Entiendo los nervios y el desconcierto de los líderes europeos ante las simpatías de Donald Trump hacia Vladimir Putin y el humillante viaje a Washington para evitar que el presidente norteamericano humillara por segunda vez a Volodimir Zelenski a los ojos de todo el mundo.
Hay una sensación de malaise, de malestar general en el ambiente de confrontación instalado en las democracias y también entre las dictaduras. Putin se siente tan seguro que puede hablar por teléfono con Donald Trump sobre un alto el fuego o un tratado de paz en Ucrania mientras sus misiles y sus soldados van intensificando ataques sobre la población civil de varias ciudades ucranianas.
Europa es una gran potencia comercial y económica pero tiene los pies de barro en cuestiones de seguridad y defensa. La historia reciente nos dice que los soviéticos machacaron Hungría en 1956, lo hicieron nuevamente en Checoslovaquia en 1968 y no pudieron sostener a Polonia bajo su protección en 1981. Lech Walesa y el movimiento Solidarnosc lo impidieron.
Europa sabe que Rusia es inexpugnable territorialmente. Napoleón y Hitler fracasaron en su intento. Lo que sabemos también es que Putin quiere recomponer el imperio, primero zarista y soviético después, que saltó por los aires con la caída del régimen y la desintegración del imperio a partir de 1991.
Trump no es ni leído ni tiene un concepto minimalista de la historia de su país y la de Europa. Improvisa las cumbres, se pone al frente del ejército para restablecer el orden en Washington D.C., no habla nunca mal de Putin y tiene una deriva autoritaria que hoy hacen de Estados Unidos un país temido más que admirado.
Las tablas de la ley arancelarias exhibidas sin pudor se han roto en parte pero se están ejecutando de manera errática. El estilo y el fondo de la segunda administración Trump indican que Estados Unidos no está interesado en liderar el mundo democrático. Prácticamente todas las instituciones militares, económicas y políticas nacidas al acabar la última guerra mundial han tenido el sello y la hegemonía de Estados Unidos. Por los hechos y por los discursos exhibidos por Trump en el último medio año, esto ya no es así.
El comercio, la apertura, la exportación de la cultura americana no son prioritarios. América primero, es el eslogan que ha contribuido a ganar la presidencia y a tomarse la política como un negocio. A Putin le interesa imponerse por la fuerza y Trump lo mide todo en función de negocios y beneficios para él y para su país.
Las guerras en Gaza y en Ucrania sacuden la conciencia de todo el mundo. También la de los americanos, rusos, europeos y, por supuesto los palestinos y ucranianos que han sido invadidos por el solo objetivo de arrebatar parte del territorio de lo que formó parte de la eterna Rusia.
Un movimiento de fronteras en Europa a la fuerza tiene funestos precedentes en el mundo y especialmente en una Europa que desde 1870 hasta 1945 libró tres guerras en las que se trataba, entre otras cosas, de modificar las fronteras existentes.
Trump tiene razón cuando dice que hay que detener la guerra. Pero no es fácil ni posible cuando hay tanta historia detrás, tantos cientos de miles de muertos, tanto odio acumulado, tantas armas que han destruido vidas y haciendas de millones de personas. Europa no tiene la fuerza de Rusia ni la capacidad de Estados Unidos para intentar imponer sus reglas de juego. Pero tiene que resistir lo que pueda venir para preservar la justicia, la libertad y la independencia. Nunca imaginé que un presidente norteamericano no estuviera liderando estos principios que han hecho de Estados Unidos la primera potencia global. China, mientras tanto, penetra sigilosa pero masivamente en los mercados y en las infraestructuras de los países que se han quedado descolgados del capitalismo liberal.




Occidente es injusto e indiferente al dolor ajeno, ya lo sabemos. Pero lo incomprensible es que los riquísimos países árabes toleren que un pueblo hermano como el palestino muera de hambre sin acudir en su auxilio.
La limosna és uno de los pilares del Islam. Pero no la caridad. La «hermandad» (fraternitè) está devaluada desde Caín… y ya hace tiempo.
Para el Islam, cual es la diferencia entre limosna y caridad ?
Ultimamente Donaldo no se abrocha la chaqueta. Esta que se sale. Y esta salido.
La union de comisionistas europeos han ido a fer el paper de la trista figura acompañando a Bolodimir. El de la palangana de la otan tambien ha ido a lucir quijada.
Jo crec que tots plegat foten el pena.
El Sr. Foix no puede resistir sacar a colacion a Vladimir. La balalaika es china. I tant!