La indiferencia al dolor ajeno domina la retórica política de los discursos, llamadas telefónicas, promesas y decretos firmados por Donald Trump en las dos primeras semanas de su segundo mandato. Hay que esperar a que las medidas anunciadas se concreten y superen las barreras legales internas y la presión de los gobiernos amigos.
La natural hostilidad de China en los ámbitos comercial, militar y político es más que previsible. Trump tiene la fuerza del Pentágono, el apetito insaciable por el dinero y un discurso de supremacía absoluta hacia el resto del mundo. Pero si pretende actuar como el sheriff global tendrá cada vez más enemigos y su país dejará de ser un referente para sus amigos y aliados.
Las democracias vencieron a los totalitarismos del siglo pasado porque a pesar de sus contradicciones internas, injusticias y errores en política interior y exterior, activaron sus mecanismos autocorrectores para mejorar la existencia y la vida ordinaria de las gentes.
Expulsar inmigrantes ilegales a Guantánamo es una acción simbólica de fuerza que denigra la dignidad de personas concretas. Anunciar que Gaza debería vaciarse de palestinos y convertir la destruida franja en la “Riviera de Oriente Medio” es un sarcasmo contra los principios básicos de la civilización occidental.
En Estados Unidos hay millones de personas que no pueden aceptar atropellos de este calibre y que afectan a la trayectoria vital de los más frágiles y desfavorecidos. Los países democráticos tienen mecanismos para corregir las arbitrariedades injustificadas de sus dirigentes. Así ha ocurrido en Estados Unidos a lo largo de los dos siglos y medio de su historia.
El periodismo va a desempeñar un gran papel para evitar los posibles abusos imperiales de la corte de Trump. Viene a cuento citar el espíritu de rebeldía de escritores como Orwell y Camus, que distinguían sin vacilar entre el bien y el mal pero que se abstenían de condenar la flaqueza humana. Somos capaces de todo. Y también de rectificar cuando un gobierno poderoso trata de imponer políticas moralmente inaceptables. La fuerza sin humanidad no genera paz sino más injusticias y más guerras.
Publicado en La Vanguardia el 6 de febrero de 2025
Muchos inmigrantes para llegar a Estados Unidos o Europa tienen que hacer una travesía por el mar o por el desierto encontrando grandes dificultades en su camino. Muchos de ellos mueren en ese mismo camino. Ya sólo por eso humanamente se le debería compensar de alguna forma. Pero la política y la geopolítica es en muchas ocasiones es inhumana.
El planteamiento es siguiente: ni Europa ni Estados Unidos pueden acoger a todo aquel que llegue sin que tenga un puesto de trabajo o recursos económicos, porque son una carga para el erario público, parte del empresariado sin escrúpulos puede aprovecharse de ellos, y en algunos casos al no haberse hecho esfuerzos en su integración, por parte del Estado la mayoría de las veces, genera tensiones, y en otros incrementa la delincuencia. Este es el caballo de batalla tanto en Estados Unidos como en Europa. Y en realidad en cualquier sociedad donde existan libertades y derechos con un sistema democrático.
Donald Trump está haciendo lo que prometió en su campaña electoral. Tanto en la frontera sur con México enviando soldados, como incrementando las deportaciones. Guantánamo fue una prisión para los terroristas o sospechosos de terrorismo durante el mandado de George W. Bush, las intenciones de cerrar esta cárcel de Barack Obama, quedaron en eso, en intenciones. Ahora Donald Trump cómo quiere hacer Giorgia Meloni en Albania quiere convertir ese espacio en un campo de concentración. En el pasado en la isla Ellis de Nueva York, entre 1892 y 1954, más de 12 millones inmigrantes que llegaron fueron concentrados antes de permitirles la entrada en el país, ahora van a pasar a hacer justo lo contrario en Guantánamo.
Donald Trump en cuanto a Palestina está también haciendo lo que prometió, ser mucho más duro, y apoyar en todo a Israel. Los sionistas -así se autodefinen- le apoyaron en su campaña. No sabíamos que quería desplazar a todos sus habitantes, hacer una limpieza étnica hacia Egipto, Jordania, o hacía donde se le ocurra, pero sabíamos que iba a ser mucho más duro. No es el holocausto, ni el exterminio, de momento, cómo algunos dicen, pero se parece mucho a la Nakba de 1948 cuando se expulsó a millones de palestinos hacia los países limítrofes muy poco después de la fundación del Estado de Israel y la primera guerra con los Estados árabes.
Israel ha bombardeado sin piedad matando a más de 45.000 palestinos en Gaza y no ha pasado nada. Ahora hacen intercambios de prisioneros, una cosa que podían haber hecho antes de iniciar esa matanza, y cuando no lo han hecho es porque quizá querían llevar a cabo esa matanza, que ahora sabemos que conllevaba, después no dejar piedra sobre piedra, la expulsión de los palestinos de Gaza para construir una emplazamiento controlado por Israel y los Estados Unidos.
Es terrible. Clama al cielo, pero tanto lo uno cómo lo otro no son ocurrencias de Donald Trump, ya hace muchos años que funciona esta historia, porque otros intencionadamente o no, pusieron el camino empedrado -cuidado al borde un precipicio- por el que este hombre transita.
Saludos Sr. Foix,
Francesc
el mismo periodismo que ha reido las gracias del wokismo , de la extrema izquierda violenta y que abanderaba el buenismo naif , no entiende el hartazgo
Fruit dé de la falta de visió del occident,ha produit una falta de interculturalitat amb el orient degon es tenia que apendra l’Entesa amb un diàleg que ningú vare promoura.
La pregunta a hacerse es ¿quién va a poder parar a Trump?.
El mal llamado cuarto poder va a desempeñar un gran papel?
Pues si que lo tenemos mal!
Sucede Sr. Foix que ya no tenemos ni a Orwell ni a Camus. Si que tenemos unos millonarios en Silicon Valley que parecian progres, han resultado ser muy carcas y son los que marcan el ritmo al marido de Melania.
Vaya tunel!