China crece pero envejece

La sostenibilidad demográfica es el tema que afecta y preocupa al mundo desarrollado, también a China, el país más poblado del mundo.

En una de las largas visitas a China, casi tres meses viajando miles de kilómetros, iba acompañado por un guía o una guía que me esperaba en una región hasta que en la siguiente etapa me recogía un compañero o compañera del Ministerio de Exteriores que si no era espía informaba a sus superiores de mis reacciones y comentarios sobre lo que estaba viendo.

Eran los años ochenta y el ya anciano Deng Xiaoping estaba impulsando un comunismo capitalista que convirtió un inmenso país miserable en la gran potencia del momento. Cuando era una guía la que me guiaba por su ciudad y me presentaba a personalidades locales para que me expusieran la realidad china, uno de los temas recurrentes en los tiempos muertos de conversación era la política demográfica del régimen de un solo hijo por familia. A la pregunta de qué era lo que más les interesaba de Occidente, la respuesta de las guías fue siempre la misma: poder tener más hijos.

La medida del hijo único se impuso en China en 1979, un año después de que Deng Xiaoping estuviera de hecho al frente del país. Era una medida para el control de la natalidad ante el espectacular crecimiento demográfico, ya que de 1950 a 1980 se pasó de 551 millones a 975 millones de chinos.

Un niño fotografiado en Pekín en los años ochenta del siglo pasado. La familia con un solo hijo era un imperativo legal.

Se ha escrito mucho sobre aquel control tan rígido de la natalidad que causó tensiones sociales silenciosas pero muy intensas porque las normas se cumplían con muchísimas excepciones. No se entendía, por ejemplo, que en diez años aumentara la población en 150 mi­llones. El hecho es que la política del hijo único fue cambiada en el 2016 por la de los dos hijos por pareja y el lunes pasado el politburó de­cidió impulsar una política de tres hijos por matrimonio.

El censo chino es dado a conocer cada diez años y el número oficial de habitantes en el 2020 fue de casi 1.412 millones, la primera potencia demográfica del mundo, seguida por India con 1.366 millones en el 2019, con perspectivas de alcanzar a China en unos pocos años. Aquella política del hijo único ha conducido a un envejecimiento de la población que ha sido una de las causas que las autoridades de Pekín han invocado para estimular más nacimientos.

La diferencia con los años ochenta es que el deseo de muchas mujeres era el de tener más hijos y ahora la tendencia es la de no pasar de uno o dos. La explicación que dan los futuros padres son las dificultades de la vivienda, la pasión por el trabajo de hombres y mujeres y la falta de tiempo para poder educar a los hijos. Además, está la cultura del cuidado de los ancianos, que está muy arraigada en las costumbres del antiguo imperio del Centro. A mayor desarrollo y vida más confortable, más disminuye la curva demográfica. China se encamina hacia el envejecimiento humano, lo cual no impide que su potencialidad económica y política siga creciendo de forma exponencial.

Lo mismo ocurre en casi toda Europa, que consigue equilibrar la población con la llegada legal o clandestina de jóvenes que vienen de África o de Oriente Medio. Angela Merkel lo entendió así en el 2014 cuando abrió las fronteras y entraron un millón de asilados o migrantes con el argumento de rejuvenecer la población e impulsar la economía. Las encuestas y las elecciones le obligaron a variar el discurso.

El mundo desarrollado, y China lo está siendo, no podrá sostener el envejecimiento colectivo. Más de la mitad de los nuevos 2.200 millones de habitantes de aquí al 2050 los aportará África. Y de los veinte países más poblados del mundo en el 2100, diez serán africanos. Nigeria será el tercero después de India y China.

La geografía es muy importante, pero la demografía lo será aún más. Bien para frenar la llegada masiva de extranjeros o bien para ir a buscarlos y rejuvenecer las poblaciones de los países más avanzados y viejos. Al fin y al cabo, el trasiego de pueblos enteros de un lugar para otro ha sido una constante histórica.

Publicado en La Vanguardia el 2 de junio de 2021
 

  4 comentarios por “China crece pero envejece

  1. El querer ver la inmigración como la solución al invierno demográfico europeo en mi opinión es querer resolver un problema sin resolver aquellos problemas que hacen que los europeos no «podamos» tener hijos.

    Los inmigrantes en la próxima generación tendrán exactamente los mismos problemas que tenemos nosotros y no querrán tampoco tener hijos. Y si los tienen cabe preguntarse bajo qué condiciones.

    Es como jugar a un juego piramidal infinito.

    Existe toda una problemática de pobreza, integración social, “choque cultural” y racismo, que no podemos obviar. Estados Unidos una tierra de inmigrantes sigue sin resolver estos mismos problemas en colectivos que llegan un montón de generaciones en el país.

    Yo quiero una Europa en las que todos podamos formarnos, trabajar, y realizarnos como personas, y sinceramente cada vez la veo menos.

    Lo siento, pero tenía que decirlo,

    Un saludo cordial,

  2. Alguien recuerda la política salarial de los puntos por hijos?
    Así se estimuló el crecimiento demográfico después de la guerra civil.

  3. Nuestro anfitrion que ha paseado por medio mundo y por el otro medio tambien, hace una proyeccion al 2050 sobre la poblacion china. Sin duda el efecto 2050 que ha subyugado al mismo Pedro Sanchez tambien, podemos considerarlo una ciencia exacta aun y cuando no sabemos predecir con exactitud el tiempo que hara pasado mañana.
    Tot plegat es sociologia demografica recreativa que puede servir para Saber y Ganar de Jordi Hurtado, pero poco para el dia a dia del comun de los mortales chinos o no.
    Por cierto, las mejores tortillas de patatas y los mejores calamares a la romana, los podemos degustar en Casa Pepe, regentado por ciudadanos chinos.

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