Se rompen las costuras

El desahucio de Badalona es un ejemplo de la mala gestión de la inmigración. Que acabe en unas tiendas de campaña debajo de la autopista es un sarcasmo. La dignidad de las personas no se puede pisotear nunca en ninguna parte.

Hay persecuciones muy sutiles que desaparecen cuando los titulares ya no llaman la atención. Son las de la indiferencia, el menosprecio, el cerrar las posibilidades de trabajo, la de los estigmatizados por sus creencias y los que en estos días sufren el desalojamiento forzado de espacios ocupados ilegalmente.

Las persecuciones y el exterminio de colectivos y pueblos se remontan a la noche de los tiempos. Hitler y Stalin mataban por millones y el judaísmo sufrió la campaña de exterminio del Holocausto que todavía sacude la conciencia de Alemania y de Europa. Lo que hemos visto en Gaza este año ha sido una masacre desproporcionada de Israel como respuesta a los crímenes cometidos por Hamás en octubre del 2023.

Una de las facetas más atractivas de Europa es la capacidad de integración del inmigrante con toda la oportunidad y problemática que comporta. El desalojo de unas 400 personas de un antiguo instituto de Badalona se ha realizado siguiendo todos los requisitos legales. Fue ordenado por un juzgado a instancias del alcalde García Albiol, y los Mossos, junto con la Policía Nacional, procedieron al desahucio de varias personas siguiendo la Ley de Extranjería.

Fueron desalojados y quedaron a la intemperie, durmiendo bajo los puentes o acampados en tiendas de campaña en plena calle. Se trasladó el problema de un inmueble del Ayuntamiento a la Generalitat y a grupos sociales como Cáritas, Cruz Roja y otras entidades que han acogido mal que bien a los desahuciados.

Es un drama humanitario que requiere una solución política y cívica. Al país de los ocho millones de habitantes, Catalunya, se le rompen las costuras para integrar a los recién llegados que necesitamos pero no queremos. Puede que los políticos hipercríticos con la inmigración consigan ganar votos imponiendo un relato xenófobo.

Pero el problema seguirá presente hasta que todas las instituciones del Estado se comprometan a facilitar una vida digna a todos los que conviven y trabajan aquí, sosteniendo la economía y realizando las tareas que los autóctonos no queremos hacer. La inmigración mal gestionada es la pólvora que enciende la mecha de los extremos en toda Europa, que sigue el discurso populista y racista de Donald Trump.

Publicado en La Vanguardia el 25 de diciembre de 2025

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