
Los resultados de Hansi Flick en la Liga condicionan la suerte de Laporta. A no ser que en Europa se llegue muy lejos.
De baño de masas a duchas de agua fría. El universo emocional del barcelonismo anda desorientado y perplejo. El Barça de Hansi Flick ha hecho fácil lo difícil y complicado lo sencillo. Los hechos son que ha ganado al Real Madrid por consecutivas goleadas en el Bernabéu y en tierras arábigas, ha conseguido el primer título precisamente contra el inevitable rival, está en cuartos de la Copa y hoy se medirá al Benfica en Lisboa para seguir en el segundo puesto detrás del Liverpool en la nueva versión de la Champions.
Esta foto fija le ha permitido a Laporta echar mano del populismo en boga con un triunfalismo que tiene un gran agujero negro que las estadísticas lo sitúan en 6 puntos de 24 en las últimas 8 jornadas de Liga. Estamos a mitad de temporada y todo puede ocurrir. Pero el Real se ha escapado a 7 puntos y el Atlético a 5.
Y la novedad está en que el Athletic de Valverde le empata en la cuarta plaza. La Liga se ha puesto fea y alcanzarla parece ahora improbable aunque no imposible. Ceder puntos en casa ante modestos como Las Palmas y Leganés indica un desequilibrio inexplicable. El margen de recuperación se estrecha.
Sería insólito que se ganara una final de la Champions con un panorama tan irregular en la Liga. Laporta podrá seguir administrando las emociones barcelonistas mientras el equipo siga adelante en Europa y golee al Madrid. Pero las derrotas continuadas suscitan críticas que no tienen nada que ver con los goles sino con el poder en el Barça. La paradoja es que el equipo de Flick es capaz perpetrar victorias incontestables y, a la vez, caer en derrotas imprevistas. Incomprensible.
Publicado en Mundo Deportivo el 21 de enero de 2025
No cal ser nuñista ni laportista pero no es pot ser ecuànime sense parlar dels refles de la lliga española. Les grans deformacions de la historia no son per mentides sino per silencis.