Inglaterra, vencida de las guerras que ganó

Una de las muchas sesiones en el Parlamento británico a propòsito del Brexit

A la espera del colapso del Gobierno de Theresa May, habrá que ir pensando en una Unión Europea que pueda resistir los envites que llegan desde el principal aliado desde hace más de setenta años, los Estados Unidos de Donald Trump, de la Rusia de Vladímir Putin y de los estados con gobiernos o presidentes euroescépticos como Hungría, Polonia, la República Checa, Italia y Austria. Las elecciones europeas del 26 de mayo darán cuenta de hasta qué punto las fuerzas euroescépticas debilitarán la mayoría europeísta que han conformado conservadores y socialistas.

La victoria de Zuzana Caputová, de 45 años, en las elecciones presidenciales de Eslovaquia es un leve cambio de rasante. Es europeísta, ­liberal, ecologista y alejada de los planteamientos xenó­fobos y ultranacionalistas de los países del grupo de Visegrado.

El Brexit responde a un movimiento supremacista y nacionalista de las élites conservadoras británicas que han influido en Europa y en el mundo durante más de dos siglos. Son una minoría que habla un inglés inasequible para la mayoría de los británicos y, por supuesto, para el resto de mortales de todo el planeta, ha estudiado en las mejores escuelas y univer­sidades, es viajada, bien conectada entre ellos y con trabajo asegurado tanto si se dedican a la política, a las finanzas, al periodismo o a la empresa. Muchos pueden vivir de renta. Y son cultos. Recuerdo al inefable Enoch Powell, conservador por los distritos de Irlanda del Norte, que hablaba griego y latín con la misma fluidez que su inglés académico y elitista.

Hay que abandonar la esperanza de que Gran Bretaña se comporte como un socio fiable de una Unión Europea que no puede controlar pero sí dividir y fragmentar, como siempre, para el servicio de sus propios intereses. Es paradójico que el centro de la política europea en los últimos meses no ha estado en Bruselas o Estrasburgo sino en Westminster y en la Cámara de los Comunes. Europa se rinde ante la capacidad de los británicos de crear relatos o con­trarrelatos con un inglés rico y shakespeariano.

Es lógico que la paciencia se vaya agotando en las instituciones europeas y que se exija a los británicos qué quieren exactamente, porque ni ellos, con las inacabables y lúcidas discusiones en la Cámara de los ­Comunes, acaban de ponerse de acuerdo. La BBC nos suministra en directo el embrollo que los mismos británicos han organi­zado sin encontrar una salida. Es insólito que un pueblo que pone por delante sus intereses, su sentido práctico de la vida y de la política, se encuentre ahora en un callejón sin salida que mantiene en vilo a las democracias liberales.

Los hechos demuestran que De Gaulle tenía razón cuando pronunció un rotundo y campanudo no a la petición de Harold Macmillan para formar parte de Europa en 1963. La candidatura se reconsideró y se formalizó en 1973 con un referéndum en 1975 que ratificaba la permanencia. Empezaba un larga etapa de adaptación que llevaría a Margaret Thatcher a reclamar el cheque británico, que equivaldría a que el Reino Unido dejaba de ser contribuyente neto, manteniendo un peso específico considerable en todas las instituciones. Todos los altos funcionarios de Bruselas admiten que los británicos son excelentes funcionarios y saben cómo administrar sus intereses en debates abiertos y civilizados.

Los sucesivos gobiernos de Londres no entraron en el euro ni tampoco en la libertad de fronteras establecida en el tratado de Schengen. Han estado en Europa a la carta, como han querido, se les han permitido todos sus caprichos y peticiones. Pensaban que la City seguiría siendo hegemónica y que el BCE, con sede en Frankfurt, no constituiría una amenaza al centro financiero de Londres.

La prensa popular, con millones de ejemplares vendidos, y los diarios de más calidad, a excepción del Financial Times, pusieron la proa contra Bruselas desde el comienzo. Es interesante destacar, sin embargo, que la mayoría de los primeros mi­nistros británicos se han estrellado en los arrecifes de Europa. Tony Blair y David Cameron son dos casos incuestionables. Los dos eran europeístas pero no consiguieron convencer a sus electores de las ventajas de pertenecer a la UE. Cameron tuvo la ocurrencia de convocar un referéndum y se pasó de frenada. Pensaba que lo ganaría como el de Escocia y no contó con las sutiles y sibilinas prácticas de sus correligionarios, que recurrieron a mentiras gruesas para convencer a una mayoría de británicos de que la Pompa y circunstancia elgariana era acatada por todo el mundo.

Quieren y no quieren. Este es el problema. Para convencer a casi un 52% de los británicos de la necesidad del Brexit no fueron a las ciudades y a los centros de la modernidad. Acudieron a la vieja Inglaterra, conservadora y rural, miedosa del futuro, nacionalista y tradicionalista, populista y puritana, más pobre también, exhausta y vencida de las guerras que ganó.

Publicado en La Vanguardia el 3 de abril de 2019

  12 comentarios por “Inglaterra, vencida de las guerras que ganó

  1. Europa, decía Winston Churchill, “es ese lugar de donde viene el buen o el mal tiempo”. Europa ha sido para el Reino Unido, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, la oportunidad para levantar cabeza de sus propias crisis internas, el escenario donde reafirmar el carácter de potencia global con que todavía se contemplan a sí mismos muchos británicos o el chivo expiatorio al que culpar de todos los males. El sueño europeo, en esta isla, ha sido siempre un instrumento, nunca un fin o un ideal en sí mismo. Solo desde esa perspectiva pueden considerarse proeuropeos a cuatro figuras clave de las últimas décadas: Winston Churchill, Edward Heath, Margaret Thatcher y Tony Blair. Tres conservadores y un laborista moderado.

    “Existe un remedio que logrará que Europa vuelva a ser libre y feliz”, proclamó Churchill en 1946 en la Universidad de Zurich, con los rescoldos de la guerra aún humeantes. “Se trata de recrear la familia europea, en la medida en que podamos, y dotarla de una estructura bajo la que pueda prosperar en paz, en seguridad y en libertad. Debemos construir algo parecido a los Estados Unidos de Europa”.

    En su versión más idealista, era el propósito de acabar con la enfermedad del nacionalismo guerrero que había asolado al continente. El propósito nada camuflado era controlar el crecimiento de Alemania y frenar la expansión soviética bajo una alianza militar que tuviera el amparo de Estados Unidos -con quien Gran Bretaña siempre mantendría su “relación especial”- . “Mantener a los americanos dentro, a los soviéticos fuera, y a los alemanes abajo”, lo resumió Hastings Ismay, el primer secretario general británico de la OTAN.
    Rafa de Miguel

    https://elpais.com/internacional/2019/03/30/actualidad/1553977952_536009.html?fbclid=IwAR30WRl_a_K5uvlDdTwk0l6zmat9Lb_aEWhYKDKdz_hGDC0SpVgcputwHa4

  2. La última década y el futuro de la economía global…(Brillante resumen de Barry Eichengreen)¿Por qué, entonces, cambiaron tan drásticamente los pronósticos a partir de 2016, con el referéndum del Brexit, la elección de Donald Trump y el rechazo político generalizado a un orden global basado en reglas establecidas? Abundando en lo ya dicho, resulta tentador aducir factores especiales. El primer ministro británico David Cameron no cumplió su promesa electoral de limitar la inmigración y cometió un error de cálculo al pensar que un referéndum sobre la pertenencia a la Unión Europea serviría para unir al Partido Conservador y consolidar su poder. Donald Trump se benefició de tener un adversario débil y de la injerencia rusa en las elecciones estadounidenses. Sin embargo, las variaciones tanto geográficas como demográficas en los apoyos suscitados por el Brexit y por Trump sugieren que hubo en juego factores de naturaleza más sistémica. Lo mismo apunta el creciente apoyo a líderes políticos de tendencias autócratas, nacionalistas y antiglobalización en una serie de países.»Barry Eichengreen es profesor George C. Pardee y Helen N. Pardee de Economía y Ciencias Políticas en la Universidad de California, Berkeley, investigador del Centro para la Investigación de Política Económica e investigador asociado de la Oficina Nacional de Investigación Económica.

      • ¿Estamos dando las respuestas a las cuestiones del 2013? ……… 1- ¿Por qué causas cree que no acaba de consolidarse un sistema nacional de I+D?

        2- ¿Ha sido eficaz el esfuerzo de gasto en I+D que han hecho las administraciones públicas en los últimos años? ¿Qué cosas han funcionado bien y cuáles no?

        3- ¿Cómo se podría mejorar el sistema público de I+D para que se perciba su aportación a la sociedad y la economía?

        4- ¿La sociedad española está convencida de la necesidad de cambiar el modelo económico para llegar a otro basado en la innovación y el conocimiento o no nos lo acabamos de creer? ¿Y los políticos y empresarios?

        5- ¿Cuál cree que es la causa de que el tejido empresarial español haga una apuesta tan modesta por la I+D+i? ¿Es un problema cultural, de financiación o de dimensión de las empresas?

        6- En su opinión. ¿En qué sectores tecnológicos podría o debería España hacer una apuesta más fuerte? ¿Existe alguno en el que tengamos ventajas competitivas?

        7- ¿Es factible que las administraciones públicas guíen el proceso de cambio del modelo económico?

        8- ¿Está jugando la UE un papel constructivo y sinérgico o nos estamos quedando fuera de las políticas europeas como el programa marco y la agenda Lisboa?

        9- ¿Por qué hay tan poco capital riesgo disponible para invertir en NEBT y qué podría hacerse para desarrollarlo? ¿Serían útiles incentivos fiscales u otro tipo de estímulos? https://www.cepade.es/blog/index.php/modelos-de-innovacion-tecnologicas-entrevista-a-julian-pavon-catedratico-director-de-cepade/

  3. Europa debería dar un paso hacia el futuro. Estamos anclados en las disputas de los siglos XVII y XVIII sobre las naciones y estados que forman Europa. Ahora, la pregunta podría ser: que países, regiones, naciones, estados quieren formar parte de una Federación Europea en la que la soberanía no resida en ningún antiguo pueblo europeo sino en los europeos, con un gobierno federal, leyes fiscales comunes, ejército común, impuestos a empresas comunes, sin paraísos fiscales internos y las mismas oportunidades sociales para todos sus ciudadanos. No me parece lógico que no comprendamos que los pequelos estado europeos, y me refiero a Alemania también, van a tener voz en el mundo actual. Cómo podemos fomentar un mundo más ético si hemos perdido la ética por disputas internas que desean volver al siglo XVIII o al XVII.

    • «El continente está amenazado desde el punto de vista demográfico y, por tanto, abocado a un crecimiento lento. A medida que decaiga la cuota de Europa del PIB global, menos capacidad tendrá esta de determinar la naturaleza de las relaciones internacionales. Lo que deja a China como el candidato obvio a ocupar el espacio desalojado por Estados Unidos. En tanto principal socio comercial y fuente de inversión extranjera en un número creciente de países, ya posee cierta capacidad de influir en el orden económico internacional. La cuestión es qué clase de orden tiene China en mente»Barry Eichengreen

  4. Mientras Europa tiene que batallar en cien frentes, China avanza en sus alianzas ,con sus proyectos de ferrocarril, su ruta de la seda, sus acuerdos con Italia (tela Italia como pasa de Europa, esto ya le pasara factura) no queremos aprender del pragmatismo y de la unión de los chinos(que duplican todo lo que inventa Silicon Valle, con sucopia de facebook controlado, su copia de twiter , su copia de amazon, su copia de tecnologia de moviles, de WS, de satelites etc, etc) UK tenia suficiente con avanzar su economia y su agrupacion de paises, para meterse en un lio contra Europa, que al final seria un lio con ella misma, por las fronteras de Irlanda y la posición de Escocia.

    • Al menos tenemos la victoria de Zuzana Caputová…quizas la solucion de Europa es la integracion del Este, que ya sabe que sufrio con la URSS

  5. Mientras se hunden, mirarán altaneros sin solicitar ayuda, esperando que Trump venga a su rescate.

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