La policía digital ha de ser pública

Las libertades están bajo el control de los que se enriquecen con nuestros datos íntimos almacenados en los llamados «big data».

La literatura de la guerra fría puso en circulación la leyenda del botón rojo que estaba siempre al alcance del presidente norteamericano en caso de que tuviera que apretarlo para disparar un arma nuclear contra el enemigo soviético. Un artefacto semejante se guardaba en algún escondite del Kremlin con iguales objetivos. Eran fantasías de las novelas y películas de espías.

Lyndon Johnson ironizaba diciendo que el único poder que le quedaba era el de apretar el botón nuclear, pero que no lo quería ni podía hacer. En 1963 se estableció el célebre teléfono rojo entre Washington y Moscú para prevenir de las consecuencias de un acto de locura unilateral. La destrucción mutua asegurada era una prevención responsable. El tenebroso recuerdo del 6 de agosto de 1945 seguía en el imaginario de la mente humana al recordar el arrojo de las primeras bombas nucleares sobre la población civil de Hiroshima y Nagasaki por orden del presidente Truman.

Es cierto que el presidente siempre viaja acompañado de un militar que lleva un maletín conocido como la militar ball, que contiene las claves para comunicarse al instante con los asesores de mayor rango en caso de una emergencia de carácter nuclear. El soldado nunca está a más de tres metros de distancia del presidente.

El norcoreano Kim Jong Un hablaba de un botón nuclear sobre su escritorio que podía disparar sobre cualquier ciudad norteamericana y Donald Trump le contestaba por Twitter que él también tenía un botón nuclear “más grande y más poderoso”. Eran peligrosos juegos de fanfarrones.

Las cosas han cambiado y los conflictos no se dirimen por la fuerza nuclear ni por los armamentos pesados o por soldados de infantería que ocupan territorios. La inteligencia militar, económica y política se mueve ahora en el ámbito de los grandes datos, los big data , que nos tienen fichados a todos y descubren hasta nuestras intenciones más recónditas. Internet conduce a los grandes o pequeños ejércitos, promueve la convivencia, incita a la violencia, distribuye imágenes pedófilas, manipula elecciones en países terceros, reprime a opositores con un simple corte de la conexión a la red y puede manipular las conciencias de sociedades enteras. En zonas de India, Venezuela, Uganda, Etiopía y Congo se han denunciado desconexiones masivas de internet para neutralizar protestas contra un gobierno. No se sabe cómo utilizan los chinos la capacidad de controlar a los ciudadanos con sus sofisticadas tecnologías.

En los regímenes autoritarios, la policía digital está en manos del gobierno. Pero en las democracias ni siquiera son los gobernantes los que deciden qué límites pueden trazarse para evitar la comisión de delitos. Fueron las empresas de Facebook, Twitter e Instagram las que cortaron las cuentas de Donald Trump el 6 de enero de este año mientras el presidente en funciones instigaba a unos golpistas a asaltar el Capitolio de Washington para anular el resultado electoral. Fue una decisión muy oportuna adoptada por empresarios privados.

¿Y quién controla a estos ciudadanos que no tienen que rendir cuentas a nadie? La libertad individual y colectiva podría ser sacrificada por intereses económicos, ideológicos y políticos de personas y empresas que con sus tecnologías poderosísimas están condicionando la gobernabilidad democrática. El problema está en que se utilizan métodos de la guerra fría para garantizar la libertad y la convivencia de todos dejando el campo abierto a multimillonarios que se lucran de nuestros datos, intimidades y aficiones. La policía digital no puede estar en manos privadas.

Publicado en La Vanguardia el 20 de octubre de 2021

  4 comentarios por “La policía digital ha de ser pública

  1. Jo crec Sr. Foix que ja em fet tard i que ja estem mes que retratats i per tant lo que toca es possarse tranquils.
    Quien controla a esos individuos no votados y que nos controlan a base de bien a base de «velar por nuestra proteccion»?
    El asunto tuene mal cariz. El neofeudalismo tiene su policia digital que no esta para protegernos, esta para vigilarnos y en su momento expulsarnos del sistema.
    La partitocracia tan antigua y tan pasmada es el tanatorio de la democracia.

  2. El recurso a las armas nucleares no se puede descartar, no sabemos que puede ocurrir en el futuro. No solo las potencias nucleares principales son un riesgo. India y Pakistán podrían tentar su uso, aunque no parece probable. Otros países también poseen armas nucleares, a menor escala, lo que no deja de ser inquietante.

    La aplicación digital se centra también en el control militar de las armas y puede ser manipulado con medios similares a los de las redes, caidas de Internet, espionaje digital, etc… Varios de los países que poseen armas nucleares no son países democráticos, quizás si prudentes, esperemos.

  3. POLICIA DIGITAL I TERRORISME, TAMBÉ D’ESTAT

    1.- Fora interessant indagar les connexions que hi pot haver entre els dos darrers textos foixans: “La policia digital” i “Otegi, dolor, culpa i perdó”.

    2.- Lluís Foix escriu (20 octubre 2021): “En els règims autoritaris, la policia digital està en mans del govern”. També va escriure en aquesta web (21 juliol 2021): “El trist episodi dels GAL es va realitzar pel govern de Felipe González per acabar amb ETA mitjançant la violència de l’estat”. Home no. L’episodi dels GAL, amb policia digital o no, va ser trist, criminal, terrorisme d’estat, radicalment antidemocràtic, fruit de la guerra bruta i de les clavegueres de l’estat, violador dels drets humans.

    3.- El PSOE de Felipe González, José Barrionuevo, Rafael Vera, Pedro Sánchez, Josep Borrell, Miquel Iceta, Salvador Illa i similars ¿pensen demanar perdó a les víctimes dels parapolicials GAL, a la societat espanyola, al poble basc, als demòcrates dels diversos pobles com el català? ¿Per què el PSOE i el seu actual Govern no es comprometen públicament a respectar sempre els drets i les llibertats de totes les persones i de tots els pobles? ¿Per què no es comprometen a no endegar mai mes els GAL ni recórrer a la violència? ¿Per què no es comprometen a que no hi haurà una policia digital contra la democràcia i els drets humans?

    4.- ¿Què succeeix, però, ara mateix? El Govern Sánchez defensa a Josep Borrell com ¡alt representant de la Unió Europea d’Afers Exteriors!. Borrell es qui justifica (13 setembre 1998), i no s’ha retractat, a José Barrionuevo (ministre d’Interior) i Rafael Vera (secretari d’estat de Seguretat), condemnats per terrorisme d’estat. “La solidaritat amb aquests companys va irrenunciablement unida al nostre projecte de futur” son paraules de Borrell. Òndia!

    5.- Mentre, Pedro Sánchez es solidaritza sempre amb Felipe González i es nega a que una comissió parlamentaria investiguí les relacions entre el Govern González i els GAL. Aixó sí, donant als altres lliçons de democràcia.

    • después de hipercor, ernest lluch, etc, una sociedad que, en la ofrenda floral de la diada de catalunya, aplaude a arnaldo otegi y pita a miquel iceta, es una sociedad podrida hasta las entrañas.

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