Rehenes en tierra de nadie

Se pueden trasladar capitales, bienes, servicios e ideas, pero se levantan muros y alambradas para frenar el paso de las personas. Escena en la frontera entre Bielorrusia y Polonia.

No es una casualidad que mientras la globalización pretende borrar todas las fronteras, la tendencia a levantar muros para prevenir el paso de los humanos se va extendiendo por todo el planeta. Hay libre circulación de bienes, de capitales, de mercancías y de ideas. Pero los hombres y mujeres que huyen de la persecución, de la guerra, de la miseria o que buscan horizontes vitales más dignos tropiezan con vallas, alambradas y policías que les impiden el libre paso. Se convierten en rehenes sin patria.

Con frecuencia han sido engañados con promesas falsas habiendo gastado sus ahorros para alcanzar paraísos imaginarios. La migración entra en campaña electoral en todos los países occidentales. Donald Trump pretendía terminar los tres mil kilómetros de muro con México y añadía sarcásticamente que serían los mexicanos los que lo pagarían. Biden no ha hecho nada.

Todos los intentos de frenar la inmigración a Estados Unidos procedente del sur del río Grande han fracasado. Pero se da la paradoja de que si se expulsara a los más de diez millones de inmigrantes ilegales de Estados Unidos, las consecuencias económicas y sociales serían dramáticas.

Lo mismo ocurriría en la mayoría de países europeos donde la emigración no es tratada como un grave problema humano, sino que es utilizada como arma electoral para frenar el auge de los partidos de extrema derecha.

La presión migratoria ha ido aumentando a medida que la globalización ha acentuado las desigualdades económicas en un mundo deslocalizado y agitado por guerras locales en las que las armas han sido fabricadas y comercializadas por empresas occidentales, también españolas con conocimiento del Gobierno.

En el 2015 Angela Merkel abrió las puertas a un millón de sirios argumentando que ayudarían a la economía y corregirían la curva demográfica alemana. Tuvo que rectificar porque las encuestas le pasaban factura. Fue el presidente Erdogan el que se comprometió a retener a tres millones de sirios en Turquía a cambio de inversiones millonarias de la UE.

Los regímenes autoritarios en los bordes de Europa han aprendido la táctica turca y están traficando con migrantes con dos objetivos: debilitar las estructuras de la UE y obtener contrapartidas económicas. El presidente de Bielorrusia, Alexánder Lukashenko, ha trasladado a varios millares de iraquíes, afganos y sirios a la frontera con Polonia.

Recluta a inmigrantes en los lugares de procedencia y los empuja a una tierra de nadie, al raso, a las puertas de un invierno inhóspito. Polonia, con un Gobierno intolerable con la inmigración, envía tropas a la frontera. Bielorrusia, también. Desde Bruselas se habla de levantar muros al este de Polonia. Y Putin se presenta como mediador al tiempo que alienta cualquier movimiento disruptivo contra Europa. Polonia forma parte de la OTAN y Bielorrusia es protegida por el Kremlin.

El rey de Marruecos envió a seis mil jóvenes a Ceuta en protesta por la acogida secreta de un líder del Polisario en un hospital de Logroño. Las vallas levantadas por España no pudieron contener la avalancha. ¿Qué es el Brexit sino un muro de contención para preservar la supremacía de los ingleses?

Las oleadas de africanos, muchos de los cuales se hunden en el mar, han convertido el Mediterráneo en un cementerio, como dijo en Lampedusa el papa Francisco. Lo más lamentable en la frontera polaco-bielorrusa es que el migrante es tratado como un arma de conflicto entre estados.

Publicado en La Vanguardia el 17 de noviembre de 2021

  3 comentarios por “Rehenes en tierra de nadie

  1. Cuanta mentida darrera del ser huma , per defendre els interesos del diner i de las institucions que amb él mite religios no donan la cara per solucionar la pobreça de aquest mon.

  2. El Sr. Foix a la que puede tiene que nombrar y no en positivo a Vladimir.
    La crisis en las fronteras europeas es una verguenza y oprobio general.
    El mundo esta malito.
    No anem be.

  3. INMIGRACIÓ. EL DESINFECTADOR BORRELL ACUSAT DE RACISME

    1.- Josep Borrell (alt representant de la Unió Europea per Afers Exteriors) no té categoria política i ètica per tractar sobre els ostatges en terra de ningú i el drama humà de la immigració ingent que es pateix a la Mediterrània, a Europa, a tot el món. El seu currículum no l’avala. ¿O sí?

    2.- Els mitjans de comunicació varen recollir aviat farà només tres anys (28 novembre 2018) unes terribles declaracions de Borrell, llavors ministre d’Exteriors del Govern del PSOE, en que deia que l’únic que havien fet els colonitzadors anglesos fou “matar a quatre indis”. El Moviment Indígena Estatunidenc va recordar-li que el genocidi va liquidar a més de 12 milions de persones. “Els indis americans tatxen a Borrell de racista per banalitzar amb el seu genocidi” (La Vanguardia).

    2.- Plou aigua bruta sobre mullat. Borrell es el mateix personatge que en un míting de l’ultra dreta espanyolista a Barcelona, acompanyat de gent com Xavier Garcia Albiol i Salvador Illa, ha propugnat “desinfectar” Catalunya de les ferides causades, segons ell, pel sobiranisme, no per la repressió. Quim Monzó va comentar: “Vaig a desinfectar-me abans de ficar-me al llit. Amb salfuman n’hi haurà prou, calculo. No crec que calgui fer servir cal, suposo”.

    3. Monzó es referia a la calç viva utilitzada pels GAL contra etarres quan el PSOE de Felipe González governava a la Moncloa. El desinfectador Borrell afirma (13 setembre 1998) que defensar José Barrionuevo (ministre d’Interior) i Rafael Vera (secretari d’estat de Seguretat), condemnats per la seva implicació amb els GAL, grups armats policials espanyols que practicaren el terrorisme d’estat, forma part del seu projecte de futur.

Comentarios cerrados.