En Alemania y en Francia se insinúa la vuelta del servicio militar voluntario como preparación a un posible enfrentamiento bélico contra Rusia. El primer ministro Starmer ha declarado por primera vez en la historia reciente estar dispuesto a enviar tropas británicas a Ucrania como fuerza de paz, si hay un acuerdo que lo permita.
Trump quiere pasar a la historia como el presidente que más guerras ha interrumpido y mueve toda su capacidad militar y su retórica cambiante para que Putin y Zelenski firmen un armisticio o un alto el fuego que detenga la carnicería humana que desangra los ejércitos ucranianos y rusos desde hace cuatro años.
No hay guerras eternas ni victorias o derrotas que no dejen el amargor de la venganza entre vencedores y vencidos. En Europa hemos practicado el macabro deporte de hacernos la guerra y la paz contra todos, entre todos y en todas las épocas.
En París, Berlín y Londres se comparte la opinión de que una victoria de Putin abriría un boquete en toda Europa, que no está preparada militar ni políticamente para involucrarse en un conflicto contra Rusia aunque se impusieran sus planes sobre Ucrania, que el Kremlin considera que debe ser dirigida y controlada por Moscú.
Europa teme el síndrome de Munich 1938 y entiende que, si Ucrania es vencida y anexionada, el efecto dominó puede producirse en los países bálticos y en los que desde 1945 formaron parte del llamado Pacto de Varsovia, que inicialmente fue diseñado por Stalin, Churchill y Roosevelt en Yalta.
Ucranianos y polacos saben que sus fronteras son inestables y han sido objeto de mordiscos del Este y del Oeste, según quien ganara las guerras. Su seguridad nacional es vulnerable, como la del resto de Europa. Trump repite falsamente que la guerra la empezó Ucrania. Propicia la paz y el fin de las muertes y, al mismo tiempo, se prepara para ganar dinero con empresas de familiares y amigos. Es la paz de los negocios.
¿Y Putin? Quiere recomponer el imperio perdido y autodesmembrado en 1991. Su estrategia se inspira en los Románov y en el viejo PCUS de Lenin y Stalin. Trump es, por ahora, un cómplice involuntario de los designios del orgullo nacional herido de un Putin que pretende borrar las democracias de Europa.
Publicado en La Vanguardia, el 27 de noviembre de 2025





Buenos días Sr. Foix,
Por aportar un ángulo diferente. El boquete de seguridad lo va a tener la Unión Europea con una eventual caída del Estado ucraniano por los casos de corrupción o derivado de una derrota en el campo de batalla contra los rusos, o ambas cosas al mismo tiempo. Una desmovilización del ejército ucraniano desordenada o una rebelión de parte de este mismo ejército puede hacer caer en los infiernos lo que queda de Ucrania y puede poner en riesgo la seguridad de los Estados limítrofes de la Unión Europea. Tantas armas en circulación y tantos hombres de la noche a la mañana sin oficio ni beneficio pueden convertirse en una autentico dolor de cabeza si no se prevé cómo puede ser el día después. De ahí que, cómo sucedió después de la Segunda Guerra Mundial en buena parte del continente, es probable que sean fuerzas extranjeras las que se encarguen temporalmente de la seguridad en Ucrania. Esos esfuerzos de los que hablan algunos líderes europeos una vez se consiga la paz pueden ir precisamente por este camino.
Saludos cordiales,
Francesc
La UME por Collcerola?
Civet de jabali?
Bona setmana!
Hombre Sr. Foix! Tampoco es eso de borrar las democracias de Europa, pero un buen baldeo estaria la mar de bien. Ya esta bien de reuniones y mas reuniones y burocracias mil para no llegar a ninguna parte. Ya esta bien de corrupciones, hipocresias y cinismos. Ya esta bien de olvidarse de lo que de verdad interesa y preocupa a la ciudadania.
Tenim que tocar de peus a terra, ser mes humils, decreixer, posanse en forma per poder estobarlos a tots plegats cuan no estiguin per lo que els hi pagem el sou.
I miri que vol que li digui, el de la foto poder es el mes formal de tots.