrania, sino para obtener una victoria de Ucrania sobre Rusia. Es una alianza militar que no solo apuesta por el mantenimiento del conflicto sino que podría pasar a enviar soldados para apoyar a Kiev y meternos a todos en la guerra. Por esa razón la España de Pedro Sánchez no se ha sumado. Pedro Sánchez tiene en un su gobierno una izquierda que no está de acuerdo con esta posición, y de tomarla podría destruir la alianza de gobierno, llevando al país a la celebración de elecciones, y probablemente a una victoria de la derecha, en la que una alianza con VOX podría ser necesaria, un partido que se ha alineado con Trump abierta y totalmente. Lo único que podría salvar esta situación es un acuerdo de gobierno entre el PSOE y el PP, que debilitaría a ambas posiciones más adelante hacía los extremos, como está sucediendo en Alemania y también en Francia.
Pedro Sánchez ha reiterado su apoyo a Kiev una y una otra vez, incluso hasta el punto de decir que no quiere concesiones territoriales para Rusia (que de facto ya las ha ocupado), o que quiere aceptar a Ucrania en la UE (algo que implicaría que la UE entré en guerra automáticamente con su clausula de defensa: muy similar al Artículo V de la OTAN), por no hablar del envío por varios miles de millones en apoyo militar. Pero hasta ahora Pedro Sánchez se ha negado al envío de soldados, algo que Francia el Reino Unido anunciaron que estarían dispuestos a hacer, hasta que se firme la paz entre las partes enfrentadas. España busca la paz. En cuanto a Trump se ha manifestado abiertamente no solo en contra de los aranceles sino que de su propia administración y persona, llegando al extremo de desear abiertamente la victoria de los demócratas en las ultimas elecciones.
En cuanto a Israel, Pedro Sánchez es uno de los lideres que más se han significado por la paz y por la denuncia de lo que Israel hace día a día a los palestinos. Este tema como vemos en Europa no pesa de la misma manera que el de Ucrania, porque Israel es aliado de Estados Unidos, y es nuestro aliado, en una región lleno de incertidumbre. La historia aquí también registrará los hechos.
En el 2011 Francia, el Reino Unido, y los Estados Unidos, a través de la OTAN bombardearon Libia en favor de los rebeldes destruyendo al régimen de Gadafi y al Estado. Previamente se declaró en el Consejo de Seguridad una zona de exclusión aérea para proteger a los civiles, el uso de la medida fue aprovechado por estos Estados para ir más allá. De ahí que Rusia declarara en su momento que fue engañada, y en Siria no solo pudiera conseguirse lo mismo, sino que esta misma Rusia decidió salvar al régimen de Bashar Al Asad, hasta que en nuestros días una nueva alianza ha dado el poder a los islamistas que nutrían las filas de Alqaeda y Estado Islámico. Todo es nada.
En este artículo apunto a través del comercio libio algunas cuestiones: https://www.elinconformistadigital.com/2025/05/13/los-flujos-comerciales-nos-aclaran-muchas-cosas-el-caso-de-libia-por-francesc-sanchez/
Hoy Libia ha entrado de nuevo en guerra por las vendettas entre las bandas armadas que controlan el país. Europa fue básica para destruir ese Estado y tanto ella como la comunidad internacional la han abandonado a su suerte mientras la energía sigue fluyendo. De un evo Ucrania pesa más que Libia. Lamentable.
Putin ya había dado sus pasos en Georgia, pero fue después de Libia y Siria, cuando a raíz de los hechos de Kiev de 2014, decidió mover sus fichas, y en el 2022 iniciar una guerra de invasión, que ya tenía su prologo en estos hechos y la Guerra Civil entre ucranianos.
Saludos cordiales,
Francesc